En el último partido liguero, Messi, volvió a hacerse centenario, y con ya más de trescientos goles, atesora unos números que temporada a temporada lo convierten en el jugador más decisivo que jamás ha existido. Golea y asiste. Genera juego y finaliza. Igual está para un rechazo del portero que para ejecutar una falta de forma magistral. Cada año sus números se agrandan, convirtiendo su carrera en una sucesión de hitos, que serán difíciles de alcanzar por cualquier otro jugador.
Casi todo es Messi en la delantera azulgrana. Aglutina tanto juego, que como un foco deslumbrante atrae hacia sí todos los movimientos de ataque. Atrae a sus defensores, que en ocasiones se lanzan contra él en oleadas, olvidando que existen más camisetas azulgrana más allá del que luce el diez a la espalda. Y atrae a sus compañeros, que ven en él la tabla de salvación, de aquellos partidos en los que el balón se enreda en circulaciones sin fin en el centro del campo, que sólo el astro argentino es capaz de desactivar a base de asistencias y regates inverosímiles.
Pero mientras Messi triunfa, el resto de sus compañeros de vanguardia parecen diluirse entre sombras. Y el caso más significativo es Aléxis. Un jugador que vino para sentar defensas, y del que apenas hemos podido contabilizar cuatro o cinco jugadas de nivel. Un jugador nos decían, que hacía del uno contra uno su principal arma, y de las asistencias su mejor bagaje, pero que, una vez puesto en acción sólo vemos como un punta que necesita metros por delante, con una buena capacidad para el desmarque.
Hablan sus defensores de su capacidad de lucha, de sus buenos desmarques y como éstos abren espacios que el resto pueden aprovechar. Pero la realidad, por más que nos pese, es que nos encontramos con un jugador, que parece bloqueado, y que está empezando a agotar todo su crédito. Controles nulos, disparos sin sentido, pases sin rumbo, pérdidas casi irrisorias y remates al limbo, están constituyendo semana tras semana la definición de su juego. Un juego, que para su desgracia ya no provoca ni ira en el aficionado. Un juego que le convierte en una caricatura del jugador que creímos fichas, y que ya provoca incluso hilaridad en aquellos que lo observan.
Tampoco es que Villa salga mucho mejor parado en esa banda izquierda a la que todos acaban desplazados. Eto’o, Ibra, Bojan, y ahora la dupla Alexis / Villa no acaban de sentirse cómodos en una posición secundaria de ataque. En el caso del asturiano, éste añora protagonismo en el juego, y echa de menos ser el referente de ataque. También se le ve al Guajecariacontecido en ocasiones, sin brillo, y algo aislado en una zona del campo en la no luce cómo lo ha hecho a lo largo de toda su carrera. Sin espacios, sin posibilidades de conducción, aquel jugador del Valencia se ha tenido que redefinir, y en ese proceso de nueva creación, parece que ha perdido el vigor que le caracterizaba.
Parece que sólo Iniesta es capaz de convivir con soltura en esa zona del campo. El manchego no es un jugador nacido para golear. No vive pensando en la portería, y sus necesidades no pasan por presentar un determinado número de dígitos en su marcador particular. Iniesta no vive en el extremo. Aparece y desaparece. Baja a otras zonas del campo, ayuda a la construcción. Finta, regatea, asiste, toca. Y llega a la línea de fondo para desde allí buscar un pase al área, en busca de un diez que espera colocado para finiquitar la jugada
Se habla este año de un posible refuerzo para la próxima temporada en forma de delantero. Y Neymar parece el mejor situado. También, y viendo la progresión de Deulofeu en el equipo filial, parece éste un candidato a subir el año que viene al primer equipo como un integrante más de ese trio atacante. Neymar, Messi y Deulofeu son tres jugadores de diferentes perfiles, pero con un idéntico objetivo; convertirse en el mejor. No sé si ante el poder y la jerarquía del argentino, éste será capaz de asumir el reparto de papeles y protagonismo.
¿Habrá suficiente balón para los tres?
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