Todo comenzó una tarde normal, en una cafetería normal, tomandome un café como siempre y con la compañía de siempre. Y entonces tuvimos una de esas conversaciones en las que acabas filosofando sobre la vida y cuando sales por la puerta decides comerte el mundo, pues de esas.
La cosa iba sobre los diferentes ‘yo’ que encontramos dentro de nosotros. Y es que llegamos a la conclusión de que nuestro cerebro se divide en dos partes, la parte derecha y la izquierda.
La parte izquierda de nuestro cerebro es la que lo tiene todo bajo control.
La que en (mi caso, graduada en Economía) te pulen en la carrera, la que hace caso a las estadísticas. Es en la que tus padres confían, la que te salva de hacer muchas tonterías. Es la que sabe donde están tus límites. La que sabe cuando parar. La que te recuerda qué sabes hacer y qué no sabes hacer. Es la que siempre tiene un plan B, la que te guarda el As en la manga. La que advierte de lo que ‘es arriesgado’. Es a la que acudes cuando algo va mal. La que espera el turno para hablar, la que explica sus argumentos de forma ordenada y busca las palabras adecuadas. Es la precisión, nuestra parte ‘realista‘, es lógica. La que se basa en los números antes de actuar.
Es la que te intenta mantener a salvo de tu otra parte, la derecha.
Sin embargo, a la parte derecha de nuestro cerebro hay que saber escucharla, y hay también que prestarle atención porque es la que nos empuja cuando nos da miedo saltar. Es la que hace las maletas y se va. Es la que sabe que es posible. La que te recuerda que la vida son dos días, la que te saca un plan para los días de sol y te enseña a disfrutar de los de lluvia. Es la que dice ¡Vale, me quedo un rato más! y también la del ¡¿y por qué no?! Es la que siempre deja una puerta abierta a ese ‘lo que pueda pasar’ y a la que le debes todas esas locuras que guardas en la memoria como oro.
Gracias a ella muchos de mis ‘¿te imaginas..?’ se convirtieron en ‘¿te acuerdas…?’.
Es la que da el primer paso. Es el volcán de sentimientos que grita, la que dice lo que le da la gana. Es la parte a la que tu sonrisa delata. Es la que sabe que tú puedes y te lo recuerda a diario, la que no conoce límites o fronteras. Es a la que las estadísticas no le dicen nada. Es a la que le da igual que el mundo se desplome, la que se deja la piel en el plan A y no se distrae con ningún plan B. Es la imaginación a flor de piel. La creatividad, el color, la parte derecha de mi cerebro es mi inspiración.
Hay que saber escuchar y combinar las dos partes de nuestro cerebro, porque al final serán las que definan tu personalidad y tu futuro, como dicen en mi tierra: ‘siempre hace falta un poco de sur para poder ver el norte’.
Que no se os olvide nunca escuchar a la parte derecha de vuestro cerebro, confiad en ella, y si por alguna razón algo sale mal, no os preocupeis, recordad que la parte izquierda siempre guarda un As en la manga.