EL ESPLENDOR DEL BOSQUE
El otoño pinta bosques de cuento
© Texto, vídeo y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
En otoño los bosques explotan. Especialmente aquellos en los que la hoja deja los árboles desnudos durante el invierno. El otoño es, para ellos, el momento de su esplendor. Durante unas pocas semanas, como si quemaran sus últimos cartuchos, viran del verde intenso al marrón caduco mientras parecen incendiarse a mitad de camino. Amarillos, ocres, naranjas y rojos componen una paleta tan deslumbrante que quien camina por el interior de estos bosques lo hace como si no imaginara que fuera posible tanta gama, con el asombro de quien no ha visto nunca incendiarse –metafóricamente- el bosque.
Vídeo: Cinco bosques para disfrutar del otoño.
Pero lo malo de este festival pirotécnico es que resulta tan breve como el disparo de un cohete. No está ahí para siempre, apenas te das cuenta ya se ha ido. El bosque se ha desnudado para el invierno y ahora es ya el silencio quien reviste de solemnidad sus arboladas espesuras. Por eso hay que darse prisa: escoger y disfrutar. Aquí van cinco propuestas.
01- EL BOSQUE DE MADROÑAL. La Sierra de Francia es pródiga en castañares, uno de los bosques que, junto a los hayedos, mejor luce con las fanfarrias coloristas del otoño. Entre las localidades de Madroñal, Cepeda y La Herguijuela es posible realizar un paseo circular señalizado lleno de alicientes y, con un poco de suerte y habilidad, también de frutos del bosque. Se encuentra perfectamente señalizado como PRSA-20, aunque en algunos tramos esta señalización de sendero local coincide con la del PRSA-13 y, en un corto tramo en torno al puente medieval, con la del GR-10. El paseo circular tiene un desarrollo aproximado de 6,5 km, pero resulta un poco más amplio si se accede hasta los cascos urbanos de Cepeda y Herguijuela.
Ruta en Madroñal-Cepeda-Herguijuela de la Sierra. Sierra de Francia. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El arranque de este paseo, con principio y fin en Madroñal, hay que buscarlo a las puertas de la cooperativa del mismo nombre. Desde ahí, entre huertos y en no más de quince minutos se alcanza el fondo de un valle en el que destaca la abundancia de madroños. Más adelante aguarda el denso castañar que media entre este punto y el puente medieval que salva el arroyo de San Pedro, ya a las puertas de Cepeda. Quien se llegue hasta ese pueblo tendrá que desandar el camino y volver a este mismo punto para tomar el ramal de la derecha, un antiguo camino con restos de su viejo empedrado que discurre, en su viaje hacia Herguijuela, casi por completo sumergido en un tupido túnel arbolado. Unos metros antes de alcanzar la carretera que sube hasta Herguijuela se abre por la derecha el camino de retorno a Madroñal.
02- EL FAEDO DE CIÑERA. A un palmo de los trajines mineros de Ciñera de Gordón se localiza una delicatesen de exquisita degustación: el Faedo de Ciñera, un hayedo con duende, premios, página web y club de fans. En el año 2007 recibió el premio de Bosque Mejor Cuidado de España, que otorga la organización Bosques sin Fronteras en colaboración con la Fundación Biodiversidad; su página web es www.elfaedo.es; y la asociación que vela por él, con más de 300 socios, se llama Adelfa. El duende también existe, pero ha de buscarlo cada cual. Lo más probable es que se localice junto a Fagus, un haya con nombre propio y una edad que, siglo arriba o siglo abajo, ronda los 500 años. Un ser vivo tan valioso como el desmán de los pirineos, que frecuenta las pozas del arroyo de Ciñera, y tan especial que ha sido incluido entre los 100 árboles del libro “Árboles, leyendas vivas”. Queda claro que este no es un bosque cualquiera.
Interior del hayedo de Ciñera de Gordón. Montaña Leonesa. Reserva de la Biosfera declarada por la Unesco en 2005. León. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
Una sencilla y didáctica ruta parte de la localidad de Ciñera de Gordón, recorre las interioridades del bosque, pasa junto a Fagus, atraviesa las hoces del Villar y alcanza la localidad de Villar del Puerto haciendo el recorrido que durante décadas, en el curso del siglo XX, hacían los mineros que vivían en Villar del Puerto y bajaban a trabajar en las minas que rodean Ciñera de Gordón. El paseo hasta el bosque, de unos dos kilómetros sin apenas desnivel, pasa antes por la “bocamina 50”, el inicio de una antigua galería reconvertida en homenaje a los mineros. Tras pasar las angosturas de unos pliegues rocosos, unas praderas hacen las veces de antesala del bosque. Desde ellas un rústico puente de tirantes da acceso a su interior: al mágico corro sobre el que reina el haya Fagus, al salón natural revestido en estos días de otoño con los mejores tapices del mundo. Junto al árbol, un panel recoge el cuento de la bruja Fagus y los carbones de Ciñera. Si se desea, puede continuarse el paseo hacia Villar del Puerto a través de un espectacular estrechamiento del arroyo Ciñera que es posible salvar gracias a una pasarela.
03- VALPORQUERO. Un poquito antes de llegar al aparcamiento de acceso a las Cuevas de Valporquero se localiza un agradable camino que se interna hacia los hayedos circundantes. El paseo no está señalizado ni el hayedo se diferencia de cualquier otro, pero se convierte en una opción perfecta para completar una bella jornada de bosque y cuevas mientras se descubre o revisita el siempre espectacular entorno del río Torío y valles aledaños. Si se empieza por el bosque, lo mejor es dejar el coche en el aparcamiento de las cuevas para luego desandar, por la misma carretera, unos doscientos metros cuesta arriba. Cincuenta antes de llegar a la curva más marcada una cancela de las de antes, varales de madera encajados en sus agujeros, da paso al camino de tierra que enseguida se pierde entre la fronda. El paseo, sin señalizar, es más que otra cosa una invitación a deambular sin rumbo por las espesuras hasta que el tiempo se agote o se sacie el apetito de umbrías y colores. El bosque se desparrama sobre las laderas calizas de la hoya al fondo de la cual, como el desagüe de un lavabo, se abre la oscura y húmeda boca de una cueva por la que parece brotar un canto de sirena tan potente que hechiza al visitante. Y le ciega hasta tal punto que son muy pocos los que siquiera se detienen un respiro a gozar con las asombrosas vistas que brinda el mirador, éste sí señalizado, unos metros por encima del barrio de Valporquero de Torío que queda junto a la carretera.
Grabado de un corazón en una roca del Hayedo de Valporquero. otoño. Vega del Torío. León. España. © Javier Prieto Gallego
04- LA CASCADA DE LAS PISAS. Este rincón apabullante del noroeste burgalés tiene en el otoño su mejor momento. El acercamiento hasta este rincón privilegiado, hundido en el corazón del valle de Valdebezana, hay que hacerlo a través de Soncillo. Desde el corazón del pueblo arranca el ramal de carretera que conduce hasta San Cibrián y los dos barrios de Villabáscones de Bezana, tres pequeños núcleos rurales cuya arquitectura, por lo tradicional y pura, contrasta fuertemente con los aires de Soncillo. Unos 500 metros después de dejar atrás San Cibrián, unos carteles de madera, ofrecen las primeras indicaciones para llegar hasta la cascada. Sin embargo, sabe mejor llegarse hasta este salto de agua prosiguiendo por la carretera y tomando su ramal izquierdo en una inmediata bifurcación, para partir a pie hacia él desde el barrio de abajo de Villabáscones. Desde aquí el camino es algo más largo, pero permite disfrutar durante más tiempo del esplendoroso hayedo por el que transita en su totalidad este paseo tan inolvidable como fácil de hacer. Se encuentra señalizado. Parte del trazado coincide con el del sendero de gran recorrido GR.85 y, por tanto, puede seguirse observando las balizas de pintura roja y blanca.
Hayedo de Las Pisas. Burgos. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
05- EL CASTAÑAR DE HERMISENDE. La Ruta de los castaños y prados de Hermisende es un paseo circular que discurre entre alguno de los sotos con castaños más añejos y monumentales de toda Sanabria (Zamora). No en vano este municipio es el mayor productor de castañas de Sanabria. Y muchos de sus castaños tan gigantescos que parecen de cuento. La caminata arranca del aparcamiento situado junto a la iglesia de Santa María de Hermisende, un templo barroco de evocadores perfiles gallegos cuya fecha de construcción, 1774, aparece grabada en un sillar de su interior. Es el comienzo de un recorrido circular de 8 km con inicio y final en Hermisende que puede hacerse en unas tres horas. Está señalizado con flechas amarillas aunque pueden presentarse dudas en varios desvíos sin señalizar. Lo mejor es contar con un mapa o descargarse el track GPS que está en la web www.sanabriacarballeda.com.
Castaños monumentales en otoño. Ruta de los castaños. Localidad de Hermisende. Zamora. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Localiza los cinco bosques de otoño en el mapa