Córcega es la cuarta isla de mayor tamaño en el Mediterráneo, pertenece a Francia desde 1768, es consideraba como la isla de la belleza por poseer una Costa Azul con playas de arena blanca.
La capital administrativa de esta isla es Ajaccio, una ciudad ubicada en la región sur. Además, esta ciudad es reconocida al ser cuna de uno de los más importantes personajes de la historia, Napoleón Bonaparte. Ajaccio es el lugar perfecto para realizar compras, comer y pasear.
Ajaccio tiene una población de 60,000 personas, las cuales conforman la mitad de toda la región. En general es una próspera ciudad y además de gran belleza al contar con paisajes diversos, es de importante relevancia histórica por ello vale la pena visitar; cuna de Napoleón Bonaparte razón por la cual es visitada por muchos amantes de la historia. Obtiene mayor popularidad la ciudad por tener mercadillos donde se ofrecen artículos para los diferentes gustos. Así también, sus playas son espléndidas y propicias para nadar y practicar deportes.
Para aquellos que les agrade caminar y pasear, Ajaccio tiene un impresionante paseo por un camino arbolado, que conlleva a un lugar de laberinto de estrechas calles las cuales todas conducen a la plaza principal. Cerca de la plaza se aprecian ciertos elementos a la venta como el famoso queso Brocciu, licores, vinos, pasteles.
La comida es exquisita con importante influencia italiana, salchichas, jamones ahumados, salamis están dentro de las más solicitadas, al igual que las carnes de jabalí, cordero, cabra situadas entre las más populares. Con esos elementos se pueden preparar suculentos platos y acompañarlos con los vinos corsos haciendo así la dupla perfecta. Si es que el turista no le gusta mucho las carnes, entonces otras opciones son el pescado y el marisco. Y no pueden olvidar degustar de los platos con nueces dulces, es una especialidad característica de Ajaccio.
En Ajaccio se lleva una vida tranquila, con espacios que seducen al visitante y al mismo tiempo invitan a no querer dejar Ajaccio. La memoria de personajes o de hechos importantes en la historia viven y permanecen en los monumentos, plazas, calles, avenidas, museos. Es una sensación que bordea al territorio.