Cuando hice éste viaje, lo de consultar en internet no era el pan nuestro de cada día, había que tirar de enciclopedias y guías de viaje, y fueron ellas las que me animaron a hacer una pequeña excursión a un lugar fascinante, Meteora.
Tras tomar un autobús que nos llevó hasta Kalampáka, hicimos un pequeño trecho a pie hasta llegar hasta las torres naturales de caliza de Meteora, que quiere decir "rocas suspendidas".
El año 985 marca el comienzo de los retiros espirituales de los monjes en esta zona, cuyo máximo exponente es el ermitaño Barnabas, y ya en el año 1336 se fundó el primer monasterio, Megálo Metéoro.
Llegaron a existir hasta 23 de estos cenobios destinados tanto a hombres como a mujeres, que accedían a ellos, en un principio mediante escalones tallados en la piedra, y luego, mucho menos cansado gracias a un sistema de poleas y tornos que se empezó a usar en el siglo XVI.
Los monasterios que quedan se mantienen gracias al turismo, donaciones privadas y una pequeña parte que aporta el Estado griego. Si me permiten que les aconseje elijan tan sólo tres de ellos, lo que les permitirá tener una idea global del conjunto inicial: Varlaam, Rousánou y Megalo Metéoro.
Rousánou se levanta en la punta de una aguja muy escarpada lo que hace que sea uno de los emplazamientos más impresionantes. No debemos dejar de visitar su iglesia de la Metamorfosis y un pequeño osario donde guardan los cráneos de los monjes más piadosos.
Varlaam fue fundado en 1518 y nos regala unos maravillosos frescos de Katélavos. Se cuenta que para construirlo, los ermitaños colocaban clavijas en la roca y de esta manera alcanzaban la cumbre con los materiales de construcción a cuestas.Otra teoría sugiere que lanzaban cometas hasta lo alto con cuerdas atadas a los escalones de maroma por el que luego subirían.
Por su parte, Megaló Metéoro fue el primer monasterio en ser fundado y se levanta a 623 metros del suelo, el edificio principal guarda reliquias de un valor incalculable.
En esta postal que compré pueden verse mejor los monasterios.
Y otra visita, esta vez en la propia Atenas es el Museo Arqueológico Nacional.
En funcionamiento desde 1891, vino a reunir en sus salas todos los hallazgos que hasta entonces estaban diseminados por toda la ciudad y en pequeños museos a lo largo y ancho del país. Como anécdota siempre se cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial se enterraron los valiosísimos tesoros que guardaba para protegerlos de los posibles bombardeos. Ya que el museo es enorme permítanme seleccionar lo mejor de él para tener una visión lo más completa de la colección.
Empezamos por el "Joven de Antikýra, un bronce realmente hermoso que se encontró semienterrado en una isla y mide 2 metros de alto.
Seguiríamos con la Máscara de Agamenón, descubierta en las excavaciones de Micenas por Schliemann. Es de oro puro y se supone que representa al rey del mismo nombre.
Ahora nos encontramos de frente con un dios, Poseidón, que parece a punto de lanzar su poderoso tridente. Unos pescadores encontraron su brazo en 1926 y tras buscar sin descanso en los alrededores del hallazgo, dos años más tarde apareció el resto del cuerpo. ésto ocurrió en cabo Artemisio.
Fijémonos en los detalles. La tensión de la musculatura, la delicada colocación de los dedos para no errar el tiro, los cabellos ajustados en preciosos rizos que enmarcan un rostro majestuoso y expresivo...
Muy cerca se encuentra el Kourós de Sunio, ofrenda hecha a Poseidón, que representa un hermoso joven desnudo que nos recuerda rápidamente a las figuras egipcias, de las que derivan.
Y precisamente, al lugar donde se encontró la estatua nos dirigimos, el Cabo Sunio o Sunion.
Acertadamente, el cabo formado por un suave promontorio que descansa sobre el Egeo, fue el lugar elegido para levantar el Templo de Poseidón y rendirle culto. No cuesta trabajo imaginar que como un faro, el reflejo del sol en sus blancas columnas de mármol sirvieron durante siglos de referencia a los marineros que pasaban cerca del cabo.
Levantado en el 444 a.C. estaba formado por 34 preciosas columnas de las canteras de Agriléza, de las que sólo sobreviven 15.
Como curiosidad, decir que las columnas tienen 16 estrías en lugar de 20, con lo que se reduce la superficie expuesta a la erosión, factor que influye en su estupenda conservación.
Un reto: encontrar la firma que dejó en una de las columnas en 1810 el escritor británico Lord Byron. El atardecer es único en toda la Grecia continental.
Y vamos a seguir conociendo el país, dirigiéndonos ahora a Delfos. Por el camino vemos pueblos encaramados a las montañas, como el de Vitsa.
Como hay leyendas para todos los gustos y en todos los lugares, Delfos no iba a ser menos, ya que según una de ellas, dos águilas soltadas por Zeus en los extremos opuestos del mundo se cruzaron en Delfos, lo que hizo que el dios nombrara Delfos como el centro de la Tierra.En este punto tenía su punto principal el culto al dios Apolo y sobre todo su oráculo. Tras sacrificar un animal y pagar un impuesto podían escuchar por boca de la sacerdotisa o pitia las palabras del Dios, ya que ésta entraba en trance inducido por unos vapores tóxicos que emanaban de la tierra y contestaba a las preguntas formuladas por los viajeros.
Del lugar cabe destacar la via principal, o Sacra, el Templo de Apolo y el Templo de Atenea.
Precisamente, parte de este último templo es el tholos, estructura circular que constaba de 20 columnas pero del que se desconoce la función.
Pasado el Templo de Apolo...
...encontramos el Teatro, construido hace 2.500 años y con un aforo de 5.000 personas, que sin duda es uno de los más bonitos de Grecia.
A su lado el Estadio, de 200 metros de largo y cabida para 7.000 espectadores que acudía
para disfrutar de los Juegos Píticos.
Una vez recorrido el conjunto entramos al Museo de Delfos, donde encontramos la maravillosa estatua en bronce del Auriga de Delfos, triunfador en una carrera de cuádrigas en los Juegos del 478 a.C.
Otro punto importante es la colosal esfinge de Naxos, una ofrenda de los ricos ciudadanos de esa isla al dios Apolo. Mide nada menos que 2 metros de alto y estuvo colocada sobre una columna de 10 metros.
Y nos vamos de Delfos siguiendo una carretera que nos asombra con las vistas de los Montes Pindos., que albergan dos Parques Nacionales, y una inusual fauna que incluye osos y lobos que deambulan por los valles remotos y caminos apenas transitados.