Con la secuela del Cuento de la Criada, completo el segundo libro mi reto de este año.
Los Testamentos, escrito por Margaret Atwood y publicado en el último trimestre de 2019 por Salamandra, llegó a mis manos como regalo de Reyes. No voy a negar que me enfrenté a él con el prejuicio de que segundas partes nunca fueron buenas, pero sin embargo con las buenas valoraciones que tenía en Goodreads. Y es que no son pocos los ejemplos de secuelas que resultaron igual de buenas o mejores que las primeras entregas. ¿Sería este el caso?.
Obviamente Los Testamentos llega a nosotros arropada por el gran éxito de la serie, porque no hay que olvidar que la novela original se publicó en 1984 y si no hubiera sido por la popularidad lograda en la pequeña pantalla, para muchos de nosotros Margaret Atwood habría pasado inadvertida en el vasto mundo literario.
La necesidad de saber qué había sido de June (Defred), de sus hijas, de Gilead, ha convertido a Los Testamentos en uno de los libros más vendidos del 2019 y eso que se publicó prácticamente en el último trimestre del año.
En esta ocasión Atwood usa tres voces en vez de la única de la primera novela. Tres puntos de vista muy distintos: de Daisy, una chica de dieciséis años de Canadá, Agnes, una joven hija de un Comandante de Gilead, y la tan odiada Tia Lydia.
Y si me permites una licencia, sólo por leer el testimonio de Tia Lydia merece la pena el libro. Con ella, al igual que con June en el Cuento de la Criada, volveremos al pasado, al nacimiento de Gilead, a la muerte de la democracia, a la anulación de todos los derechos de las mujeres y del por qué es ella como es. Cómo llega a ser la mujer más poderosa de la República.
“Mantente firme, me dije. No compartas demasiada información sobre ti misma, porque la utilizarán en tu contra. Escucha con atención. Oculta las pistas. No dejes ver el miedo.”
“Durante un tiempo casi llegué a creerme lo que sabía que pretendía que creyera”
La primera parte de la novela reincide en el tema de las prohibiciones y situación de la mujer en la aparentemente controlada Gilead, en la segunda parte nos empieza a mostrar que no todo es lo que parece, cómo todo se esta pudriendo, para llevarnos a una trepidante tercera parte en la que con cierta prisa, la autora cierra el círculo, e irónicamente vuelve a demostrar que son las tan denostadas mujeres las que manejan los hilos del futuro.
Una vez más ,pero con más fuerza si cabe, la escritora pone de manifiesto el poder que tiene la lectura, cómo la prohibición de que las mujeres puedan leer las mantiene en esa especie de realidad ficticia creada al gusto de los que gobiernan.
En la Gilead de Jude, se asiste a la destrucción de los libros (recordemos el dolor que eso le causa a Serena, escritora, renunciar a ellos), pero en los Testamentos estamos ante una nueva generación de niñas a las que directamente no se les ha enseñado a leer ni escribir, sino a bordar, hacer arreglos florales, cocinar y poco más. Incluso han desaparecido los carteles de las calles o de los productos. Solo las Tías tienen la oportunidad de leer, acceso a libros, aprender, y ese es el punto de inflexión de la última novela.
” Una vez que superé mis seis meses de prueba (…) se me permitió entrar en la Biblioteca Hildegarda. (…) La primera vez que crucé sus puertas sentí como si me hubieran dado una llave de oro, una llave que abría una cámara secreta tras otra.”
El libro lo he disfrutado, me ha resultado ameno, y me ha gustado, pero sinceramente carece de ese factor perturbador del Cuento de la Criada. Ese poder de revolverte por dentro. Pero es que el listón estaba muy muy alto. ¿Lo recomiendo? Si, si te quedaste con ganas de saber más.