—Sí, claro.
—De aquí a un mes se habrán marchitado.
—¿Todas?
—Sí, todas. No quedará ni tan siquiera la rosa que ahora mismo sostienes en la mano. También morirá si la dejas aquí. Si quieres salvarla, llévala contigo.
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Fuimos paseando hasta la biblioteca del hospital. Mano a mano, contándonos risas, problemas y amores que nunca fueron. Me parecía curiosa la manera en que había conectado con mi vecina Margarita. Nos alejaban unos cincuenta años, muchos precipicios generacionales, costumbres y creencias, pero lo que nos acercaba era mucho más potente que todo aquello que nos separaba. Nos acercaba el mismo espíritu soñador, las mismas ganas de vivir, la misma pasión por sentir.
Aquel día se había hecho un destrozo en el pelo de esos épicos. Se teñía ella sola en casa. Y de normal lo hacía bien, pero ese día su pelo era una explosión de algodón de azúcar rosa…
Así comienza “El jardín de los amores que nunca fueron”, uno de los relatos que componen mi libro “Corazón de fondant“. Un día, ya no recuerdo bien cómo surgió, le comenté a Sara que me encantaría que pusiera formas y colores en uno de mis textos favoritos. Que lo ilustrara. Que le diera vida a Marta, a Margarita, a Rosa… que le echara imaginación y que me diera su visión tras leer el borrador que le mandé. El resultado fueron estas preciosas ilustraciones cargadas de cariño y mimo. Tan dulces como Rosa. Tan sensibles como Marta.
Le dije a Sara que las publicaría todas junto con el relato completo, pero tras darle muchas vueltas, he decidido que no. No quiero adelantar nada. Para mi es tan especial ese pasaje en concreto, que creo que quitarle la magia de ser descubierto poco a poco sería un crimen. Aun así, sí que me gustaría escribir algo relacionado con ese jardín y con el miedo. Y con el amor.
Nos leemos entre lineas un poco más abajo…
No sé cuántas veces me habré sentido como los personajes que he creado. Puede que todos ellos tengan parte de mi. La soñadora, la romántica, la realista, la amargada, la loca, la dulce, la amiga. Todas por separado y todas juntas. Todas ellas, Marta, Rosa, Margarita, Julia… incluso Juan, Pedro y A mayúscula. Tienen todos un poco y un mucho de mi.
A veces me pregunto cómo somos capaces de ser tantas personas a la vez, de guardar tantos matices, tantos misterios, tantos temores y secretos. A veces me pregunto si realmente habrá entre todos nosotros alguna diferencia. Durante estos años tratando con vosotros casi a diario me he dado cuenta de ello. Y la verdad es que sabiendo lo parecidos que somos, me siento un poco menos asustada en este mundo tan grande. Por ello os estoy tan agradecida. Así que este post que iba a ser un pedacito de libro acompañado de las ilustraciones de mi querida saruhillustration, quiero que sea no solo un homenaje a ella y a su arte, sino también un post regalo que espero que os guste y guardéis en el corazón. De fondant.
Para todas mis chicas de los jueves.
Tú, que lees, comentas, compartes. Tú, que te sientes identificada con parte de un texto o con todo el montón de letras que se me caen de los dedos. Tú, eres absolutamente todo para quien escribe, que en este caso soy yo. Tú creerás que eres un número más, una estadística, una visita más. Pero no. Para mi, tú eres mi invitada (quede claro que hablo en femenino siempre porque sois la mayoría y porque vaya… porque me da a mi la gana). Yo te abro la puerta y te cuento mis neuras. Para mi te conviertes en amiga durante los minutos en los que paso escribiendo(te) entradas.
Sé que más de una vez se te han caído las lágrimas leyendo. Y no sé si pedirte perdón o alegrarme de que hayas soltado lastre. Sé que alguna vez has asentido con alguna frase, que igual te han dado ganas de darme un abrazo o de pegarme. Sé que posiblemente leerme te ha recordado a alguien. O a algo. A pasado. A presente. A alguien que está o que ya no está. Y una vez más, no sé si pedirte perdón. Porque para mí eres importante. Porque tú, que lees, eres una de mis chicas de los jueves. Tus comidas de cabeza también las tengo yo. Tus pequeñas y grandes taras, tus manías, tus sueños, tus listas de deseos, tus preocupaciones.
Sé que lees por lo mismo que yo escribo: para entender mejor. Sé que has querido que el tiempo se parara y también que pasara veloz. Que los calendarios pueden quemar entre las manos. Que los segundos pueden pesar como años y que los años se pasan volando cuando eres feliz. Sé que sabes ser feliz aunque no siempre te sientas capaz.
Sé, también, que has sentido miedo a expresarte tal cual eres por si no gustas de ese modo lo suficiente. Sé que te has fijado en capullos y que igual tú también has sido capulla alguna vez. Sé que has exigido mucho a algunos y que a otros les has dado tu alma como si regalaras algo sin valor: “tómala, haz con ella lo que quieras, pisotéala, que ya si eso me compraré una nueva”. Sé que aún tienes mensajes por contestar pero que cuando suena el móvil por alguien en concreto te vuela la mano como si ardiera el espacio entre tu piel y sus letras. Porque siempre hay alguien que hace que ese enervante pitido de notificación parezca música celestial.
Porque siempre hay alguien capaz de frenarte el corazón en seco. Y no hay más.
Sé que crees que la vida es algo maravilloso que con cuatro pinceladas de rosa se puede arreglar. Sé que cada día te levantas dispuesta a comerte el mundo —nunca permitas que pase al contrario— y que sueñas con mantener siempre esa sonrisa y esas ganas que ahora te acompañan. Sé que te has cabreado con quien no ha entendido tu forma de pensar, con quien ha criticado las cosas que te gustan, con quien te hace rabiar por gusto, como afición, sin más. Sé que has pasado pantallazos de conversaciones enteras a tus amigas y que antes del whatsapp, te tirabas horas en un banco del parque con un paquete de pipas investigando la mente masculina durante horas sacando en claro lo mismo que sacas ahora pero con menos tecnología: nada.
Sé que has entrado con miedo a una peluquería, que te has mordido hasta los nudillos antes de un exámen, que te has hecho tatuajes locos de los que ahora te arrepientes. Sé que tu primer beso fue noticia entre tus amigas durante meses, y que tu primera vez poco más y la publican en la Bravo, en la parte esa que era como un consultorio, como ejemplo para todas las demás inexpertas lectoras. Sé que eres desastrosamente romántica, aunque vayas de tipa dura. Que has apostado todo al rojo más de una vez y que te has quedado hasta sin bragas. Pero también sé que lo volverías a hacer.
Sé que has gritado en los conciertos, que te has puesto piripi y que has hecho tonterías como escribir a tu ex o declararte a algún amor platónico. Sé que has ido andando por la calle con un libro pegado a la cara porque no podías parar y que no has evitado canturrear una canción en público o mover la pierna arrítmicamente sentada en el metro o en el bus, como si estuvieras metida en tu propio videoclip de Beyonce. Sé que criticas los pubs a los que vas pero sigues yendo. Sé que sigues diciendo que te apuntarás al gimnasio pero que nunca lo haces (ni lo harás). Sé que, aunque tú no siempre lo veas, eres auténtica y especial. Sé que darías hasta un brazo por quienes quieres. Sé que lo dejarías todo por alguien y harías la locura de tu vida, aunque ahora lo niegues. Sé que eres sensible, que a veces te quedarías en la cama, que tan pronto te ríes sola como te echas a llorar. Bi-po-lar. Yo también lo soy. Emocional. Ah, sí, eso también yo.
Sé que eres única. Trágica. Cómica. Una Drama Queen en potencia. Que para algunos serás el infierno, pero para otros un cielo plagado de estrellas. Porque tú iluminas el camino, pequeña. Que no se te olvide.
Así que sigue iluminando, sigue siendo mágica y rara, desquiciada y centrada. Tan efímera como eterna, como todo lo que vale la pena en esta vida. Sé tú. Porque nadie es mejor que tú.
Gracias por estar.
Gracias a Sara por su arte Aquí su blog.
Gracias a todos los que pronto palparéis las páginas de Corazón de fondant y descubriréis la historia completa de Rosa.
Gracias.
Si quieres conseguir mi libro Corazón de fondant (por fin en papel), no tienes más que pinchar aquí http://lavocaldelis.com/libros/corazon-de-fondant/
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