El director coreano Bong Joon-ho retoma el género de ciencia-ficción, que ya abordó en la aclamada The Host (2006), con esta coproducción coreana-estadounidense, pero desde el recurrente subgénero del futuro postapocalíptico. Con Chris Evans a la cabeza de un elenco repleto de caras conocidas (Jamie Bell, Ed Harris, Tilda Swinton, John Hurt y Octavia Spencer entre otros), el realizador asiático consigue darle una vuelta de tuerca a tan manida categoría con una idea original en el género, convertida en un ejercicio de cine brillante.
La premisa de la que parte la cinta es que, tras una catástrofe por intentar detener el calentamiento global, la mayor parte de la humanidad se extingue y tan sólo sobreviven los pasajeros de un tren, el ?Snowpiercer?, que gira alrededor del mundo sin detenerse gracias a un motor eterno.
En el inicio nos situamos en la cola del tren, que hace las veces de metáfora dela pirámide de la escala social. En estos vagones conocemos a nuestros protagonistas, Curtis (Chris Evans) parece ser el líder de una inminente sublevación para tomar la parte delantera del tren, donde se encuentra el motor (considerado casi como una deidad) y el Sr. Wilford (Ed Harris), el creador del tren, divinizado también por los ?malos? siguiendo la referencia teológica. Para ello Curtis cuenta con la ayuda de Edgar (Jamie Bell) en el papel de escudero, con una actuación discreta pero acertada, y con Gilliam (John Hurt) un anciano que desempeña el papel de guía espiritual, cuyo personaje es muy a tener en cuenta hacia el final de la cinta. El veterano actor borda su interpretación y le da un toque de solemnidad y sabiduría a su personaje, postrado en una sila de ruedas, mutilado y tremendamente viejo. Por otra parte Chris Evans demuestra estar en plena forma, y además se destapa con un monólogo final con el que argumenta no ser todo cara bonita y músculos.
Poco tarda en aparecer el fantástico y desternillante personaje de la ministra Mason, interpretado de forma soberbia por Tilda Swinton. Una lunática mujer que cumple las órdenes del misterioso Wilford, por el cual desprende una gran adoración. A continuación, tras comenzar la rebelión e ir avanzando de vagón en vagón el director hace una exhibición de auténtico cine, convirtiendo cada vagón en una secuencia espectacular, ya sea por la estética, la acción o la música que acompaña en determinados momentos del film, a ciertas situaciones.
Cada vagón parece bailar entre diversos géneros cinematográficos, demostrando así la destreza del coreano. Mención aparte tienen, por un lado, la escena de la pelea al pasar por el túnel y por otro, la del vagón-jardín de infancia. En ambas secuencias parece haber varios tipos de cine entremezclados, llevándonos desde la comedia al drama en tan sólo unos minutos sin salir del compartimento.
En general la película tiene un ritmo muy sostenido, trepidante y que te mantiene continuamente enganchado a la pantalla. El final, con un intenso discurso (más que diálogo, guionazo) del Sr. Wilford a Curtis y una sorprendente cantidad de giros argumentales -que hacen ver al director siempre un paso por delante del espectador- está magistralmente resuelto. El único ?fallo? de la cinta, que podría ser la falta de profundidad de los personajes, está perfectamente suplido con el inmenso carisma que la mayoría de ellos posee (genial Octavia Spencer también).
Finalmente como conclusión me quedo, además de con la magnífica historia, con el mensaje que transmite. Esa comparación del tren con la sociedad, el rostro del consumismo y el capitalismo definido en Wilford, de cómo el sistema abusa hasta del último vagón, de cómo los de abajo llegan a revolverse contra esa tiranía (representado el tren a todas las personas que quedan en el mundo, a la humanidad) y el mensaje del desenlace.
En una frase: La mejor peli de trenes de la historia.Alejandro Famos