Metamorfosis:
1. Transformación de algo en otra cosa.
2. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza.
3. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida.
Abres los ojos y lo primero que ves es el techo de tu tienda de campaña, la noche ha sido fría pues te das cuenta de que estás mojado debido a la condensación. Deslizas la cremallera de la puerta asomado la cabeza y todo lo que te rodea es naturaleza en estado puro, árboles enormes, un lago esmeralda de fondo y el sonido de las ardillas retozando cerca de ti. Sientes la cara helada, pero eres feliz de estar allí en ese momento, sabes que mañana despertarás en otro lugar con otras cosas maravillosas.
Durante el viaje hacia Alaska los días pasaban entre montar y desmontar nuestro hogar rodante. A través del cristal se abría un mundo completamente diferente al que había conocido, en el cual los animales vivían a sus anchas y los paisajes llenos de enormes montañas no tenían fin. Podían pasar horas sin cruzarnos con nadie, solo con bisontes u osos que paseaban tan cerca que no parecía real.
Pero en ese mismo viaje tuvimos momentos no tan bonitos, momentos de mucho frío, de lluvia y de no saber qué hacer durante horas dentro del coche o la tienda (Como cuenta Miguel). Era en esos instantes cuando echabas de menos parar y tener un lugar estable.
Después del roadtrip comenzamos a trabajar y estuvimos casi dos meses en una casa. Era la primera vez desde que salimos de España que volvíamos a tener un hogar sin ruedas. Compartíamos el apartamento con cinco personas más, que trabajaban con nosotros y la verdad estuvo muy bien, lo único malo era la cama que estaba un poco tocada y recoger manzanas.
Allí fue donde nos dimos cuenta que nos gusta mucho la vida nómada llena de sorpresas, pero también la estabilidad de una casa. Descubrimos que algo había cambiado en nosotros pues estar parados como en Madrid, sin viajar no nos hacía sentir mal. Probablemente porque ya no éramos los mismos sedentarios, que hacían cada día las mismas cosas y tenían una mentalidad más cerrada hacia lo diferente.
Por lo menos yo, siento que mi concepción hacia ciertas cosas es distinta, aunque mi trabajo me está costando dejar de lado los prejuicios que llevo instalados de serie. A veces pensamos que nosotros no tenemos de eso, que solo son los demás. Pero con remover un poquito salen a la luz.
¿Y cuáles son esos cambios?
Pequeñas acciones que antes ni me planteaba por ser alternativas, poco llamativas o innecesarias para mi yo del pasado, que siendo honesta, era un poco pijo y acomodado. Pero poco a poco esa parte de mí se va quedando atrás en este viaje.
Os voy a hablar acerca de tres aspectos que he incorporado a mi vida y que me hacen sentir mejor con el mundo que me rodea.
Dar una nueva vida a la ropa de segunda mano.
En los últimos años está muy de moda el estilo vintage, los modernos o hipsters pagan un dineral para llenar su armario de estrambóticos modelos que tú no te pondrías ni para Halloween. Pero esa no es la idea que quiero transmitir, pues no tiene nada que ver con las modas pasajeras ni mucho menos.
En USA como en Canadá la gente dona la ropa para que otros la compren a precios súper baratos y ese dinero ayude a los más necesitados. Las puedes encontrar en prácticamente cualquier ciudad, sea del tamaño que sea y en todas aparte de ropa, tienen menaje del hogar, música e incluso cosas para hacer manualidades.
La primera vez que fui a una me encontraba en Vernon y al principio me sentía un poco rara allí. Mire la ropa por encima y no quería probarme nada. Prejuicio a la vista, pensaba que todo estaba sucio y mi madre en mi cabeza susurraba a saber quién habrá llevado eso puesto. Le dije a Ori que luego tendríamos que buscar una lavandería y me contestó riendo que estaba todo limpio, que dejara la paranoia.
Seguí paseando y no me atrevía a coger nada, hasta que vi una sudadera enorme que me parecía muy cómoda. La cogí y olía a suavizante, me la probé y desde entonces es una de mis prendas favoritas. Ese mismo día encontré más gangas y antes de irnos a las montañas compramos todo lo necesario para aguantar el frío canadiense en una de ellas.
Qué más da de donde salió o a quien perteneció, al comprarla ayudas no solo a la gente que más lo necesita también aportas tu granito de arena a algo más grande.
Es necesario que tengamos claro que la ropa comprada en las grandes superficies procede de fábricas en países asiáticos, donde cientos de personas trabajan en nefastas condiciones para que tú puedas llevar la última moda en ropa. Además, debido a la superproducción creamos muchísimos residuos y cada vez son más difíciles de eliminar sin perjudicar a nuestro bello entorno.
En España por ahora desconozco de la existencia de esta alternativa, sé que la ropa se puede donar pero no estoy muy segura de a dónde va y que hacen con ella. Mientras llegan otras alternativas si quieres dejar de consumir ropa de usar y tirar puedes intercambiar tu ropa con familiares y amigos, así aquel pantalón que ya estás cansado de usar, puede parecerle a otra persona una prenda completamente nueva.
¡Rescatemos la comida!
Hace tiempo os hablamos de algo llamado Dumpster diving, que trata de la búsqueda de comida en contenedores, con el fin de parar con el despilfarro de comida que realizamos diariamente. Por ahora no nos hemos puesto los guantes para esto, pero si hemos comenzado a conseguir comida de una manera diferente.
En el momento en que Ori publicó aquel post, me lleve las manos a la cabeza, estaba a favor de evitar el derroche de comida pero no de esa manera. Pensaba que comer comida recogida o a punto de caducar, era similar a tomar basura. No podía ser más estúpida.
Me di cuenta de mi error cuando recogimos manzanas. Nuestras compañeras de piso, solían llegar con las bolsas llenas de verduras, pan, fruta que en este país son productos bastante caros, no entendíamos cómo se podían gastar tanto dinero en en comida, siendo todos viajeros low cost. Pero realmente no les costaba ni un centavo pues nos contaron que lo tomaban del banco de alimentos del pueblo donde vivíamos.
A diferencia de España en Canadá la mentalidad es diferente, para ellos lo importante es no desperdiciar la comida y evitar que las grandes superficies se deshagan de ella pese a estar en perfecto estado, por eso siempre hay voluntarios en las comunidades que se encargan de recoger la comida que luego distribuyen a quien quiera que la vaya a recoger. Todo el mundo se beneficia de ello.
Al llegar a Banff y saber que pasaremos bastante tiempo aquí, decidimos que para seguir con nuestros ideales, lo suyo sería comenzar a consumir menos y ser partícipes de este movimiento. Esta ciudad es realmente turística y creíamos que sería difícil encontrar algo así. Pero una vez más Canadá nos sorprendió y dimos con Banff Food Rescue, una comunidad que tiene pactos con los supermercados de la zona. Estos en vez de tirar a diario la comida a punto de caducar, se la entrega a ellos que la ofrecen para aquel que quiera recogerla.
Siempre tienen, ensaladas, pan de todos los tipos, pasteles y vegetales. Ya lo hemos probado y las cosas estaban estupendas. Cuando sales con tu comida llevas una sonrisa en la cara pues contribuyes a una buenísima causa.
Trabajos que sacan lo mejor de uno mismo
En los últimos meses preparando el viaje, mis compañeros de trabajo y familia me preguntaban ¿si no sabes inglés en qué vas a trabajar en Canadá?, yo les decía que probablemente en la fruta o haciendo camas. Todos me miraban en plan, vas a dejar un trabajo en una oficina por eso…
Voy a ser sincera hasta yo me lo cuestionaba, nunca había trabajado realizando algún esfuerzo físico, como mucho estar de pie cuando trabajaba en una tienda. Ni se me pasaba por la cabeza antes de este proyecto llegar a ponerme a recoger fruta. No tenía motivo alguno para hacer ese tipo de trabajos, que todos rechazan por ser bastante rudos y mal pagados.
Ciertamente estos empleos siempre han estado relacionados con gente extranjera, que realiza aquellas cosas que los ciudadanos del país en cuestión no quieren hacer. Para que luego digan que los inmigrantes les quitan el trabajo. Aunque en este país me sorprendió ver a muchos jóvenes trabajar durante el verano en estos empleos sin caérsele los anillos, para poder costearse el resto del año en la universidad.
En estos meses he trabajado empacando cerezas, recogiendo manzanas y uvas y ahora como limpiadora de habitaciones de hotel. Son empleos duros no os voy a mentir, pero después de realizarlos sé que soy capaz de hacer cualquier cosa, al terminar cada jornada ves lo que has hecho y te sientes muy fuerte. Además, me siento libre haciendo esto, pues no estoy atada a ninguna empresa y con ello mi meta, de viajar por más países, está mas cerca.
No hay que ser clasista con los oficios que desempeñan cada persona. Un director de una compañía y el que limpia las calles son iguales, siempre y cuando ambos sean felices con lo que hacen. Lo importante es conseguir a través de nuestro trabajo aquello que realmente ansiamos.
¿Nuestra mochila también ha cambiado?
Por último, para hacer un guiño a nuestra buena amiga Pepa del blog Viajes Terapéuticos, he añadido este apartado. Ella nos preguntó hace poco si nuestra mochila había sido útil, si seguíamos usando nuestros jabones naturales, las pinturas, juegos, instrumentos…
Es cierto que hemos dejado atrás muchas cosas que llevábamos en la mochila, pero nada de lo que os contamos en el post se ha quedado en el camino. Hemos tenido que tirar ropa porque la hemos destrozado en los trabajos en el campo pero el resto sigue con nosotros.
Instrumentos musicales: han estado olvidados los meses en la fruta, pero ahora que estamos en un sitio cerrado volverán aparecer.
Jabones: fueron el mejor descubrimiento del mundo, son buenísimos con nuestro cuerpo y duran mucho tiempo. No cambiaríamos nunca nuestras pastillas para cepillarnos los dientes por la típica pasta. En cuanto algo se nos acaba corremos a comprarnos repuestos. Esperamos aprender hacer nuestros propios productos en breve.
Juegos: nos salvaron en más de una ocasión de lluvias en Alaska y también nos ayudaron a crear buen rollo con nuestros compis de trabajo.
Objetivos mini: siguen haciendo fotos alucinantes, aunque a veces no nos da tiempo a sacarlos por la belleza del momento.
Ori y yo cargamos con los cachivaches de pintura y algunas cosas nuevas. Pintar, dibujar, tejer, hacer pulseras son cosas que amamos hacer y nos ponemos a ello en cuanto tenemos tiempo libre, no sabemos cómo vamos hacer cuando no tengamos coche.
Como podéis ver un viaje no es solo coleccionar una serie de paisajes maravillosos, también es aprender más sobre uno mismo y lo que nos rodea. Descubrir cada nuevo aspecto de mi persona es tan emocionante como ver por primera vez una ballena saltar sobre el agua helada. Está claro que aunque dejemos de viajar, nunca volveremos a ser los mismos.
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