Covadonga es uno de esos lugares que da igual las veces que lo visites, siempre logra fascinarte como si fuera la primera vez y siempre encuentras en él algo de lo que no te habías percatado en un anterior viaje.
Sus lagos Enol y Ercina, situados en los Picos de Europa, son como una especie de postal, un paisaje casi nórdico en el que su belleza y la tranquilidad que se respira lo convierten en un auténtico remanso de paz en el que olvidarse del mundo y conectar con la naturaleza. Lo mismo sucede con la Santa Cueva de Covadonga que, excavada en una roca, justo encima de una cascada y un estanque, mantiene cierto aire místico.
Nuestro periplo por esta zona de los Picos de Europa de Asturias comenzaba subiendo en coche hasta los lagos. Esto es algo que únicamente se puede hacer en temporada baja, ya que en los meses de mayor afluencia el coche debe dejarse en el pueblo de Cangas de Onís y subir en un autobús.
La subida en sí ya resulta espectacular, además de las vistas, que a medida que asciendes van siendo más impresionantes, por el camino también nos encontramos con vacas y perros de lugareños que te invitan a parar el coche y fotografiarlos. Aunque, como no podía ser de otro modo, llegar al final del camino y encontrarte con el gran Lago Enol frente a ti es, sin duda, lo más emocionante y ciertamente te deja sin palabras.
Una vez arriba, dejamos el coche en el aparcamiento público que queda justo a la izquierda del lago y fuimos caminando por la zona hasta llegar a sus pies y tocar el agua. Lamentablemente el tiempo no nos acompañó todo lo que nos gustaría y, entre el frío y la lluvia, no pudimos dedicarle todo el tiempo que nos hubiera gustado.
La idea era hacer una pequeña caminata hasta el lago Ercina, pero esta vez no pudo ser, por lo que tuvimos que conformarnos con ir a este segundo lago también en coche y bajar un momento para acercarnos y hacer alguna que otra fotografía antes de que diluviara de nuevo.
Bajando de los lagos el tiempo comenzó a mejorar, lo cual agradecimos infinitamente para poder visitar con tranquilidad el Santuario y la Basílica de Santa María la Real de Covadonga. El primero, excavado en una roca resulta sobrecogedor. Puedes acceder por las escaleras que hay al lado del estanque o desde la explanada contigua a la basílica. Lo cierto es que ambos accesos son perfectos, sin embargo, creo que es más impactante acceder desde la explanada ya que entras en la boca de la Santa Cueva, recorres el túnel y, justo al final, te encuentras con la tumba de Don Pelayo, el pequeño altar de la "Santina", la Virgen de Covadonga, rodeado de flores y la ermita.
En cuanto a la Basílica, cabe decir que es de estilo neorrománico y construida entre 1877 y 1901 en piedra caliza rosa. Su entrada es libre y gratuita. Y el enclave en el que está situada es de lo más bucólico, rodeado de verdes montañas. En la explanada en la que está, también se puede visitar la estatua de Don Pelayo, un pequeño jardín y el museo del Real Sitio de Covadonga.
Al atardecer y después de haber disfrutado de la visita, bajamos al pueblo de Cangas de Onís dónde además de comprar productos típicos asturianos (¡¡el queso cabrales me pirra!!), aprovechamos para recorrer la zona junto al río, pasear sobre su conocido "Puente Romano", aunque realmente fue construido en la Edad Media, y perdernos por sus calles antes de regresar al hotel.
Y vosotros, ¿conocéis Covadonga? ¿Qué es lo que más os ha gustado? ¿Alguna recomendación? ;)
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