Una amiga se acerca a su mesa y le enseña el móvil. Un video. Play. En él puede verse a sí misma, semidesnuda, con las piernas abiertas, masturbándose. Su cara se distingue perfectamente, de fondo, su habitación.
Se tapa la mano con la boca ahogando un grito de horror, y mira a su alrededor intentando contener las lágrimas. Todos la miran. Todos lo han visto. Eran las ocho y cuarto de la mañana, en apenas unas horas el video lo tendría todo el instituto. En un par de días la mitad del pueblo, de esos en los que todos se conocen, aunque sea de oídas. En una semana, el video superaría el medio millón de visitas. Se levanta de su silla y corre hasta el servicio, temblando. Estoy temblando yo, y ni si quiera es mi historia.
Es la historia de una adolescente que, con 13 años, vio cómo su exnovio, de 15, le arruinaba la vida compartiendo un video que ella le había mandado cuando aún seguían juntos. Su hermano, menor que ella, comenzó a sufrir acoso en el colegio porque sus compañeros también habían visto el video. No podéis imaginar el infierno que comenzó para esta chica y su familia.
Sin embargo, difundir un video de estas características en internet no es un delito. La concienciación del peligro que supone las redes sociales para la privacidad de las personas, todavía está lejos de ser suficiente. No sólo hay que advertir del peligro de difundir imágenes privadas, sino enseñar que esas imágenes tienen un dueño, y que hay que respetarlo. No sólo es culpable el que lo difunde por primera vez, sino todos los que lo comparten. Esa adolescente se equivocó, nunca piensas que alguien a quien quieres en un determinado momento vaya a hundirte de esta forma. Pero, por desgracia, nunca se sabe.
Cada día se comparten miles de videos en las redes sociales en los que se humilla a otra persona. Este caso es un ejemplo. Pero puedo contaros muchos más. Hace unas semanas una joven italiana de 31 años se suicidaba porque su ex novio había compartido en las redes sociales un video porno a modo de venganza. Lizzie Velásquez, denominada la mujer más fea del mundo y quien ahora se ha convertido en un icono inspirador, con 17 años se dio cuenta que era la protagonista de un video viral en la que se reían de su físico. Hace un año, una chica de 16 años se tiró por la ventana de su habitación, en un sexto piso, porque no soportaba los continuos abusos que sufría en el instituto, donde la grababan mientras la acosaban.
Pero lo peor es que esto son sólo tres ejemplos de una larga lista. Hay que concienciar, educar, enseñar, que el poder de las redes sociales es enorme. No sé cómo se sentirá la persona que ha compartido el video pero, ¿sabéis qué? No me importa. El daño ya está hecho.
¿Cómo te sientes al difundir las malas decisiones de los demás? Recuerda, una mala decisión puede joderte la vida. Yo, que respeto tu intimidad. Y tú, que podrías haber sido cualquiera de ellas.
Internet no olvida.