Aviso al lector: Este artículo es una revisión en profundidad de la película 300: El origen de un imperio. Se desvela lo que ocurre en la película.
Comienza la 11ª Muestra de Cine Fantástico de SyFy y lo hace con un primer plato aparentemente potente, el preestreno de la secuela/spin off de 300. ?Segundas partes nunca fueron buenas? rezaba el dicho, y sinceramente, el film dirigido por Noam Murro no trata de desmitificar esta frase. El cineasta israelí afronta su segunda película tras Smart People (2008), con la confianza de ser elegido por Zack Snyder, quien a pesar de no estar al frente de la cinta, vuelve a escribir el guión junto a Kurt Johnstad.
La película, al igual que su predecesora, está basada en una novela gráfica de Frank Miller, Xerxes en este caso. En ella se desarrolla la historia del ostentoso rey de Persia, de cómo llegó a ser el dios-rey que vimos en la primera parte, y además aporta una visión más amplia de las Guerras Médicas entre el imperio persa y Grecia.
El inicio de la cinta es espectacular, potente. Se presenta a los atenienses, una nueva versión light de los espartanos, mediante una gloriosa coreografía en forma de batalla contra unos incautos persas que acababan de desembarcar en la costa griega. La orgía de sangre, vísceras y miembros volando es, a ratos, fácilmente confundible con un videojuego (la combinación zoom + slow motion + aceleración y la temática recuerdan inevitablemente a la saga God of War). Al menos la estética parece ser la misma de antaño y la cámara lenta le sienta bien a esta secuencia.
A continuación se nos presenta, ya de un modo más pausado pero no menos llamativo, la historia de cómo Jerjes llegó a convertirse en aquel colosal y áureo emperador que vimos en la primera película. Aquí entra en juego la principal antagonista de esta secuela, Artemisa (Eva Green), quien además de ser hábil en las artes de la guerra también es una excelente manipuladora, y consigue convencer a un joven y humanizado Jerjes de que vengue la muerte de su padre a manos de Temístocles, arrasando toda Grecia.
Poco a poco la película comienza a desinflarse, perdiendo explosividad. Continúa este declive hasta casi el final, con excepción de una escena entre Artemisa y Temístocles (Sullivan Stapleton). He de decir que Eva Green es, en parte, lo que más mantiene enganchado a la pantalla, ya sea por una correcta interpretación o por la sensualidad que desprende. En concreto es en esta escena donde la actriz acapara toda la atención. En una negociación con el héroe griego para detener la guerra, ella termina por seducirle y comienza una especie de batalla sexual entre los dos, lo que parece ser una metáfora de la sumisión de un pueblo ante otro.
Por otro lado Temístocles, el héroe de esta película, se me antoja soso y repetitivo. Sullivan Stapleton se mantiene constantemente bajo la alargada sombra de Leónidas (varias veces mencionado en la cinta) y es que su comparación no le hace ningún bien al actor australiano, se echa en falta un verdadero héroe con carisma.
Hasta llegar al desenlace van sucediéndose escenas de combate entre griegos y persas que no aportan nada nuevo. La espectacularidad del inicio termina volviéndose en contra de la película, la cantinela de ser siempre una minoría heroica que termina ganando ya cansa y los continuos -y fallidos- intentos de asentar un discurso que motive al espectador a sumergirse en las aguas del Egeo con el resto de atenienses colma la paciencia de uno cuando se recurre a la frase ?¿Preferís morir de pie, espada en mano, o vivir de rodillas como esclavos??.
Finalmente, en la última batalla, ese intento por llamar a la épica queda del todo sepultado por una escena de Temístocles a lomos de un caballo en llamas saltando de barco en barco, cuya premisa alcanza lo esperpéntico y se da de morros con lo cómico. Jerjes se postula como un mero espectador durante la cinta (que se desarrolla a la vez que la batalla de las Termópilas). Mención especial para el broche de oro al final, oro Lannister, donde la viuda de Leónidas, Gorgo (Lena Hedey) aparece en la batalla para vengar a su marido, partiendo persas en dos con la espada de su cónyuge, ataviada con un vestido.
Como conclusión, uno acaba descubriendo que sólo se trata de una versión de marca blanca de la primera película, que no contiene nada verdaderamente original (aunque bien pensado, que el estilo de Zack Snyder sea tan fácilmente imitable puede ser un punto en contra de este realizador más que un defecto de la secuela). A pesar de que el estilo y la fotografía son realmente brutales, no tienen la frescura de la primera vez. Te enseña que un hombre con armadura y preparado para la guerra muere antes que un alfarero a pecho descubierto (no una, sino muchas veces). Deduces que sin cámara lenta la película podría competir en el Notodofilmfest, pero terminas por dejarte llevar y simplemente disfrutar del carnaval de sangre, las inverosímiles formas de matar y de las armas de Eva Green.
En una frase: Nada nuevo por la Antigua Grecia.Alejandro Famos