¿Cambiarías las montañas y las profundidades del mar por extensos y fértiles valles?
Desde pequeña soñaba con las alturas. Trepé a lo alto del árbol de haya del patio trasero de la casa de mis padres. Me encantaba subir al techo del granero y mi punto favorito de lectura era la parte de arriba de mi biblioteca, entre el estante superior y el techo? hasta que crecí y fui demasiado grande para la librería que acabó por derrumbarse.
Al crecer, siempre busqué alcanzar las cumbres más altas de los lugares a los que he ido. Conquistar la cima siempre es una experiencia eufórica!!
Soy buena en experiencias eufóricas. Nunca las busco, pero me las encuentro en los días primaverales, en amigos hablando con amigos, en el viaje en tren, en la música, el olor del césped recién cortado y el saludo amable de un hombre con retardo en el supermercado. Encuentro aquellas experiencias respirando el aire mientras mis pies me llevan al lugar que yo quiero.
Tengo un talento para maravillarme con las cosas pequeñas y a menudo siento burbujas de felicidad en mi estómago, las cuales se abren paso a través de canciones, danzas y lágrimas de goce puro. Aquello me hace sentir como anormal? pero una anormal feliz y eso me hace sentir bien.
Aunque no siempre es así. Las montañas altas carecen de oxígeno y uno sólo puede estar en sus picos por un periodo corto de tiempo. A la medida que desciendo de mis picos de euforia me anido en el valle, llevando una vida normal como la mayoría de nosotros. Pero mientras estoy ahí, un antiguo miedo comienza a emerger: las profundidades del mar.
Me aterran las profundidades del mar. Su vacío sin fin, su falta de luz solar y sus horribles demonios abisales hacen que mis manos suden con sólo imaginarlo. Aquellos demonios tienen abominables ojos hundidos, dientes afilados, como muertos silenciosos y esquivos. Se presentan en mi espalda hincándome: "No, por supuesto que tu vida no vale la pena, porque no puedes elegir entre una vida épica o una vida ética, y eso te atrapa en el valle de la mediocridad. Por supuesto que la vida nunca te será mejor, porque después de cualquier pensamiento profundamente filosófico, siempre el punto de partida dice que la vida en sí no tiene ningún significado real -fuera el significado que le des-, y si no eres capaz de disfrutar de ella, pues, déjala".
Ellos, se disfrazan de Verdad y cuanto más trato de mirar hacia otro lado, más grande se hacen, hasta que ocupan cada pulgada cuadrada de mi cabeza, dejando sólo espacio para la agonía de desear ponerle fin de extremo a extremo.
Por suerte, los mares profundos también carecen de oxígeno. Mis demonios de las profundidades pueden tragarme viva, porque siempre me escupirán en las orillas de mi valle, así como Jonás fue escupido por la ballena después de tres días y tres noches de oscuridad.
La pregunta es la siguiente: Si fuera posible, ¿Sería capaz de decir adiós a mis montañas queridas, con el fin de olvidar a los demonios de las profundidades marinas? ¿Soportaría poder vivir con los picos de euforia en las lejanías, sabiendo que nunca volveré a disfrutar de sus espléndidas vistas? ¿Debería sacrificar mis tierras altas para librarme del vacío, y volverme ecuánime y equilibrada?
Pienso que no. Si intento tener menos miedo al vacío y dejar de luchar cuando traten de comerme, quizás pueda domar a esos monstruos? quizás no. Pero mientras pueda terminar como Noé sobre el monte Ararat cuando las aguas desciendan, yo resistiré.
Anne-margot Lambers
Groningen - Paises Bajos