El pararrayos más que un simple artilugio
Los rayos son descargas electrostáticas que impactan en la superficie terrestre, también pueden incidir sobre determinadas edificaciones o personas. Los rayos pueden transportar una carga de electrones en menos de un segundo, equivalente a 100 millones de bombillas de las cotidianas que se emplean, la media que se valora por rayos es de 20 GW de potencia. Ante estos efectos, los posibles perjuicios y buscando probables soluciones, se inventó el pararrayos, la fecha de creación data del año 1753, fue el investigador Benjamín Franklin su creador.
El pararrayos es un aparato destinado a establecer una vía con baja resistencia para el paso de la descargas por rayos, de esta forma evitan que la carga atraviese la estructura de un edificación, establecimiento, vivienda o lugar e incluso preserva la vida de los humanos.
La invención del pararrayos: antecedentes de su creación
Allá por el año 1747 cuando ya existían algunos científicos que se dedicaban a realizar trabajos de investigación sobre la electricidad. Fue entonces, cuando en Boston, Benjamín Franklin encontró algunos de estos experimentos y a partir de ellos desarrolló teorías que respaldaron años más tarde su creación.
El científico norteamericano Benjamín Franklin reconoció de inmediato algunas similitudes entre la electricidad y los rayos teniendo en cuenta el color de la luz, la dirección de ambos que era torcida al igual que el sonido estruendoso. El estudioso estaba convencido de que las nubes viajaban por el cielo con cargas de electricidad que podían activar descargas a la tierra. Alarmado por las amenazas que representaban para la vida en general, se dio a la tarea de construir un artefacto capaz de servir de aislante, así comienzan a darse los primeros pasos en la invención del pararrayos.
Las primeras concepciones que tuvo el científico para crear el pararrayos, giraban en torno a la estructura y es que debía ser una pieza de metal alargada de entre 8 y 10 pies de altura con forma puntiaguda en uno de sus extremos, de manera que se pudiera desviar el rayo usando esta barra de metal conectada en la tierra y que así lograra vaciar lo que provenía de determinada nube sin afectar a nadie.
La primera prueba para demostrar la realidad del efecto y la posible efectividad del artefacto fue hacer volar una cometa con hilo de seda a la cual ató una llave metálica en la punta, de manera que un rayo se impactara en el metal y se comprobara finalmente, pero sin la más mínima probabilidad de que afectara a quienes harían el experimento.
De aquí que utilizar el pararrayos con estas características se convirtió en una sugerencia y en una necesidad permanente, aun cuando en sus inicios creó ciertas polémicas. De esta forma un pararrayos de los construidos por Franklin fue ubicado en el edificio más grande de Maryland, a este se le incorporaron todos los requerimientos indicados por el investigador y a pesar del paso de los años sólo se ha tenido un reporte por daños ocasionados por el alcance de un rayo. Razón que evidencia la efectividad del artefacto.
Aunque desde la invención hasta que se hizo cotidiano, tardó algunos años en extenderse la utilización del pararrayos de manera común, ya a principios de la década del 1780 en Estados Unidos existían instalados un promedio de 400 de estos artefactos encargados de la protección de edificaciones de todo tipo.
Esta invención por sus efectos preventivos resonó de manera contundente en otros países, se dice que incluso muy próximo a la fecha de creación, en la década del 60 ya en algunas ciudades de Europa se empleaba el pararrayos como un método eficaz de protección.
El pararrayos en la actualidad
Nikola Testa, casi 2 siglos después, mejoró el pararrayos inventado por Benjamín Franklin, con nuevas teorías de atracción aplicadas a este artefacto. Este científico basado en la anterior teoría logró perfeccionar el pararrayos e insertarlo al mercado, le confirió un punto de vista más efectivo en pos de la protección.
De igual manera el pararrayos, este artefacto inventado en el siglo XVIII mantiene una actual vigencia, mucho más mejorado, con nuevas prestaciones y características. Se logró gran aceptación dentro de una sociedad absorta por la novedad del invento e influidos también por la conciencia adquirida acerca de la peligrosidad que representan los rayos para la tranquilidad ciudadana en general.
Casi 250 años después de su creación el pararrayos se ha convertido en un elemento tan ubicuo que es sorprendente. Según indican los pronósticos del sistema de detección mundial de meteorología diariamente en el mundo se producen cerca de unas 44 mil tormentas y se generan más de 8 000 000 de rayos, en España, por ejemplo, por un mal manejo en el período comprendido entre los años 1941 hasta 1979 hubo cerca de 2000 muertos lo que representa 1, 6 muertos por años y por millón de habitantes. Si esta situación no es bien tratada puede causar perjuicios irreparables.
Algunos datos curiosos acerca de la invención del pararrayos
El pararrayos se ha convertido en un artefacto de uso común, con varias formas y tamaños pero con una misma funcionalidad.
Alcanzado por un rayo
La probabilidad de ser alcanzado por un ratos es más grande en el campo que en la ciudad, y según algunos datos que un rayo te alcance es de 1 de 2 320 000.
Rayos y tormentas
Los rayos no sólo aparecen en las tormentas, también cuando hay erupciones volcánicas, también en incendios forestales, en detonaciones nucleares y en grandes tormentas de nieve.
Impacto de los rayos
Cuando un rayo atrapa a alguien, el 30 por ciento de las personas mueren y el 74 de los que sobreviven quedan con discapacidades permanentes, es decir que el impacto es tan fuerte que los daños son irreversibles como daños psicológicos, fotosensibilidad o miedo a las luces, o problemas fisiológicos como cataratas, sorderas o pérdida de memoria.
El rayo y el sexo
La probabilidad de que un rayo alcance a un hombre es 6 veces mayor de la que pueda hacerlo a una mujer y la temperatura del rayo es 5 veces mayor de que la que se calcula en la superficie del Sol.
Sombreros con pararrayos
Poco tiempo después de haberse inventado el pararrayo, ante el auge y las facilidades de la invención, las mujeres de París salían a la calle con un sombrero especializado, pues sí, cuando había amenazas de tormentas las parisinas le incorporaban a los sombreros estos artefactos, jocosamente se conocían como sombreros meteorológicos.