La historia de Polonia está tan llena de invasiones, guerras y levantamientos que acabas empatizando con los habitantes de este país. Los polacos son enormemente corteses pero serios; después de saber que han sido atacados por suecos, checoslovacos, lituanos, prusianos, rusos, ucranianos, turcos y alemanes, y haber sobrevivido a 35 años de gobierno comunista, soy un poco más tolerante con su carácter, tan diferente al español y al latino.
La ciudad de Varsovia resultó completamente destruida y la mayor parte de las antigüedades que disfrutamos ahora son reconstrucciones que se hicieron a partir de los años 80. A pesar de todo, la ciudad tiene rincones realmente preciosos que permiten contemplar la rica historia de Varsovia a lo largo de los siglos.
Y como últimamente tengo ganas de galletizar todo lo que veo, os presento mis galletas de Varsovia para hacer mi propio tour guiado para los lectores de doctorcookies.
Polonia es un país de 38,5 millones de habitantes cuya capital es Varsovia, en polaco Warszawa, que se encuentra situada un pelín más al norte de lo que la puse en esta galleta. La bandera se divide en dos franjas, la de arriba blanca y la de abajo roja. Varsovia es una ciudad europea moderna que sorprende bastante, aunque al visitante también le impresionará por el frío que hace y por los lujosos mall que han construido por todas partes.
La Columna de Segismundo es el primer monumento laico de Varsovia, y en ella se representa la figura del rey Segismundo III Vasa, muy querido por estos lares porque trasladó la capital del país desde Cracovia hasta Varsovia -en Cracovia no creo que le tengan tanto amor; esto es como un Madrid vs. Barcelona-. La escultura está situada en el centro histórico, junto al antiguo palacio real, en una plaza realmente bonita.
La Sirenita de Varsovia es una de las figuras más queridas, y puede encontrarse tanto en esculturas esparcidas por la ciudad como en cualquier otro objeto: letreros, papeleras, etc. porque es el símbolo de la ciudad. Cuenta la leyenda que la sirena vino desde Dinamarca -al parecer es familia de la de Copenhage- y se quedó a vivir en el río Vistula a su paso por Varsovia. Un hombre rico y malo intentó secuestrarla, pero un joven pescador la salvó, por lo que desde entonces la sirenita prometió defender a la ciudad y a todos sus habitantes. Me da mucha tranquilidad saber que la sirena me defiende a mí ahora también.
El Palacio de la Cultura y la Ciencia es uno de los edificios más emblemáticos de Varsovia, y sin embargo los varsovianos no le tienen demasiado aprecio. La razón es sencilla: fue un regalo del pueblo soviético, elegido por el mismísimo Stalin. Así que a pesar de ser el edificio más alto de Polonia, los varsovianos prefieren no verlo y se afanan por construir edificios más altos a su alrededor. En el piso 30º hay un mirador con estupendas vistas de la ciudad, y según muchos locales son las mejores vistas porque es el único lugar desde el que no se ve este palacio. A mí, sin embargo, me gusta.
También la gastronomía polaca tiene su gracia. Son expertos en preparar platos contundentes y deliciosas sopas. Pero sin duda la estrella de la cocina polaca son los pierogi, una pasta rellena de carnes o verduras que hay que probar en cualquiera de sus versiones.
Varsovia tiene muchísimo más para ver, claro está. Unos parques maravillosos -el parque Lazienki es impresionante-, el monumento a Chopin, el palacio de Wilanow, el cementerio judío, las iglesias, los museos. Muchísimo que probar, muchos planes para disfrutar.
Pero por ahora, y dado el frío que empieza a hacer, con esta visita tenemos bastante.
Me vuelvo a casa, calentita y a gusto, para seguir con lo mío. Preparar bonitas cajas de galletas.