Románico y torrenteras
Capiteles, cascadas y pueblos con sabor en las orillas del Ebro
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Si el valle de Valderredible se convirtió durante el oscuro tiempo de la Reconquista en uno de los rincones preferidos de quienes escogían la vida eremítica como forma de asegurarse el billete a la eterna, puede que fuera por algo. Una de las razones es la facilidad con que la roca de arenisca y tobalina se desgasta: basta pasar la mano para dejar una marca; con un poco más de paciencia se saca una habitación con asientos, mesa y armario empotrado. Sin duda debió de haber más razones: la facilidad para esconderse del sarraceno; un río Ebro con agua para dar y trasvasar; una vegetación pletórica; una tierra fértil; un clima soportable… Y otras más que nunca sabremos. El caso es que tampoco resulta raro quedar prendado de este valle verde, cargado de pueblos con carácter y una larga ristra de ermitas talladas en la roca que podrían hacer morir de envidia a los topillos, si fuera el caso.
Colegiata de San Martín de Elines. Siglo X. Románico. Río Ebro. Cantabria. España.© Javier Prieto Gallego Por si le faltara algo, en uno de sus extremos cuenta también con el privilegio de una colegiata románica, de esas que enamoran a primera vista: San Martín de Elines. Pequeña en tamaño y grande en detalles, bien compuesta, armónica en sus proporciones pero sin apabullar, silenciosa, tranquila, reposada y con un pequeño claustro en uno de sus costados se alza junto a las aguas del Ebro y el pueblo del mismo nombre como una golosina de aspecto irresistible para los glotones de las cosas bellas. Es, sin duda, uno de lo conjuntos monumentales más interesantes del arte románico en Cantabria.
Sus orígenes parecen situarse en torno a los siglos VIII y X, en aquel momento de efervescencia eremítica, tal como apuntan algunos restos de traza mozárabe, pertenecientes al templo sobre el que se construyó la actual iglesia, a mediados del siglo XII. El templo, y lo que se ve ahora, perteneció a un monasterio benedictino que acabó transformado en colegiata. Entre los restos de la anterior construcción se localizan unos arcos mozárabes del actual cementerio y unas ventanas abiertas en el muro septentrional del claustro, éste último añadido a la iglesia en el siglo XVI.
Claustro. Colegiata de San Martín de Elines. Siglo X. Románico. Río Ebro. Cantabria. España.© Javier Prieto Gallego La visita al monumento conviene hacerla con tiempo. Tanto por lo que hay que ver como por atender sin prisas las explicaciones del sacerdote cicerone.
La estampa que presenta desde el exterior aparece marcada por el estilizado torreón circular que se alza sobre el templo por uno de los costados. También por la colección de canecillos que pespuntea la cornisa y que merece degustarse con atención. El interior se revela como un templo de una sola nave, una linterna cuadrangular y un bello ábside. El ábside tiene una gran altura y destacan en él los cuatro pilares cilíndricos que sostienen los arcos torales, decorados con unos capiteles de buen tamaño sobre los que se despliega una rica iconografía, con escenas de la Epifanía o la Matanza de los Inocentes. No son los únicos de interés y casi todos con los que se adorna el templo merecen unos minutos de asombro. En el lado derecho puede verse el único resto de pintura románica de Cantabria. También el claustro, bajito y bien armado contra las inclemencias del tiempo montañés, merece un pausado recorrido mientras se sortean sarcófagos y pilas bautismales de tiempos lejanos.
Cascada del Tobazo. GR. 99. Villaescusa de Ebro. Río Ebro. Cantabria. España.© Javier Prieto Gallego Una buena forma de rematar faena puede llevar desde la misma puerta de la colegiata hasta las también apabullantes cascadas del Tobazo, formadas por las escorrentías que escupe la roca porosa del páramo, en un paseo de cuatro kilómetros sin desniveles que dejarán un recuerdo imborrable de la experiencia. Todo el camino está perfectamente señalizado como GR.99 y discurre junto a un río Ebro que a partir de ese momento se encañona como sólo saben hacer los valientes de armas tomar.
EN MARCHA. Hasta San Martín de Elines puede llegarse desde Burgos por la N-623 hacia Santander hasta Escalada. Desde aquí la BU-643 corre junto al Ebro dejando atrás Orbaneja y Villaescusa de Ebro.
LA VISITA. La Colegiata puede visitarse preguntando en el pueblo. Tel. 942 77 63 43.
EL PASEO. Puede realizarse con niños en una hora. Desde la colegiata de San Martín de Elines basta seguir la señalización del GR.99 hacia Orbaneja. El camino a las cascadas hay que buscarlo al alcanzar Villaescusa de Ebro junto a la orilla del río y por una zona con mesas y bancos. Después de dejar atrás la cerca de un prado el camino se bifurca. Se sigue siempre junto al río hasta topar con un torrente de lecho blanquecino. Sin cruzarlo, basta remontar su orilla izquierda por los prados hasta llegar a los saltos de agua.
Paseo desde Santa María de Elines hasta las cascadas del Tobazo © Javier Prieto Gallego