La peregrinación que miles de personas hacen cada año hasta las puertas de la catedral de Santiago de Compostela es conocida en el mundo entero desde la Edad Media, y es que se cree que en su interior alberga toda una reliquia: el sepulcro con los restos del apóstol Santiago. Fue en el siglo X cuando en Europa se extendió la práctica de las peregrinaciones hacia los Santos Lugares, entre los que Santiago convivía junto a Roma y Jerusalén. Además, las innumerables rutas que partían desde toda Europa hasta la capital gallega funcionaban como un canal de comunicación que traía a España todas la novedades que se producían en el viejo continente.
La planta de la catedral de Santiago de Compostela es la del prototipo de una iglesia de peregrinación y se construyó bajo el mismo plano que una de las obras maestras del románico francés: la iglesia de San Sernín de Toulouse. Tiene tres naves longitudinales a las que cruzan otras tres de la nave transversal; la cabecera está formada por un amplio pasillo semicircular en el que hay cinco pequeñas capiilas;la nave central está cubierta por una bóveda alargada – de cañón – y sobre las laterales se abre una tribuna abierta a la nave principal.
Del exterior destacan la Puerta de las Platerías, el Pórtico de la Gloria y la fachada del Obradoiro. La primera es un conjunto escultórico elaborado después de levantarse la catedral (finales del siglo XI) que muestra escenas de la vida de Cristo, la Pasión y las tentaciones. De un siglo después data el Pórtico de la Gloria que servía como entrada principal hasta que quedó oculta por la fachada del Obradoiro. En él figuran tres arcos totalmente decorados con esculturas del apóstol Santiago y el resto de sus compañeros, de Cristo, de los 24 ancianos del Apocalipsis entre otras.
La fachada del Obradoiro es posterior al resto. Tras sucesivas reparaciones de las anteriores fachadas, esta de estilo barroco es la que finalmente ha permanecido en el tiempo. Es un completo homenaje al apóstol Santiago, quien queda representado en el cuerpo central, entre las inmensas vidrieras. También hay representaciones esculpidas de su familia, discípulos y su sepulcro allí hallado.
Como en todo, siempre hay detractores y defensores, y esta fachada no es la excepción. Mientas algunos no aprueban la diferencia de estilos, la fachada del Obradoiro se ha convertido no solo en el símbolo de la Catedral de Santiago, sino en el de la ciudad y uno de los iconos de la cultura española que atrae a multitud de turistas año tras año.
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