Hoy en día, el Gran Hotel Balneario Puente Viesgo se alza a orillas del río Pas, en un edificio de 1862 en estilo ecléctico pero de gran influencia inglesa. El ferrocarril trajo la riqueza al pueblo, ya que grandes personalidades como el Marqués de Comillas o Pérez Galdós acudían a "tomar las aguas" que tanto beneficio tenían para curar todo tipo de afecciones.
Otro interesante punto del pueblo es sin duda la Iglesia de San Miguel, que de primeras nos parece un templo antiguo, pero que indagando nos descubre su pasado muy presente.
Aunque parece de estilo románico, es tan joven como que se levantó en el siglo XVII, algo que se distingue perfectamente en la torre y en la capilla, restos de la primera construcción. El cuerpo del templo, sin embargo, se reedificó en 1948 siguiendo los cánones del neorrománico. La mezcla de estilos en la decoración exterior se basa en obras tan variadas como el Pórtico de la Gloria de Santiago o en iglesias como San Martín de Fromistá, Santillana del Mar o Castañeda.
Dentro, completando el aura románica del templo, un espacioso y sencillo ábside.
Y un diminuto San Andrés con una vidriera minimalista.
Nos ponemos en marcha hacia Los Corrales de Buelna. Este municipio cántabro localizado junto a la cuenca del río Besaya tuvo un importantísimo despegue económico gracias a la industria metalúrgica y química a finales del siglo XIX.
La ciudad vivió un desarrollo rápido que permitió un crecimiento espectacular, pero aún conserva varios puntos de interés de los que visitaremos dos.
Por un lado la iglesia de San Vicente Mártir y el asilo de San José, que componen un conjunto arquitectónico nacido de los años de bonanza y riqueza económica de principios del siglo XX.
A primera vista los edificios, sobre todo la iglesia, tienen un aire más antiguo, pero como he dicho se proyectaron y construyeron en el primer cuarto del siglo pasado.
Conjugan en su arquitectura ese estilo ecléctico que parece amalgamar varias corrientes, aunque se suele decir de ellos que presentan un aspecto neoherreriano, que recuerda mucho al Escorial, aunque con muchos guiños al estilo montañés cántabro.
En su interior se venera un Cristo que tiene una curiosa historia, ya que para conseguir la figura del mismo, el escultor Victorio Macho mantuvo durante horas a pastores de la zona colgados de una cruz hasta que sus músculos llegaban al punto exacto de tensión que requería la obra. La imagen tuvo muchos detractores, ya que la cruz tiene forma de T mayúscula y el Cristo no tiene corona de espinas ni lanzada en el costado.
Fuera del templo destaca en una de sus esquinas un reloj muy curioso protegido con doble tejadillo, muy adornado, que contrasta con el severo resto de la iglesia.
Callejeando llegamos al segundo punto de interés, el Palacio de los Condes de Mansilla.
Situado en la plaza del mismo nombre, fue construido en el siglo XVII no es una sola construcción sino un conjunto de edificaciones que incluyen el propio palacio, una capilla, una casa de guardeses y un enorme jardín, todo ello rodeado por un alto muro de mampostería.
Como toda casa noble que se precie, muestra al visitante enormes escudos que demuestran la pureza de su sangre, localizados en las dos fachadas que dan a la calle. En una de ellas el de los Prieto.
Y en otra el de Rasilla y Ceballos.
Actualmente ha dejado a un lado su uso residencial para ser utilizado como lugar de eventos y bodas.
Muy cerca de Los Corrales, en San Felices, se levanta la conocida como Torre de Pero Niño.
Esta construcción de estilo gótico, que se eleva hasta los 14 metros, tenía en su origen 3 plantas, ocupada la baja por el almacén y las caballerizas, la intermedia como vivienda del tenente que administraba el condado y la superior por los guardias y servicio de la torre.
Hoy, la construcción se ha dedicado a una exposición llamada "Pero Niño: vida y andanzas de un caballero medieval", que describe la vida caballeresca y cortesana de éste personaje, desde su estancia en la Corte hasta su muerte, retrocediendo en el tiempo hasta la Baja Edad Media. Y es que su historia fue de lo más fascinante. Militar, marino, corsario, participante en las batallas de Túnez, Inglaterra y Francia, casado dos veces, amante de una princesa de Portugal, enemigo y amigo íntimo del rey... De todo ello queda esta torre que nos recuerda la figura de este caballero que bien podría ser protagonista de una buena novela de caballerías inspiradora de cualquier moderno Cervantes.
Nuestra siguiente parada es Reinosa, ciudad de origen medieval y antigua frontera de los reinos cristianos desde el siglo VIII.
Comencemos el paseo desde su centro administrativo e histórico. la Plaza de España, a la que se llega por la Calle Mayor, conocida por sus soportales que cobijan a los transeúntes durante los fuertes chaparrones y nevadas que azotan la ciudad en invierno.
En la citada plaza, el edificio del ayuntamiento de estilo barroco acompaña a los Torreones de Navamuel y Manrique, mucho más antiguos que él, ya que están datados a finales de la Edad Media.
Ambas construcciones se han anexado a la Casa Consistorial, formando ya parte de las dependencias municipales.
Frente a ellos, construcciones más modernas nos muestran los habituales balcones cubiertos de cristaleras que permiten la entrada de la escasa luz del invierno reinosano.
De vuelta a la Calle Mayor encontramos la casa palacio del Marqués de Cilleruelo, o del Pano, construida por el noble en el siglo XVIII y ocupada después por el regidor de la ciudad.
Para acabar la visita de la ciudad nos acercamos a la Iglesia de San Sebastián, del siglo XVI. De estilo barroco, se cuenta que los sillares para su construcción provienen de las ruinas romanas de Julióbriga.
Como en muchos templos de España, luce en sus muros exteriores una inscripción dedicada a José Antonio Primo de Rivera, con el símbolo de la Falange, junto a las cuales hay una lista con los nombres de los reinosanos del bando franquista muertos en la Guerra Civil.
Y de Reinosa nos acercamos para conocer una curiosidad de la naturaleza, el nacimiento de un río. Era la primera vez que iba a ser testigo de cómo un río surgía de la tierra para surcar parte de la Península Ibérica, y era el Ebro, nada menos.
En el lugar conocido como La Fuentona, se ha localizado a lo largo del tiempo el nacimiento de uno de los ríos más grandes de España, que aunque los investigadores han concluido que realmente nace en el circo del Pico de Tres Mares mucho más arriba, tiene más encanto verlo surgir de la tierra en este enclave.
Para llegar a él, dejamos el coche en el centro de interpretación y bajando por un sendero entre altos ejemplares de fresnos y chopos, vamos a dar a una pequeña y plácida poza donde vemos, entre unas rocas, surgir las primeras gotas del río.
Aislada sobre una de las rocas de la poza encontramos una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de España, rodeado por los escudos de todas las provincias por las que pasa el río. No olvidemos que su Santuario está situado a orillas del mismo río en Zaragoza.
Pasamos un buen rato caminando por las orillas del recién nacido río. dejándonos embrujar por el paisaje.
El río que da nombre a Iberia, recorre 928 km antes de desembocar en el Mediterráneo
Debido a la gran popularidad que gozó a partir de los años 50, se acondicionó la zona como parque y merendero y se encargó al escultor Otero, el mismo que conocimos en Santillana, la imagen de la Virgen y una gigantesca estela de piedra donde acompañada de unas frases de Menéndez Pelayo enfatiza los valores patrios de la época franquista.
En ella vemos tres figuras alegóricas. El Toro Ibérico como símbolo de España, el Atleta que se identifica con el Ebro y con los hijos de la Patria y la Fe que sostiene un medallón con la Virgen del Pilar.