Una de las obras maestras en mármol del escultor italiano Antonio Canova esta presente en la exposición “El Hermitage en el Prado”, abierto desde el 8 de noviembre exhibe una selección de arte que abarca del siglo V a.C. al XX.
“Magdalena penitente”, del escultor nacido el 1 de noviembre de 1757, pertenece a un momento en el que el artista se alejó por un momento del mundo clásico para abordar la iconografía cristiana, tratada con un realismo acentuado por el carácter pictórico del modelado, propio del siglo.
La exposición en el Museo del Prado de Madrid, España, también incluirá obras maestras como el “San Sebastián”, de Tiziano; “Tañedor de laúd”, de Caravaggio; el “San Sebastián”, de Ribera, y “Retrato de un estudioso” y “Caída de Haman”, de Rembrandt, entre otras.
Este intercambio, que tiene como marco la celebración del Año Dual España-Rusia 2011, también incluirá la célebre colección impresionista y post-impresionista del museo del Hermitage de San Petersburgo, que incluye a artistas como Monet, Cézanne, Renoir, Gauguin y Matisse, entre otros.
Por su parte, “El Prado en el Hermitage” incluirá un conjunto de 66 pinturas de escuelas como la española, la italiana y la flamenca, con lo que esperan llevar a Rusia la importancia histórica y artística del museo español.
Tras la muerte de su padre y las segundas nupcias de su madre, Antonio Canova quedó al cuidado de su abuelo, quien lo impulsó a trabajar en una cantera debido a las premuras económicas y pronto creó esculturas con una gracia peculiar.
Por recomendación del dueño de la mansión donde trabajaba su abuelo, como jardinero, comenzó a estudiar con el escultor Coballa, de Venecia, quien falleció años más tarde y le encargó a Canova la ejecución de dos estatuas en tamaño natural.
Se trataba de “Orfeo” y “Eurídice”, las cuales representaron una ardua labor para el joven escultor, quien no se desanimó ante tal empresa, y hoy en día, figuran entre sus grandes obras, por su expresividad y armonía en las líneas.
Para 1779 logró exponer varias de sus esculturas, pero en vez de echarse a dormir decidió perfeccionar su técnica en la ciudad de Roma, Italia, donde el Papa Pío VI había inaugurado un museo de antigüedades.
También, el príncipe Rezzonico le encargó un monumento funerario destinado a la Basílica de San Pedro, para el Papa Clemente XIII, trabajo que le exigió cuatro años de su vida, y que destacó por su perfección en los detalles, así como en los relieves del encaje que adornaba las vestimentas del Papa.
El día de la inauguración del monumento fue glorioso para Canova, ya que el duque Caetani le encargó un grupo representando a Hércules y Lichas, ante lo cual el escultor realizó una obra monumental, que por la musculatura de Hércules provocó un gran impacto.
Durante su punto cumbre como artista, Canova fue convocado a París por Napoleón Bonaparte para retratarle a él y a su familia, y posteriormente le fue encargado el “Mausoleo de Vittorio Alfieri”, entre otros trabajos.
Tras el destierro de Napoleón a la isla de Santa Elena, Canova fue enviado especialmente a París por el Papa para pedir la devolución de los monumentos arrebatados a Italia, como el busto de Paulina Borghese, familiar de Bonaparte, bajo el título de “Venus Victoriosa”.
A su regreso, Canova esculpió otras obras notables como “Las tres Gracias”, el monumento de “La Guerra y la Paz”, y la estatua de “George Washington”, que le había sido encomendada por el Senado de Carolina, en Estados Unidos.
El 21 de septiembre de 1821, Canova regresó a Possagno, su ciudad natal, con el propósito de reponer su quebrantada salud, pero no pudo resignarse a la inactividad y falleció en Venecia al año siguiente, el 13 de octubre de 1822.
©folleto de la exposición