Cudillero es un pintoresco pueblo marinero, declarado Conjunto Histórico Artístico, que se sitúa en la costa centro occidental de Asturias. Sus casas, estrechas y de colores, se disponen frente al mar colgando de la montaña y formando una especie de anfiteatro.
Se trata de una villa en la que disfrutar de la belleza de su paisaje y sus gentes más que de visitar museos y monumentos y quizá, esta belleza es la que hace que sea de parada obligada en cualquier viaje a Asturias.
Nosotros llegamos hasta este maravilloso pueblo en coche. El lugar más cómodo para dejarlo es un aparcamiento público que hay en el puerto. Es gratuito y no tuvimos ningún tipo de problema para encontrar plaza, aunque imagino que las fechas también ayudaron (finales del mes de marzo) y seguro que en temporada alta resulta más complicado.
Después, comenzamos nuestra visita a la villa, primero en la Plaza de la Marina donde, aparte de tomarnos un café, quedarnos fascinados con sus casas y restaurantes marineros. Desde allí, como si de un escenario se tratase, se puede observar el punto más emblemático de la villa: el anfiteatro, en el que la disposición de sus casas coloridas, a modo de gradas, cautiva al visitante.
A continuación, en la calle principal del pueblo, nos topamos con la iglesia de San Pedro y la Casa Rectoral (ambos declarados Monumento Histórico Artístico), así como varias tiendas de souvenirs en las que, además de las típicas figuritas, también se pueden comprar productos típicos de la tierra como su riquísima sidra natural, queso cabrales o los conocidos suspiros de Cudillero, unas galletas de mantequilla recubiertas de azúcar que te hacen suspirar ;)
Tras un primer vistazo a la villa, nos dirigimos al mirador de la Garita-Atalaya. Por lo que nos indicaron los vecinos, exiten varias formas de llegar, sin embargo, elegimos la que, según sus palabras, "es la más bonita". Subimos por una calle empinada y muy estrecha y, siguiendo la barandilla azul tan característica de la villa, fuimos bordeando las casas y disfrutando del ascenso.
Una vez arriba nos quedamos maravillados con las vistas: hacia un lado el pueblo con su plaza y el puerto y, hacia el otro, el faro de la localidad y el esplendor del Mar Cantábrico.
La falta de tiempo, nos impidió hacer la ruta completa de los miradores y quedarnos a comer por la zona, pero logramos sacar un ratito para acercarnos al mirador del faro, bajar al puerto y alargar un poco más la visita antes de regresar a casa.
Si tienes tiempo no te puedes perder...
El Pito, una pequeña población del municipio de Cudillero a menos de 5 minutos de la villa en coche, donde se puede visitar La Quinta de Selgas, un lujoso palacio del siglo XIX que cuenta no sólo con unos jardines de estilo geométrico francés del siglo XVIII, sino que alberga un museo en el que se puede ver el primer cuadro conocido de Goya y algún Greco. Desafortunadamente, en las fechas en las que estuvimos de visita el palacio estaba cerrado al público, ya que únicamente se puede acceder a él en los meses de verano, así que nos tuvimos que conformar con verlo desde el portal de la entrada y apuntarlo para una próxima visita.
También, una parada obligada, a unos 15 minutos en coche en dirección oeste, es la Playa del Silencio, un paraje casi virgen de una belleza extraordinaria en el que reina la paz y tranquilidad. La combinación de acantilados e islotes que rodean a esta playa conforman unas vistas que se quedan en la retina. Carece de todo tipo de equipamiento y servicios y tan sólo es posible llegar a través de una pasarela de medio kilómetro de longitud ¡Sin duda merece la pena hacer un alto en el camino y recorrerla!
Asturias en una comunidad con mil rincones que descubrir y que consigue sorprenderme en cada viaje que hago, tanto que ya estoy planeando el siguiente :)
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