Título original: Ralph breaks the Internet
País: Estados Unidos
Año: 2018
Duración: 112 min.
Director: Rich Moore, Phil Johnston
Productora: Walt Disney Animation Studios / Walt Disney Pictures
Puntuación pandástica: 3,5/5
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, tal vez por eso Disney ha esquivado durante años las temidas secuelas, a pesar de que muchas de sus últimas películas dejan abierta la puerta a continuar la historia. Ralph rompe internet es la primera segunda parte más esperada en años y no ha decepcionado.
Vamos a ponernos un poco en contexto. Rompe Ralph, su predecesora, se estrenó en 2012 en la gran pantalla y en ella conocimos a Ralph, un villano cansado de serlo que se propone convertirse en un héroe. Por suerte, conoce a Vanellope, una princesa con glitch que anhela recuperar su hueco en Sugar Rush (el juego al que pertenece). Ralph la ayudará a conseguirlo y se convertirá en su héroe y mejor amigo en el mundo mundial.
Aquella película me hizo llorar, fue tierna y amable con el público (en mi opinión mucho más que Gru, mi villano favorito, que se estrenó dos años antes) y repartió muchas risas.
Ralph rompe internet coge el testigo y continúa seis años después, con dos amigos inseparables que ven el mundo desde dos perspectivas muy distintas. El juego de Vanellope se rompe, menos mal que Internet ha llegado a los recreativos, porque gracias a ello encuentran la pieza que les falta en Ebay. Una pena, porque no tienen el dinero suficiente para pagarla, así que tienen que hacer de todo para conseguirlo: desde robar cosas en videojuegos para venderlas en el mercado negro hasta convertirse en videos virales.
Durante 112 minutos vemos una sucesión de gags sobre la vida moderna (sin desperdicio alguno) que se sostienen en la tóxica relación entre Ralph y Vanellope. Una relación rara y complicada, donde un Ralph abusivamente dependiente lastra a una Vanellope que busca su sitio en el mundo.
Técnicamente no hay nada que reprochar a Disney porque este tema lo dominan muy bien. El guión está bien estructurado, es comprensible y cumple su objetivo: hacer reír. Sin embargo, podrían haber manejado mejor la relación entre los protagonistas, llega un momento en que la película se hace pesada, ñoña y aburrida. Los falsos finales que presentan no incrementan la expectativa del final real, sino que la deshinchan. Bien podría haber sido una película de 90 minutos.
Destacan en escena las princesas Disney que hacen una crítica reflexión sobre el concepto que la marca ha creado sobre las princesas. Minipunto por saber hacer autocrítica e introducirlo tan hábilmente en el guión. Queremos pensar que es un giro de dirección en este sentido, no solo en Ralph Rompe Internet, sino en toda la marca y puede que hacía una Gal Gadot que personalmente me conquista en la película.
Merece la pena verla, por los grandes momentos que regala: buscadores que intentan adivinar lo que vas a decir, algoritmos llenos de chispa, tweets con videos de gatitos, haters, spam, anuncios intrusivos… No se dejan nada en el tintero; se ríen hasta de lo mal que lo pasamos cuando se cae Internet. Atrás queda el color de rosa de Sugar Rush, en esta secuela si vas a llorar, solo va a ser de risa.
Lo que más nos ha gustado:
- El buscador que intenta adivinar qué vas a decir.
- Las princesas Disney.
- Shank, el personaje que anima a Vanellope, inspirado en Gal Gadot.
- La última escena de la película donde bromean con su propio tráiler. Lo que menos ha gustado:
- La relación entre Vanellope y Ralph es la de dos amigos que han llegado a un punto de su vida en que quieren cosas diferentes; sin embargo, es una realidad rara y un tanto inverosímil cuando uno podría ser el padre de la otra y se comporta casi como un novio dependiente y posesivo, tanto que cuesta pensar que pueda perdonarle y mantenerlo en su vida. Realmente extremo, falso y artificial. Una base muy poco sólida para todo lo demás.
- Demasiado bombo y platillo a Oh My Disney y otras marcas comerciales como Ebay, Google, Amazon… Una vez me dijeron en la carrera que Náufrago había sido el mejor spot publicitario hecho nunca, esta película podría ser otro ejemplo.
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