John Michael McDonagh firmó en 2011 El irlandés, una comedia negra personalísima protagonizada por Don Cheadle y Brendan Gleeson. Hermano del también director Martin McDonagh (Escondidos en Brujas y Siete psicópatas), John da una vuelta de tuerca más a su humor dramático con tintes psicológicos en esta, su segunda película, Calvary (Reino Unido/Irlanda); film que inaugura la Sección Oficial del 52 Festival de Cine de Gijón y que vuelve a protagonizar nuestro admirado Gleeson.
Calvary cuenta la (posible) última semana de vida del Padre James, el pastor de una pequeña y tranquila iglesia irlandesa, tras ser amenazado de muerte por alguien, a priori desconocido, en el confesionario de su parroquia. James tendrá una semana para encauzar su vida, recibiendo la visita de su hija y "estrechando" el trato con los habitantes del pequeño pueblo, que resultará no ser tan tranquilo como podía parecer a simple vista. Después, llegado el domingo, tendrá que enfrentarse a la muerte.
McDonagh plantea Calvaryen siete "episodios", correspondientes a los siete días de la semana. (Per)siguiendo al Padre James en su proceso de auto-despedida, el relato se estructura en base a una serie de situaciones, inconexas muchas veces entre sí, donde el espectador, mediante las conversaciones del protagonista con los habitantes del pueblo, descubre poco a poco los matices de la personalidad de ese sacerdote que tan "purista" resultaba en un inicio.
Es esta evolución del personaje central, apoyada en dicho planteamiento de las situaciones, además de en las claras dotes interpretativas de Gleeson, el principal elemento a destacar de la película: Calvary es la historia de un cura; Calvary es el Padre James; Calvary es Brendan Gleeson (y John Martin McDonagh, claro). Sin embargo (porque todo hay que decirlo), es también esa inconexión lo que termina restándole puntos al conjunto final, convirtiéndose en cierto lastre al no permitir al espectador conectar de lleno con la idea central que plantea el relato.
Calvary, a fin de cuentas, es una tragicomedia para nada al uso; una película bañada en una atmósfera agridulce, que satiriza y reflexiona sobre el ámbito religioso y hace uso de un humor absurdo y, ante todo, de una innegable personalidad.
En una frase: McDonagh y Gleeson, otra vez en la brecha tras El irlandés. Y ya conocemos el dicho: no hay dos sin tres. Pelayo Sánchez