Un lugar donde priman los olivos como protagonistas y los cerezos como acompañantes. El paisaje es único y es tan importante este majestuoso árbol llamado olivo, que tiene presencia por todas partes.
En particular de este increíble y misterioso lugar, os voy a hablar de la casita de mi abuela. Permitirme su anonimato. Solo deciros que es un lugar mágico donde he compartido días con mi familia sin tecnologías alrededor. Extraño, si, necesario, también.
Los olores, y sabores del lugar me traen tantos pero tantos recuerdos. Olor a leña de la chimenea en la cocina, sabores a comidas típicas del lugar que hacía tanto que no probaba, simpáticas expresiones a la hora de hablar y graciosas anécdotas casi olvidadas.En casa de la bisa, como la llama mi hija, no existe internet, la televisión a penas la vemos, el día transcurre entre un sabrosísimo desayuno casero, un largo paseo en familia, sentarse en la mesa para probar una rica comida que me recuerda añorados sabores ya casi olvidados, un riquísimo café, sentarse al sol a pensar o mejor dicho a no pensar y es que de vez en cuando sienta tan bien desconectar, del móvil, del marketing online y posicionamientos Seo y Sem, de Redes Sociales. Todo esto con gran suerte, lo he disfrutado con mi princesa y todo mi tiempo ha sido para ella. Para la familia.Antes las cosas eran muy diferentes.
4 generaciones conviviendo en un mismo hogar, cada una con su manera de pensar de la vida, con sus manías, con sus valores, con sus vivencias, con su forma de ser, 4 generaciones unidas por el cariño. La mayor no viajó nunca a lugares lejanos, la segunda ya se ha movido un poco mas, la tercera viaja muchísimo y la cuarta, la mas pequeña, no para de viajar. Quién sabe si dentro de unos años, quizás lejanos, exista una cabina que teletransporte de un lugar a otro, y el viaje ya deje de ser algo excepcional, y aventurero. De momento hay que disfrutar nuestro presente y recordar siempre estos momentos, que reflejo como siempre en fotos.
Hoy me quedo con este presente que ya empieza a ser pasado, pero tan pero tan cercano. Las cuatro abrazándonos y mirando al horizonte. Cada una con su forma de ser.
En pocos días mi hija ha aprendido que no siempre existieron las lavadoras, que la calefacción era sustituida antiguamente por el calor de una chimenea y que los huevos y las naranjas no se consiguen solo en los supermercados.
Aquí os dejo un par de fotos del increíble paisaje del que nos hemos rodeado estos días. Precioso ¿verdad?