El clima y el paisaje es muy distinto a mi Cartagena natal, pero poco a poco se hace querer. Tras un “verano” lluvioso el otoño se presenta vestido de colores intensos y cubriendo las calles con un sentimiento sacado de un cuento. Siempre me ha encantado la fotografía, pero ha sido ahora cuando tras adquirir mi primera cámara reflex he descubierto lo fotogénica que es esta ciudad.
Una de las primeras cosas que aprendí al llegar a Bulgaria es donde está la embajada de España.Ya que tuve la mala suerte de que me robaran los documentos al poco tiempo de estar aquí. Ahora llevo el bolso pegado a mí y con mil ojos al subirme en el transporte público.
He podido visitar la montaña de Vitosha, ya sea en verano, primavera, otoño o invierno este lugar está precioso y merece la pena subir hasta la cima.
Este otoño hemos tenido una nevada temprana que llenó todas las calles de blanco y por supuesto salí a hacer fotos y disfrutar de la nieve (por poquita que fuera)
En Sofia disfruto de sus calles llenas de encanto, los parques y pequeños bosques que encuentras cada dos pasos por la ciudad, se descubren lugares preciosos y llenos de encanto.
Después de tantos meses fuera de casa empiezo a echar de menos la cocina de mamá, por suerte hemos encontrado un restaurante español Tapas bar Sofia donde podemos disfrutar de unos platos riquísimos y cocina 100% española, yo personalmente me enamoré de las bravas, el pollo al ajillo y pude disfrutar de una Alambra bien fresquita, todo esto en la mejor compañía ¿Qué más puedo pedir? Bulgaria se está convirtiendo poco a poco en mi hogar :)