Más del 20% de los griegos no podían permitirse el año pasado acceder a las necesidades más básicas, casi el doble que en el 2010, cuando la crisis explotó de forma virulenta en el país. En este mismo estudio de la ELSTAT (Autoridad Griega de Estadística), se aseguraba que no solo era gente pobre la que no podía acceder a esas necesidades básicas, que iban desde no poder pagar la calefacción de casa hasta los gastos diarios.
Seis años de recesión y una dura austeridad fiscal exigida por sus acreedores internacionales han acabado con un cuarto de la economía griega y han elevado la tasa de desempleo hasta el 28%, lo que ha provocado en los últimos años protestas masivas.
Más de un 20% de los griegos no podían permitirse ni tan siquiera unas pequeñas vacaciones de una semana o comer carne cada dos días. Una tercera parte tampoco podía el año pasado pagar la calefacción de casa, debido a que el Gobierno había subido los impuestos para aumentar las arcas del Estado.
La falta de productos básicos como una lavadora, un televisor en color, un coche y la dificultad a la hora de pagar los plazos de la hipoteca no solo eran problemas de los pobres, sino también de numerosos grupos de población que incluso tenían un trabajo.
La caída del nivel de vida fue mucho más pronunciada entre los griegos menores de 64 años.
En este 2014, y especialmente a partir del 2015, Grecia comenzará a ver la luz y a reducir sus agujeros presupuestarios. Se espera que la recuperación sea lenta, pero al menos no tendrá nada que ver con un año 2013 horrible. La economía tocó fondo y ahora solo queda tener esperanza en un tiempo mejor.
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