Te contaría que ahora soy más alta. Que he engordado diez kilos. Que ahora uso lentillas porque el oftalmólogo me dijo que mis gafas rosas ya no valían. Que ahora mi pelo se alisa solo y que ya no me salen canas. Te contaría que soy feliz a todas horas. Que no hay instantes malos ni días rojos. Te lo contaría, pero sabes que te estaría mintiendo.
Te contaría que ya no te quiero. Que ya no pienso en ti y en tus cicatrices. Que ya no te veo entre la gente, ni en las barras de los bares. Que ya no me acuerdo de tus pestañas y tus lunares. Te contaría que me fijé en él porque me gustaba y no porque se parecía a ti. Te lo contaría, porque me encantaría que fuera cierto.
Te contaría que conocerte fue un error. Que ojalá esa noche me hubiera quedado en casa. Que preferiría mil veces una buena resaca a otro cruce de miradas contigo. Que cualquier otro tipo me habría resultado mucho más interesante si hubiera abierto bien los ojos. Cuánto quisiera decirte eso.
Cuánto quisiera poder tenerte delante para decirte que ya no te quiero.
Pero verás, nunca se me ha dado bien mentir. Así que te dejaré hablar a ti, que siempre fuiste menos sincero. Vamos, cuéntame algo que me haga feliz. Dime que me quisiste como se quiere el calor cuando se está en invierno. Cuéntame que aún piensas en las tardes que pasamos bailando sin saber, queriendo sin querer. Cuéntame que aún sueñas con querer quedarte a mi lado.
Pero cuéntame tú, que a mí ya no me sale. Cuéntame que todavía sientes mi pelo en tus manos. Que sigues tachando los días que no pasamos juntos. Que sigues oyendo mi voz, mi enervante y tierna voz. Cuéntame algo que no sepa. Algo que sorprenda. Algo que merezca la pena ser escrito para que permanezca. Porque no podría volver a escuchar lo que sueles contar. La repetición de la historia. La repetición, la pausa, el rebobinar.
Miénteme. Haz que esta historia cobre el sentido que los años le restaron. Hazme creer que valió de algo. Que las noches y los días no fueron en vano. Que algo fue verdad. Que algo quedó del hierro fundido que anidó en tu corazón. Que cuando miremos atrás nos recordaremos como aquellos dos locos que cruzaron sin mirar.
Cuéntame algo, o déjame contarlo a mí, si es que aún me sale. Y quédate a mi lado. Quédate a escucharlo. Quédate a leerlo. Quédate sin quedarte, como siempre has hecho.
Y que pase el tiempo.
M.
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