histórica y trasladarnos allí (ya sea con la Tardis o con un Delorean) para revivir grandes momentos de nuestra civilización o juguetear con crear un futuro diferente quitando del medio a ciertos personajes históricos.
El planteamiento de la novela de la que os hablo hoy es ligeramente distinto. Hoy hablo de La mujer del viajero en el tiempo.
Tenemos a Henry DeTamble, bibliotecario de Chicago, y a su esposa Clare Abshire. Ambos serían una pareja de los más común, si no fuera por un ligero detalle: Henry puede viajar en el tiempo.Pero no es como nos imaginamos, si no que debido a un defecto genético, su cuerpo se traslada de un modo totalmente involuntario a épocas aleatorias de su propia línea temporal. Siempre aparece desnudo, sin objeto alguno y sin saber cuánto durará el viaje.
Este "emocionante" estilo de vida tiene el contrapunto en Clare, que soporta como buenamente puede las desapariciones de Henry, y a través de ambos personajes y en primera persona avanzaremos (y retrocederemos) en su historia, en cómo se conocieron y es que en el fondo, los viajes en el tiempo son sólo una parte de la novela, pues en realidad es un tratado sobre las relaciones humanas y el amor que esta peculiar pareja se demuestra constantemente.
Por tanto, no esperéis una obra de ciencia ficción (más allá de lo obvio: los viajes en el tiempo, una constante en la novela) si no una auténtica historia de amor, adornada con una pizca de esa fantasía que permite que el relato se desarrolle por los derroteros que le interesan a la autora y que lograrán conmovernos. Es realmente difícil explicar nada más de la novela sin caer en spoilers, pero basta con decir que aunque cuesta un poco meterse en la historia, luego no querrás salir.
Si os ha interesado la historia pero no os apetece enfrascaros en un libro de 600 páginas probablemente estéis cometiendo un error gordísimo, pero tal vez querréis echar un vistazo a la adaptación cinematográfica del año 2009, aunque la crítica del New York Times dijo que era «una adaptación a veces ridícula, torpe, insatisfactoria y agriamente melodramática». Ahí es nada. No he visto la película, pero es que la novela es tan estupenda que es un delito perdérsela. ¡Corre a por ella!