El Misti, el Pichu Pichu y el altísimo Chachani, que se eleva hasta casi 7.000 metros, parecen custodiar la llamada "Ciudad blanca", apelativo que recibe por el color de la piedra sillar de origen volcánico de sus antiguas construcciones.
El emplazamiento de la urbe presenta dos caras, por un lado su clima suave que no baja de los 10 grados y permiten el cultivo de infinidad de variedades de verduras y frutas, y por otro el elevado riesgo sísmico que la ha hecho sufrir incontables terremotos a lo largo de su historia.
Para hacernos una idea previa de la ciudad debemos acercarnos al mirador de Yanahuara, a 2.300 metros de altura.
Este barrio, que destaca, y es visita obligada, por sus casas hechas en sillar blanco y sus calles empedradas, se ha convertido en un punto turístico de gran afluencia para los visitantes de Arequipa.
El mirador del mismo nombre, es una estructura formada por nueve arcos edificados en la misma piedra blanca que las construcciones que la rodean y adornados por frases y pensamientos de algunos de los personajes más ilustres de la ciudad. Desde aquí se disfruta de una completa vista de Arequipa con el telón de fondo de los volcanes Misti, Chachani y Pichu Picchu.
A su lado se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, templo barroco mestizo del siglo XVIII, cuya principal característica es la mezcla en su fachada de elementos cristianos y peruanos, como la cantuta, flor nacional del Perú, y otros animales y plantas de la tierra inca.
Pero empecemos a conocer a fondo esta ciudad, donde entre otros personajes insignes nació Mario Vargas Llosa.
Nuestro punto de partida será, por supuesto, su preciosa e impresionante Plaza de Armas.
Nos encontramos en el lugar exacto en el que se fundó la ciudad de Arequipa el 15 de agosto de 1540. Su centro lo marca la fuente coronada por el famoso Tuturutu, personaje de confianza del inca Mayta Capac y vigía permanente, con su trompeta, de la Plaza de Armas.Rodean el espacio por tres de sus lados los llamados Portales de Arequipa, construidos en granito en estilo neoclásico. Como la plaza es un cuadrado perfecto, cada uno de ellos mide 105 metros, elevándose a más de 5 metros.
El Portal Municipal, fue sede del gobierno administrativo de la ciudad en época del Virreinato, y en él tenía la sede el Cabildo y la cárcel. Desde sus arcos se daban los discursos políticos, se disfrutaban las fiestas y corridas de toros y se contemplaban las procesiones, actos de fe y ejecuciones. Quedó casi destruido tras el terremoto de 1868, y tuvieron que pasar 10 años para que recuperara su aspecto original.
El de San Agustín perteneció a la orden religiosa agustina y aún se recuerda la fastuosa cena que se ofreció bajo los arcos del primer piso al libertador Simón Bolívar, a la que acudieron cientos de invitados pertenecientes a la élite social arequipeña.
El tercer portal lleva el nombre de "Las Flores" cuyo nombre puede deberse a las pérgolas que lo adornaban o al alférez Flores, que mandó construirlo.
Pero el edificio más interesante es el que cierra este cuadrado vital para Arequipa, la Catedral.
Cual ave fénix, la basílica ha sido destruida y vuelta a levantar en incontables ocasiones, ya fuera por terremotos, incendios o erupciones volcánicas. Como dije antes, la Plaza de Armas es la cuna de la ciudad, y la catedral se comenzó a levantar con ella, aunque no estuvo completamente acabada hasta el siglo XVII.
Construida en ignimbrita, una piedra blanca de origen volcánico, y ladrillo, su estilo combina el estilo gótico, el neo renacentista y el neoclásico. Su fachada impresiona por las setenta columnas en estilo neogótico y dos gigantescos arcos laterales.
Tal y como comenté antes ha sufrido varios desastres naturales a lo largo de su historia. El último de ellos afectó gravemente a sus dos torres renacentistas, ya que en junio de 2001, un terremoto de 8.1 grados destruyó totalmente la torre izquierda y dañó seriamente la derecha.
Pero visitemos su interior. Llama mucho la atención el gigantesco órgano Loret, fabricado en Bélgica en el siglo XIX y que ha soportado varios terremotos sin que su estructura sufriera daños graves. Tiene 12 metros de altura y 1.206 tubos.
Frente a él, el Altar Mayor, construido íntegramente en mármol de Carrara.
En una de las capillas laterales podemos ver la capilla dedicada a Nuestra Señora de la Asunta, patrona de Arequipa.
Y en otra la preciosa Virgen de las Nieves.
Pero el elemento que más llama nuestra atención es el púlpito, una magnífica pieza neogótica realizada en Francia por el escultor Buisine-Rigot y traída en doce piezas en 1879. El simbolismo es contundente: Cristo aplasta a Satanás para simbolizar el triunfo de Dios sobre el mal.
El demonio con cuernos, alas y cuerpo de serpiente que se enrosca en la base del púlpito, es una de las pocas representaciones a gran escala del diablo en todo el mundo.
Muy cerca de la Plaza de Armas, encontramos otro ejemplo de arquitectura mestiza, la Iglesia de la Compañía.
Levantada por los Jesuitas entre el siglo XVI y el XVII, ha tenido que ser reconstruida en varias ocasiones a causa de los terremotos que ha sufrido la ciudad y que llegaron, como en el caso de la catedral a derribar la torre campanario. Lo más llamativo es su fachada, que mezcla elementos del barroco europeo con símbolos de la naturaleza de la cultura andina en forma de animales y plantas.
No debemos dejar de visitar los claustros que se encuentran junto a la iglesia, y que funcionaron como Colegio de Santiago, hospicio para niños huérfanos, e incluso viviendas, hasta que en el pasado siglo XX se vendió por lotes a particulares que transformaron las dependencias en tiendas, bares y restaurantes dedicados al turismo.
El pequeño complejo consta de dos claustros, el mayor y el menor, más un patio. Levantados en una sola planta, la decoración de las pilastras incluyen racimos de uvas, papayas, la flor de la cantuta, rosas y querubines alados, junto a medallones con las iniciales de Jesús, María y José. Por encima, gárgolas para el desagüe con forma de estilizados pumas.
Siguiendo la calle de Santo Domingo nos sale al paso el templo del mismo nombre, y que data de 1634, aunque consta en la cronología de la ciudad que anteriormente hubo otro templo en el mismo lugar, ya que la orden dominica fue la primera en asentarse en tierras arequipeñas.
La torre es un añadido un poco posterior, ya que se construyó en 1649. En la fachada, vemos de nuevo elementos del barroco mestizo, con volutas y adornos que incluyen flores y plantas nativas del Perú.
Bajando unas calles entramos al Mercado de San Camilo, uno de los más grandes del sur del Perú.
Construido en 1938, sobre el lugat en el que se levantaba la iglesia de San Camilo, destruida por el terremoto de 1868, es el lugar perfecto para tomar el pulso a la ciudad de Arequipa.
Un infinito número y variedad de productos tienen cabida en el mercado, desde frutas y verduras, pasando por dulces típicos, textiles, carnes y pescados frescos, hasta puestos que ofrecen con orgullo uno de los emblemas de la nación, la papa, que cuenta con más de 3.000 variedades. Es también el sitio ideal para comer los platos más afamados de la cocina arequipeña, como el rocoto relleno y el adobo.