Ha empezado el Mundial. Para mí, el evento deportivo por excelencia. Desde que lo descubrí en el año 1974, a mis nueve añitos, y desde la televisión pude seguir el camino hasta la final de la entonces denominada “naranja mecánica”, he intentado no perderme ninguna de sus ediciones. Todavía tengo nítido en la memoria el partido de Holanda contra Brasil, que propició que los orange accedieran a la final de la mano del impresionante talento de Cruyff y la potencia física de Neeskens. Krol, Rep, y otros parecían destinados a llevarse aquel título, que sólo trunco una tarde aciaga ante el anfitrión alemán.
Pues bien, cuarenta años después, me sentaba de nueve delante de la televisión para deleitarme con el primer partido de esta edición. Brasil como anfitrión prometía un partido grande, y los croatas con esa pareja de centrocampistas llamados a llenar un espacio en la formación de los dos grandes equipos de nuestra Liga se vislumbraban como un rival difícil de batir. Partidazo a la vista!!
Y pasados los noventa minutos, pues qué queréis que os diga. Todavía estoy intentando buscar en mi memoria alguna jugada que me llamará especialmente la atención, o un tiempo de partido que me dejará enganchado delante de la imagen. Sólo el simulacro de penalti, que con muchas ganas pitó el colegiado japonés hizo que en casa el ambiente se animara. El resto, un poquito de Neymar y poco más.
Y mi sorpresa ha sido cuando esta mañana leyendo la prensa leo titulares hablando de O’Ney y de partidazo con mayúsculas de nuestro crack. Incluso, en un titular de Cristina Cubero se habla se impresionante golazo, en la acción que supuso el empate que contrarrestaba el autogol de Marceloque puso por delante a los croatas.
Debe ser que me hago viejo, y que mi percepción de la realidad varía. Dónde yo vi un chute casi erróneo, medio mordido, y que salió apenas sin fuerza, leo que otros especialistas hablan de disparo colocado a la base del poste. Dónde yo vi a un portero renqueante que tenía que pedir permiso al resto de su cuerpo para poner en orden de ejecución las acciones para lanzarse al suelo, otros hablan de tiro imparable. Dónde yo vi un partido simplón, con apenas dos arrancadas de mención, y un cierto aire de agotamiento, otros vieron magia y dotes de mando. Y donde yo no vi apenas fútbol, otros hablan de magia. Pues sí, debe ser que me voy haciendo viejo.
Y también debe ser por eso que, recordando hoy la final, la primera imagen que viene a la cabeza sea la de Jennifer Lópezcontoneándose en el escenario. Esto debe ser también propiciado por los calores del verano, ¿no?