Basada en una historia real, el matrimonio Keane se hizo famoso y multimillonario en los años 60 gracias a los cuadros que pintaba ella, pero que Walter vendía como si fueran suyos. Mientras Margaret, una mujer introvertida y tímida, pintaba de forma obsesiva encerrada en su casa, Walter, un seductor nato, ejercía de relaciones públicas, llegándose a creer su propia mentira, lo que le conduciría a su divorcio y a un enfrentamiento que acabaría por darle la autoría a Margaret.
Los cuadros de Margaret, esos niños de ojos gigantes, iniciarían una tendencia artística conocida como Big Eyes, e influiría en artistas y cineastas. No cabe duda de que su trabajo logró calar en la gente, lo que se tradujo en miles de litografías, postales y merchandising de todo tipo.
Esta película pretende ser un reconocimiento a la artista que permaneció en la sombra durante décadas, y cuyas obras representaban su estado de ánimo, encerrada y forzada a pintar para sustentar su hogar mientras su marido "se iba de rositas".