La cinta es dirigida por Cristóbal León y Joaquín Cociña, quienes coescribieron el guion al lado de Alejandra Moffat. En entrevista, la guionista de La Casa Lobo nos habla del proceso para crear esta historia, de las referencias de la misma y de la importancia de las mujeres en la industria del cine.
Me interesa mucho la manera en la que se trabajó el guion para La Casa Lobo, y cómo estuviste involucrada más allá de la historia. ¿Qué crees que los guionistas pueden aportar a las cintas si participan de forma más activa y cómo enriquece a las películas?
Creo dos cosas: que el trabajo de un guionista va más allá de contar una historia y que el cine se debería trabajar siempre en colaboración. Me acomoda trabajar en proyectos donde todo el equipo está involucrado en el proceso de forma activa. Me cuesta mucho imaginarme al guionista en un escritorio sin tener diálogo con la dirección, sonido, fotografía y edición de una película. La película no se deja de escribir hasta que se estrena.
Creo que el diálogo hace cambiar estructuras, que nazcan nuevas ideas. El guión de La Casa Lobo sin el trabajo de sonido de Claudio Vargas no sería nada. Lo mismo con el trabajo en dirección de arte de Natalia Geisse. Me siento parte de un equipo de una película al cual respeto y admiro. Creo que uno piensa mejor las películas así. No se confunde entre contar una historia y hacer una película. Creo que en las estructuras debe haber divagación y un poco de caos para que se vuelvan naturales. Muchas ideas del guión de La Casa Lobo nacieron en diálogo con otros. Las películas son las que se enriquecen y crecen a través del diálogo.
¿Crees que tu experiencia en la industria cinematográfica ha sido marcada por el hecho de ser mujer? ¿Has encontrado obstáculos o ventajas en algún punto de tu carrera?
Habría que preguntarle a los productores de la industria cinematográfica si ellos se han aprovechado de tener mujeres en sus equipos, si les han pagado menos, si nos han discriminado por ser mujeres. Creo que ha ellos se les debe preguntar e incitar a hacer una revisión de sus prácticas. Si uno ve la lista de casi cualquier país se da cuenta que hay muchas menos directoras, directoras de fotografía, editoras trabajando. Habría que preguntarse si eso es casualidad.
Desde mi experiencia, puedo decir que no. Que es parte de una política. Procuro aceptar proyectos donde hay una relación horizontal, donde está claro el presupuesto tanto mío como el del resto del equipo. Donde mi opinión y la del resto es valorada. No podría trabajar en otro tipo de estructuras. Para eso uno a veces tiene que trabajar el doble. Por supuesto que eso tiene costos pero si hago una revisión en este instante de los proyectos en los que estoy involucrada, todos están fuera de la lógica del abuso y la discriminación. Y eso me hace estar tranquila, orgullosa y feliz de participar en ellos.
Es un trabajo al que le dedico mucho tiempo, paso escribiendo la mayor parte de mis días. Quiero hacerlo para equipos que se respeten. Ese es un privilegio que tengo, que valoro y que cuido. No es una cosa de gustos o elección. Es completamente falso que cualquiera puede elegir donde trabajar en un sistema que propicia el abuso y la discriminación.
En La Casa Lobo se explora el tema del miedo, ¿cuál es tu mayor temor?
Los militares. Desde chica les tuve mucho miedo. Sus trajes, sus armas, sus caras pintadas, sus posturas en cualquier marcha. Esa mirada al frente. El cuerpo atento y las armas.
Nací en dictadura y viví una transición democrática que nunca terminó de cuajar. Que no tenía posibilidades de ser real. Recuerdo que en el terremoto del 2010 en Chile hubo toque de queda y salieron militares a las calles, hasta tanques habían. Eso me daba terror. Afuera de cualquier tienda estaban con la cara maquillada, como si estuvieran en una guerra. Lo que hace el entrenamiento en un ser humano me da terror.
¿Cómo ha sido para ti recuperar el terror que se vivió en Chile en el pasado y transformarlo en una especie de metáfora-sueño
Ha sido una muy buena experiencia. Podría decir que una experiencia necesaria. Ver esa atmósfera construída a través de un viaje animado. Cada vez que veo la película, la veo distinta. Me gusta mucho y admiro el trabajo de Joaquín Cociña y Cristóbal León por eso, porque permite al espectador ver una y otra vez cosas distintas porque al crear las películas dejan espacio para que el espectador lea, interprete, sienta.
En el caso de La Casa Lobo hay algo muy claustrofobico y al mismo tiempo muchisíma libertad, en esa paradoja, hay algo vivo. Hay una cosa del cine que a mí me aburre a veces y es la idea de que es sólo para contar historias con estructuras que se vuelven predecibles. No involucran viaje, tiempo, divagación, libre interpretación. Muestran el bien y el mal. Quieren aleccionar sobre el comportamiento humano cuando somos muchos más caóticos que las estructuras con las que se nos intenta representar.
Tuviste alguna razón en específico para incorporar referencias a la literatura infantil en la historia, como a "Los tres cerditos" o "Caperucita roja", y otras situaciones de los cuentos de hadas.
Hace un tiempo le contaba a unos amigos una anécdota. En mi casa había un toca discos y muchos vinilos. Entre ellos, había una colección de los cuentos de los hermanos Grimm. Recuerdo un día que puse el disco de Blancanieves y empezó a sonar una voz cubana que hablaba de la Revolución. Después uno de los Tres cerditos y era Allende dando un discurso.
Mis papás ocultaban así las cosas de las que no se querían deshacer. Muchas otras cosas –libros, revistas, panfletos– habían tenido que ser mojados en la tina y tirados por el water para que ningún militar los descubriera. En mi mente de niña, creía que en el toca disco habían enanos que cambiaban el contenido de los discos. Los cuentos por discursos. Era una casa animada que escondía secretos. Cristóbal León es fanático de los hermanos Grimm. Joaquín también. Recuerdo que una vez acompañé a Cristóbal a una tianguis de cosas usadas y se compró como quince libros de una colección ilustrada de cuentos infantiles.
Los cuentos infantiles de los que haces referencias tienen un lado muy terrorífico y aleccionador. La Casa Lobo también. Hay un lobo que es pastor. Hay un refugio. Hay una niña que come manzanas. Unos cerditos. Un espejito, espejito. Eso es. Un cuento que está inspirado en algo que pasó en mi país.
¿Qué elementos de tu trabajo como guionista trasladas a tu trabajo en narrativa?
Las imágenes. Me encanta la fotografía. Me imagino las secuencias, los planos. Me imagino el punto de vista de un personaje, ¿has escuchado eso de que a los escritores a veces nos dominan los personajes? Yo diría que más bien domina la construcción de un presente, de un instante que conlleva mucho más que a un personaje, que requiere una sinfonia de elementos y ritmos.
No sé si puedo ser muy clara al respecto, creo que cuando uno mira fotografías es más claro. Es evidente.
Puedes ver La Casa Lobo en la Cineteca Nacional y en otros cines.
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