No hay referencia más respetable para un actor al hablar de su oficio que El Método. El método es el de Constantine Stanislavsky. El actor y director de teatro ruso que revolucionó el teatro americano alrededor del penúltimo cambio de siglo y cuyas enseñanzas fueron trasladadas al cine por profesores de interpretación como Stella Adler y Lee Strasberg en sus respectivas academias.Ranging Bull (1980), Christian Bale siguiendo el camino opuesto y bajando hasta los 54 kg de peso en The Machinist (2004), Daniel Day Lewis sin abandonar la silla de ruedas ni por un segundo durante los meses que duro el rodaje de My Left Foot (1989), Marlon Brando viviendo un mes en un hospital militar para interpretar a otro paralitico en The Men (1950), etc.
Me parece tan impresionante como a cualquiera semejante compromiso con una interpretación. Pero cuando veo algunos de esos casos no puedo dejar de acordarme de una célebre anécdota entre Dustin Hoffman y Laurence Olivier.
Los dos ilustres actores coincidieron el thriller de 1976 Marathon Man. Había una escena entre ambos en la que el personaje de Hoffman llevaba varias días sin dormir. Así que el joven empalmó dos noches de fiesta antes de presentarse en el rodaje de la escena. Cuando el veterano actor vio el estado de Hoffman dijo:
- ¿Por qué no intentas actuar, muchacho? Es mucho más fácil.
Tampoco seré yo quien discuta a Sir Laurence Oliver sobre el tema.
En cualquier caso, encontrar actores tan comprometidos con un papel como en los casos mencionados no es lo habitual. Otro que sigue El Método y pelea inasequible al desaliento por entrar en esa liga de grandes entre grandes es Shia Labeouf.
Shia no termina de entender el concepto de ser guay.
No termina de conseguirlo, es cierto. Más que nada por sus elecciones profesionales, pero no deja de intentarlo denodadamente en su faceta de estrella mediática: realiza duros sacrificios físicos para el papel que finalmente pasan inadvertidos en pantalla, ridículas performances artísticas que terminan en asaltos sexuales, publica epatantes reflexiones en los medios sociales o aparece en un show de entrevistas masivo pidiendo el perdón del público y argumentando a Ellen de Generes que todas sus salidas de tono eran porque estaba pasando una depresión. Cuesta tomárselo en serio pero entretenido es un rato.
El Actor.
Shia era un actor que mantenía un perfil público bastante estándar hasta hace cosa de un año. Aunque había sido una estrella televisiva Disney de cierta popularidad en su infancia, el mundo no tomó nota de su existencia hasta 2007 con los estrenos de Disturbia y Transformers.
De chico bueno y advert guy en Transformers.
En 2008 se incorpora a la saga Indiana Jones. Posteriormente se le ve en otros blockbusters rápidamente olvidados como Eagle Eye (2008), continúa en Transformes hasta ser sustituido por Mark Wahlberg en la cuarta entrega, aparece en producciones de más prestigio pero poca repercusión como Wall Street: Money Never Sleeps (2010) y también realiza alguna pequeña incursión en la dirección filmando videoclips para colegas raperos.
Por aquel entonces Shia ya necesita encontrar nuevas vías de expresión artística al margen de su carrera de estrellón en Hollywood. Da el salto a las letras y guioniza varias novelas gráficas que reciben acusaciones de haber plagiado a escritores como Benoit Duteurtre y Charles Bukowsky.El Artista.
Semejantes insidias no detienen la creatividad de Labeouf pero alcanzarán su punto álgido en 2013 con el estreno del cortometraje Howard Cantour.com. Dirigido por nuestro artista y conocido por plagiar varios elementos del comic Ghost World de Daniel Clowes, que ya fue objeto de una reconocida adaptación cinematográfica en 2001. Hasta publicaciones como Wired detectan varias similitudes, "una de las cuales es que el monologo de apertura del corto y del comic son idénticos".
El propio Labeouf termina por reconocer el asunto y pide perdón públicamente a Daniel Clowes. Explica que no pretendía copiar a Clowes sino solo inspirarse y que se perdió en el proceso creativo. Sobre el mismo asunto deja caer, en otra ocasión, que las leyes sobre derechos de autor son demasiado restrictivas y limitan la creatividad.
Pero el signo que indica un giro de 180º en su carrera es su incorporación al reparto de Nymphomaniac también en 2013. De Michael Bay a Lars Von Trier hay un trecho muy grande. El director danés es conocido por realizar unos dramones de órdago en los que exprime y desquicia a los actores y actrices como pocos. Shia interpreta en Nymphomaniac a Jerome, único personaje de la película que no consigue llevarse a la cama a la protagonista femenina del título.
No deja de resultar involuntariamente cómico que todo el reparto protagonizara unos comentados posters del filme en los que aparecían el rostro de cada uno de ellos en el momento de orgasmar? excepto Shia. El actor prefirió exponer otra faceta de su personaje con una imagen del superfucker wannabe Jerome rascándose el sobaco.
Superfucker Jerome expresando algo.
Nymphomaniac no es de lo más reputado o reconocido que haya rodado Von Trier. Ni ha sido tan beneficioso para la carrera de Labeouf como lo fue Dogville para la de Nicole Kidman en 2003. Pero lo que si será recordado por más tiempo es la performance que Shia dedicó al mundo en la alfombra roja del festival de la Berlinale en 2014. Presentando Nymphomaniac con una bolsa de papel en la cabeza que llevaba escrito "I´m not famous anymore".
¿Qué mejor lugar para declarar tú rechazo a la fama que delante de los medios de todo el mundo?.
Obviamente, la cosa fue objeto de mofa automáticamente, digna de un episodio de Los Simpson.
Coincidiendo con la promoción de Nymphomaniac, Shia también declara que su cuenta de Twitter era "meta-modernist performance art". Sobre eso vuelvo más adelante.
Tras la polémica presentación en Berlín de Nymphomaniac, el actor acomete una performance artística de seis días en una galería de Los Ángeles. #IAMSORRY se llamaba la creación artísitca. Quizás por Indiana Jones & the Kingdom of the Crystall Skull.
Cada uno de los asistentes accede a una sala para encontrarse a solas con el actor. Éste viste traje de etiqueta, su ya conocida bolsa de papel en la cabeza y tapones en los oídos. No va a decir una palabra ni dialogar con ninguno de los visitantes, pero ellos si podrán expresarse con Shia de la forma que estimen oportuna. Veamos un ejemplo para entenderlo y, sobre todo, comprender.
Meses más tarde, Shia relataría a la prensa que fue objeto de una violación por parte de una mujer durante la performance mientras su novia esperaba en la cola del público. Shia se mantuvo fiel al método Stanislavsky y no se salió del personaje. De nuevo, la vida de Shia es como un episodio de Los Simpson.
Lo cierto es que las boutades artísticas no le funcionan a Shia como le gustaría. A esto hay que sumarle algunos altercados con la policía a cuenta de broncas absurdas con los vecinos o por dar la nota en sitios públicos que comienzan a hacerse frecuentes en 2014.El Drama.
A Shia ya se le puede considerar un actor del método con todas las de la ley. Aunque todavía está lejos de lograr grandes resultados con él. Durante el rodaje de su último estreno, la notable Fury (2014), Shia se rajó el rostro con una cuchilla tras quedar descontento con las heridas que el departamento de maquillaje aplicó en su rostro. Las cicatrices, ahí siguen. También se sacó, aparentemente, un diente para entrar mejor en el papel y lo publicitó en su surrealista cuenta de Twitter.
Shia levantando el rumor de su última excentricidad.
Desafortunadamente y al contrario que en casos como Bale o DeNiro, tales sacrificios son apenas apreciables en pantalla. En Fury sólo se aprecia su dentadura incompleta en un solo plano. En realidad nos enteramos porque lo tuiteó. Y resulta difícil fijarse en las cicatrices de su rostro cuando está lleno de barro, viste un distracting bigotón y además tienes a Brad Pitt compartiendo cada plano.
Una mejor comprensión del personaje nos la puede dar una visita a la mencionada cuenta de Twitter. Sí, esa misma que considera una performance artística meta modernista. A Shia le gusta mostrar trocitos de su alma con escuetas frases de tres o cinco palabras.
Shia sabe que para crear hay que sufrir.
Pueden parecer tuits descontextualizados pero no. A través de esos crípticos mensajes se comunica Shia con el mundo. También nos hace llegar otras facetas suyas que representan mejor quien es que un frio blockbuster revientaquillas. Por ejemplo, su participación en el videoclip "Corazón Elástico". En realidad, Elastic Heart, pero no me he resistido. Prepárense.
El caso es que Shia no es mal actor. O no me lo parece, a pesar de su imagen mediática. En Fury está francamente bien. Y es verdad que en la mayoría de sus películas no hay mucho con lo que trabajar. Pero lo que resulta llamativo del personaje es el constante esfuerzo por presentarse como artista trascendental y omniconsciente de sí mismo cuando su carrera refleja todo lo contrario. Su esforzada aplicación del método Stanislavsky llevada al extremo sin demasiado éxito y ese gafe simpsoniano que le acompaña. Debe ser duro para alguien tan comprometido con su arte como Shia que el premio más conocido recibido en su carrera sea un Razzie por Transformers.
Aunque lo más probable es que el actor tenga la cabeza en otras cosas. Procura ofrecer una imagen pública más sosegada desde sus apologies en el show de Ellen Degeneres hace unos meses pero sigue expresándose sin cortapisas en otros ámbitos. Por ejemplo, realizando amuermantes entrevistas en silencio de una hora de duración en las que nadie cruza una palabra. La prueba.
En mayo del año pasado una nueva performance le mantenía saltando a la comba durante una hora en una videoconferencia multitudinaria en Skype. Lo hacía en busca de yo interior e invitando a los espectadores a hacer lo mismo.
El metamodernismo al que se refería hablando de su cuenta en Twitter también es otra de sus áreas de interés actuales. En otra videoconferencia lo explica como "la condición mercurial entre y más allá de la ironía y la sinceridad, la ingenuidad y sabiduría, relativismo y verdad, optimismo y duda, en búsqueda de la pluralidad del disparate y los horizontes elusivos". Y concluye con un llamamiento a "ir hacia adelante y oscilar".
Oscilemos, Shia, oscilemos.
Hasta el Infinito y más allá.