Dicen que el Camino de Santiago empieza en el mismo zaguán de tu casa. Cierras la puerta tras de ti y te pones en marcha buscando el primer entroncamiento que te permita unirte a otros peregrinos con un mismo objetivo pero distinta manera de vivirlo.
Los habitantes del pequeño pueblo marinero de Redes hacen lo mismo cada día. Su especial arquitectura hace que tengan sus casas pegadas a la mar. Cierran la puerta tras de si y se ponen en marcha buscando el mejor caladero que les permita ganarse la vida. Peregrinos del mar, viajeros de ida y vuelta por cada día de dura faena.
Este encantador lugar se encuentra en la ría de Betanzos, tan cerquita del Camino Inglés que bien merece la pena buscar el favor de algún parroquiano que a cambio de conversación, te lleve en apenas unos minutos a esta «pequeña Venecia» escondida en la tortuosa costa de las Rías Altas.
Porque también existen momentos en el Camino para un pequeño toque de romanticismo. Dejar aparcada la mochila sobre algún taburete huérfano de la taberna del puerto, pasear tranquilo, alejado del bullicio para escuchar el golpeo del mar en cada una de las puertas de las casas que conforman el colorido acantilado de Redes. Olor a mar entre sus callejuelas que suben y bajan siempre paralelas al batir de las olas de una ría que nunca duerme.
Callejuela de Redes
Recuerdo nuestro paseo perfectamente con casi mis cinco sentidos. Bajamos con mucha hambre al puerto donde aún me esperaba mi mochila sobre un taburete que miraba a la ría. Allí nos sentamos, y allí mismo el afable tabernero nos leyó de memoria la carta de productos de la tierra que para hoy tocaba. Pescado de la ría, como no podía ser de otro modo, ¡casi nada para empezar! Me acuerdo perfectamente cuando nos dijo que estaba aposentada sobre el mismo lugar y taburete que Almódovar utilizaba para descansar, abstraerse, retomar fuerzas y seguir con el rodaje de su última película, que en aquellos días iba a titularse Silencio.
La verdad no me extraña, si yo tuviera que buscar exteriores para una película y escuchar el silencio puro del mar, sin duda Redes sería una de mis primeras opciones. Ahora que llega San Valentín, patrono de los románticos, os invitamos a encontrar vuestro propio taburete con vistas a la ría, no será muy difícil, el lugar es pequeño aunque acogedor, pero ante todo, por favor: ¡silencio se rueda!
Photography by Woman To Santiago
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