Budapest es una de esas ciudades que te sorprende cuando la conoces. Cuatro días fueron suficientes para que esta maravillosa capital se convirtiera en una de nuestras ciudades favoritas. El Danubio, el segundo río más largo de Europa, separa Buda y Pest y juntas forman una ciudad impresionante.
Si quisiésemos resumir en una línea nuestra visita a Budapest, podríamos decir que Buda es la zona más elegante de la ciudad y Pest reúne el comercio de la misma. Buda y Pest están unidas a través de numerosos puentes: el Puente de las Cadenas es el más largo y bonito de todos ellos.
Danubio y vistas sobre Pest
Puente de las Cadenas
Buda
Empezamos nuestro recorrido cultural de la ciudad por Buda. Cruzamos el Puente de las Cadenas y subimos al Castillo de Buda o Palacio Real por unas escaleras que salen a la derecha del funicular. Las vistas de Pest desde lo alto de la colina, con el Danubio como protagonista, son impresionantes. Desde el castillo nos dirigimos al Bastión de los Pescadores desde donde se tienen unas vistas de la ciudad similares a las del castillo. La zona está llena pequeñas callejuelas con mucho encanto donde pasar un buen rato y tomar un café.
Subida a pie al Castillo
Vistas sobre el Danubio y Pest
Bastión de los Pescadores en Buda
A orillas del Danubio en la parte de Buda
Pest
En Pest, nos llamó mucho la atención el Parlamento. Construido a finales del siglo XIX, el edificio es impresionante. Se trata de una construcción de unos 270 metros de longitud,120 metros de ancho y tiene cerca de 700 habitaciones. Impresionante, ¿no?
Parlamento
Parlamento al fondo
En la zona en la que se encuentra el Parlamento hay un par de restaurantes muy modernos donde poder comer al mediodía por muy buen precio. El tranvía pasa justo por la plaza y las vistas son idílicas.
Parada para comer
Otra zona que merece la pena visitar es la Avenida Andrassy que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2002. Se trata de un bulevar que comienza en la plaza Erzsébet y finaliza en la Plaza de los Héroes. Los edificios y palacios que se conservan a lo largo de toda la avenida son realmente bellos. El edificio de la Ópera se encuentra en esta calle y al final de la misma, y a través de un parque muy bonito, se encuentra el balneario Széchenyi.
Otra calle cuya visita es obligada es la calle Váci (Váci Utca). Una calle peatonal y comercial que discurre paralela al Danubio. Es una calle con mucho encanto y más antigua que la avenida Andrassy.
También nos gustó mucho el Mercado Central. Construido a finales del siglo XIX quedó seriamente dañado durante la Segunda Guerra Mundial y fue reconstruido a mediados de los años 90 del siglo XX. En la primera planta hay varios puestos donde comprar algo para comer, así como varios puestos de recuerdos.
Mercado Central
Al lado del mercado central se encuentra el Puente de la Libertad, otro puente muy bonito por el que cruzar el Danubio. Al final del mismo se puede subir a otra de las colinas de Buda con vistas espectaculares sobre la ciudad.
Puente de la Libertad
Vista panorámica sobre la ciudad desde el Monte Gellért
Al atardecer la ciudad cobra otra vida. La iluminación de calles, puentes y monumentos, junto con el bullicio de los restaurantes y cafeterías de la calle Váci, así como la elegancia de la avenida Andrassy dan un toque romántico a la ciudad que recuerda mucho a ciudades como París.
Tranvía cuyo recorrido discurre paralelo al Danubio
Café Anna en los alrededores de la calle Váci
Quisimos hacer un crucero por el Danubio, pero al final no nos dio tiempo. No calculamos bien las horas. En cambio, descubrimos que hay un tranvía que recorre el Danubio a lo largo de sus dos orillas y que te permite ver toda la ciudad de otra manera y por muy poco dinero.
Balnearios
Algo que no nos podíamos perder era pasar un día en uno los balnearios de la ciudad. Principalmente, hay tres donde elegir: Gellert, Széchenyi y Rudas. Nosotros nos decantamos por Széchenyi, entre otras cosas por la proximidad al hotel donde nos alojamos, y puedo aseguraros que nos encantó y lo pasamos genial.
Piscinas exteriores
Széchenyi es uno de los balnearios más grandes de Europa y la verdad es que sus piscinas exteriores son inmensas. Una de estas piscinas es de agua caliente. La otra está climatizada, pero es más fresquita. Esta segunda es una piscina para nadar. Había una tercera piscina, pero estaba cerrada. Estar dentro del agua a 37ºC y que la temperatura exterior sea de 14ºC ¡es una pasada! Cuando, por algún motivo, tenías que salir del agua no podías dejar de correr.
Piscina exterior de agua caliente
Dentro del edificio había muchas piscinas más pequeñas a diferentes temperaturas.
Como somos muchos turistas los que visitamos estos balnearios, es bueno ir desde primera hora de la mañana. Los grandes grupos comienzan a llegar después de la comida y conforme avanza la tarde tienes la sensación de estar en una lata de sardinas.
El día terminó en un de las cremerías de la ciudad.
Helados artesanales riquísimos
¡Otra escapada maravillosa que nos dejó un gran sabor de boca!