Woodcock es alguien quisquilloso que tiene que tenerlo todo perfectamente planificado y organizado, y para el que su trabajo siempre es lo más importante. Con una vida marcada por las mujeres: sus clientas a las que viste, su hermana con la que mantiene un estrecha relación, su madre fallecida por la que siente absoluta adoración, y sus musas y amantes de las que pronto se cansa y “despide”, todo cambiará con la llegada de Alma, una camarera que pondrá del revés la estructurada vida de Woodcock.
Esta cinta, que el propio Daniel Day-Lewis anunció como su despedida del mundo de la actuación, ha estado nominada a 6 candidaturas en los últimos premios Oscar; a mejor vestuario; mejor actor (Daniel Day-Lewis); mejor actriz de reparto (Lesley Manville) que encarna a la hermana de Reynolds Woodcock; mejor película; mejor banda sonora y mejor director. Finalmente se llevó a casa la estatuilla al mejor vestuario. Y no podía ser de otra manera tratándose de una película ambientada en el mundo de la moda, y en la que los vestidos que confecciona el modisto son a cada cual más espectacular.
Aunque la película se centra más en la intrigante historia entre los protagonistas, también nos abre las puertas al atelier del diseñador. Allí podemos descubrir algo de todo el trabajo que conlleva la creación de un vestido de alta costura, y las distintas partes del proceso. Así como a todas las costureras y patronistas que trabajan para él. Se muestra desde el diseño, ya que el protagonista se encuentra siempre creando y dibujando bocetos en su libreta, hasta cómo se hacían los desfiles de los vestidos, que tenían lugar en la propia “casa Woodstock”. También podemos ver cómo llegan las clientas para tomarse las medidas, elegir los tejidos y probarse el vestido totalmente terminado.
Con todo ello, esta historia de “amor gótico”, en palabras de su director Paul Thomas Anderson, con tintes algo trágicos y nada al uso, que se desarrolla entre telas, puede ser el plan perfecto para pasar una tarde de domingo.
Idoia Cerca Pérez