Primer día completo en la ciudad eterna y menos mal que no llovía (o al menos eso nos pensamos). La noche anterior comprobamos que todo estaba más cerca de lo que nos pensábamos así que decidimos hacer todas las visitas del viaje a pie. Para empezar el día iríamos a la Roma antigua y nuestra primera parada sería la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, la iglesia medieval del siglo VI donde se encuentra la famosa Bocca della Verità. Además en su interior se conserva el cráneo de San Valentín, el patrón de los enamorados y la cripta con los restos del Papa Adriano I, extraído de las Catacumbas. Por la Vía Vittorio Emanuele (nuestra calle de referencia) llegamos hasta el monumento Vittorio Emanuele y la piazza del Campidoglio situada al lado, encima de la Colina Capitolina. El Papa Carlos III encargó el diseño de ésta plaza a Miguel Ángel y la orientó hacia la Basílica de San Pedro ya que entonces era el centro de la ciudad. El de la estatua ecuestre de bronce del centro es Marco Aurelio, aunque la estatua original se encuentra en el Palacio de los Conservadores y la que hay ahora es una réplica.
El Área Sacra nos pillaba de camino para todo
Piazza Campidoglio
De camino a la iglesia también vimos el Teatro Marcelo, el Arco di Giano y el Foro Boario. Cada recorrido es un paseo entretenido mientras que vas viendo cosas. Por eso ninguno de los 4 días que estuvimos, tuvimos necesidad de usar transporte público ¡todo a pie!. Al llegar hicimos una pequeña cola; a pesar de ser temprano ya había bastante gente, pero fue poco tiempo. Nos hicimos la foto y entramos a la iglesia y vimos su cripta. Después fuimos a ver el foro y el Coliseo. Rodeamos el Circo Máximo, uno de los lugares de ocio más importantes de entonces donde se hacían carreras de carros y otros espectáculos y llegamos al Monte Palatino. No llegamos a verlo pero sí que compramos aquí la entrada al Coliseo porque no había nadie y la misma entrada sirve para el Monte Palatino, Foro Romano y Coliseo. Además imaginábamos cómo estaría la cola para entrar al Coliseo... a tope! y acertamos de pleno. Llegamos y accedimos directamente a los tornos mientras que decenas y decenas de personas se quedaban haciendo cola en las taquillas. Y ya estábamos dentro del Coliseo! subiendo escalones enormes para salir a la zona central.
La verdad que entre que empezó a llover, la cantidad de gente que había y lo distinto que estaba todo, costaba imaginarse cómo eran antiguamente los espectáculos y batallas que se celebraban allí. Es mucho más imponente por fuera que por dentro, pero como todo en esta vida: hay que verlo para juzgarlo! Del Coliseo, fuimos al Foro Romano. Un lugar lleno de ruinas como dice mi madre, que se conserva al aire libre. Era el lugar donde se desarrollaba la vida pública y religiosa en la Antigua Roma. Se veían claramente las calles por las que se puede caminar y el recinto está repleto de columnas y templos semiderruídos que dejan a la imaginación completar lo que antiguamente era la ciudad. Mientras veíamos el foro empezó a llover a cántaros y mi hermano y yo tuvimos que ponernos en modo paraguas. Igual que el día anterior: él me cubría con el paraguas y protegía la réflex mientras yo disparaba a diestro y siniestro.
Al terminar la visita al Coliseo y al Foro, entonces salió el sol que tanto echamos de menos. Nos acompañó por todo el camino hasta el Trastevere, donde fuimos a comer en uno de los locales que Mauro, el italiano, nos recomendó. Y acertó de pleno porque esa trattoria nos encantó! menudos platangos de pasta que nos comimos. Yo probé unos espaguetis con salsa de lima y gambas y que cosa más rica!
Teatro Marcelo y templo de Apolo
Boca della Verità
Circo Máximo y Monte Palatino
Interior del Coliseo
Coliseo
Foro Romano
Comiendo por el Trastevere
Tras un buen descanso sentados en la trattoria nos fuimos en busca de las 3 iglesias que nos quedaban por ver (al estar lloviendo el día anterior se nos acumularon las iglesias). La primera de las iglesias fue San Pietro in Vincoli (San Pedro encadenado), una iglesia del siglo V donde se encuentran las cadenas con las que San Pedro fue encadenado en Jerusalén. Ésta iglesia es demasiado sencilla, sin embargo en ella se encuentra la famosa escultura de Moises de Miguel Ángel. También es un poco chocante las representaciones de esqueletos y calaveras que hay en su interior, imágenes poco comunes en una iglesia.
De San Pietro nos fuimos a la iglesia de San Ignacio de Loyola, un descubrimiento que hice justo el día antes de llegar a Roma, y fue uno de los mejores descubrimientos, al menos en cuanto a iglesias. Las pinturas de su bóveda, obra de Andrea del Pozzo, son impresionantes. Una simple bóveda en la que la arquiectura pintada en ella parece que se abra al cielo y se mueva conforme nosotros vamos avanzando. Impresionane. Sin embargo, la que tenía el listón muy alto para nosotros era la iglesia del Gesù, pero después de ver la de San Ignacio nos decepcionó bastante. Era un poco más pequeña y mucho mas oscura. Parecía que las pinturas estaban sin restaurar aunque también era casi imposible diferenciar donde la pintura pasa a ser escultura. También fue nuestra última visita del día y llevábamos mucho cansancio acumulado.
Moises de Miguel Ángel - San Pietro in Vincoli
Iglesia del Gesù
Bóveda de la iglesia de San Ignacio de Loyola
Llegamos al apartamento para echarnos una mini siesta (a final de la tarde, sí) y después salimos a cenar unas porciones de pizza en cualquier lugar de pizza para llevar. Y menuda clavada. De verdad que en Roma da miedo salir a comer o cenar por libre si no te recomiendan sitios concretos. Después fuimos a la famosa heladería Trescalini, que tiene mucha fama turística pero no para los italianos que la evitan. Aun así los helados están buenos. Y de vuelta al apartamento por la noche nos perdimos y llegamos casi al Castel SantAngelo, pero eso tocaba para el día siguiente! mañana más y mejor :)