Alemania necesita más gasto y una nueva infraestructura. Los principales expertos aseguran que el país germano debería dejar de obsesionarse con su déficit a corto plazo y en su lugar empezar a gastar más en carreteras, puentes y escuelas. De hecho, los inversores es lo que realmente están solicitando.
Tal y como apunta el propio Fondo Monetario Internacional, una mejor infraestructura podría impulsar la economía tanto a corto como a largo plazo, siempre y cuando los costos en endeudamiento sigan siendo bajos.
Pero Alemania no piensa ahora mismo en ello, y con ello está arrastrando al resto de Europa a hacer lo mismo. La austeridad a veces es buena, pero en este caso está siendo un suicidio. A pesar de su imagen como potencia económica, solo ha crecido un 1,1% al año en esta última década.
Para colmo, a este tambaleo se le unen también las sanciones rusas, por lo que, aunque muchos no lo crean, Alemania es ahora mismo uno de los países que peor está llevando la economía dentro de la zona euro. Se une a países como Italia, que se encuentra en recesión, o Francia, con la economía completamente estancada durante este año.
El problema radica en que todos estos países se miran en el espejo de Alemania. Ninguno de ellos parece dispuesto a dejar de hacer lo que hace el país germano, que está arrastrando consigo al resto. Y esto es lo que, en resumidas cuentas, está paralizando la economía europea a día de hoy.
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