Napoleón Bonaparte murió el 5 de mayo de 1821. Sus últimas palabras fueron: France, larmée, Joséphine (Francia, el ejército, Josefina) o, según la versión de las memorias de Santa Helena …tête…armée…Mon Dieu !. Tenía entonces la edad de 51 años.
Napoleón había estipulado en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Helena. En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados. Trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides (París), la llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart.
Cientos de millones de personas han visitado su tumba desde esa fecha.
Tumba de Napoleón Bonaparte París
EL MONARCA ILUMINADO
Napoleón Bonaparte nació en Ajaccio, un 15 de agosto de 1769. Es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta entonces en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos hasta entonces. ataúd
Monumento de Napoleón Bonaparte Durante el periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental y Central por conquistas o alianzas y solo fue tras su derrota en la Batalla de las Naciones cerca de Leipzig en octubre de 1813 que se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia en lo que es conocido como los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo exiliado a la isla de Santa Elena, donde falleció.
Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un monarca iluminado por su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas. Indudablemente, es el personaje que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea.
APODOS DE NAPOLEÓN BONAPARTE
Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el despectivo Bonny y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.
Enterrado en seis ataúdes concéntricos y mutilado. Así yace Napoleón, sin pene, entre otras cosas, en los Inválidos de París. Mutilado. Partes de su intestino o sus dientes han pasado por salas de subastas, o vendidas directa y privadamente. De Napoleón se han escrito tantas cosas que es difícil saber hasta dónde alcanza la leyenda. Se dice que los árboles que rodeaban su tumba, en la Isla Santa Elena, fueron arrancados hasta ser astillas. Las gentes estaban en la creencia de que esa madera contenía la esencia de Napoleón.
Aunque pueda parecer inverosímil hubo un tiempo en que este tipo de creencias, basadas en la superstición eran muy populares.
Napoleón, en su exilio cómodo de Santa Elena, cercano al lujo, pero sin la excelencia del emperador, gastaba el tiempo jugando a las cartas. Dicen que hacía trampas, pero que además, lo hacía de forma un tanto infantil. También se ha escrito que en sus últimos años revisaba mapas y recordaba estrategias, quizá intentando adivinar el porqué de la derrota. Quizá pensó, como han afirmado muchos historiadores basados en las mismas fuentes, cuánta influencia en la derrota tuvo el ataque de almorranas severo que sufrió en Waterloo. Y es que de Napoleón se ha estudiado todo… Al parecer padecía ginecomastia, un abultamiento o redondez de los pechos, del que se sentía orgulloso. Sus médicos contaban que lo tomaba a broma, afirmando que cualquier mujer estaría orgullosa de ellas.
A propósito de la amputación del pene de Napoleón, de la que se desconoce el exacto porqué. Se sabe, por el testimonio que dejó escrito el médico Frank Richardson, que el pene cortado fue introducido en una caja cubierta de terciopelo y entregada al capellán de Napoleón, Ángel Paul Vignali. Se dice que el clérigo no perdonó nunca a Napoleón que lo acusara de impotente.
Muerto Vignali, sus herederos lo vendieron a los hermanos Maggs, propietarios de una librería en Londres que fueron sus propietarios hasta que en 1972, un urólogo llamado John K. Lattimer, pagó en Christie´s 400.000 dólares por el miembro. Según el informante el tamaño del pene era de cuatro centímetros. Según sus cálculos, en estado erecto, alcanzaría unos seis centímetros y medio.
John K. Lattimer, fallecido en mayo de 2007, y uno de los propietarios del pene de Napoleón, también pudo contar entre sus posesiones algunos dibujos realizados por Hitler, rifles de la guerra civil americana o el cuello de la camisa con la que murió Lincoln, por supuesto, ensangrentada.
Entre las extravagancias que se cuentan sobre Napoleón llama la atención su manía de retorcer las orejas de los que estaban a su lado. El canónigo Escoiquiz cuenta cómo en una entrevista lo hizo, diciéndole: “Está hecho usted un tunante”.”Se ha dicho del pene extirpado de Napoleón que parecía un cordón de zapatos retorcido o una anguila arrugada. Cuenta la historia que a pesar de ser reconocido como un gran amante, también era reconocido por tener un pene pequeño”
Ultima edición por Roberto Dorado el Dom