Mi afición por la animación se reduce a poco más que South Park, Dragon Ball, Rick and Morty y alguna recomendación aislada de vez en cuando. En general, hace años que el anime, las series o películas de animación han dejado de interesarme, al menos, en exceso. Pero cuando vi el trailer de Mutafukaz, dirigida a dos manos por Shoujirou Nishimi y Guillaume Renard, me llamó mucho la atención su estilo visual, quedando automáticamente agendada entre mis películas interesantes para ver durante la 50ª edición del Festival de Sitges, el cual, ha terminado hace pocos días y todavía estoy asimilando haber salido de la burbuja y vuelto a tareas mundanas.
Sin embargo, el universo Mutafukaz no nace ahora en 2017 con el largometraje. A principios de siglo, en el año 2000, se dió a conocer su universo con paquetes de animaciones de algunos personajes. En 2002, Guillaume Renard, realizó Mutafukaz: Operation Blackhead, un cortometraje de animación que ganó el premio en el SIGGRAPH en San Antonio, USA. Además de participar en varios festivales, entre algunos, estaban el Sundance Festival, Mouviz Festival o el Flash Festival. En 2006 sale el primer número de la serie de cómic que se extiende hasta el 2015 formada por un total de 6 tomos.
Volviendo al film, a pesar de contar en sus filas con Nishimi como principal animador, el estilo visual es muy europeizado. Nishimi fue el animador de Akira, director de animación y productor de Batman: Gotham Knight. En Mutafukaz nos ofrece un dinámico, delirante y divertido ejercicio visual plagado de personajes muy carismáticos.
Tras un accidente de moto, Angelino, un bala perdida en medio de Dark Meat City, comienza a experimentar violentos dolores de cabeza y extrañas alucinaciones. Al menos eso es lo que él cree, pues quizá sus imaginaciones tienen algo de verdad: unos hombres de negro le persiguen, y Angelino terminará descubriendo algo terrible sobre su propia esencia.
El humor que desprende el conjunto es tan inteligente como paranoico, en ciertos momentos, incluso recuerda a Bill Plympton. Pero sin llegar a las cuotas de delirio del director de I Married a Strange Person!, eso es otro nivel, Mutafukaz no olvida dedicar tiempo y mimar la historia. Es cierto que lo que plantea, no es ninguna novedad, pero gracias al guión escrito por el propio Renard, en el que se tocan valores sociales tan importantes en la actualidad como la auténtica amistad, la convivencia o el amor verdadero, la película tiene un ritmo muy fluido.
Mutafukaz reutiliza ciertos aspectos y referencias cinematográficas vistas en películas como Asalto a la comisaría del distrito 13 y Están vivos de John Carpenter o eXistenZ y El almuerzo desnudo de David Cronenberg, por citar claros ejemplos. La película es una escenificación de muchas otras obras, pero que funcionan a la perfección y con estilo propio.
Rodeada de la cultura pop más fresca y cautivadora posible, la historia es un buen y divertido delirio, muy acorde con la serie B. donde se critican tramas corporativas empresariales y la corrupción gubernamental, además de otros muchos aspectos de nuestra sociedad como la superpoblación, el consumismo, la contaminación, el crimen etc.
Mutafukaz es una álgida comedia que exacerba toda realidad conocida en una exagerada periferia que parodia todos y cada uno de los aspectos que conforman la vida moderna de nuestra sociedad actual. Plagada de guiños a múltiples (algunos más rebuscados que otros) películas, series y aspectos de la cultura popular, considerados auténticos clásicos para toda una generación como -por citar algunas- La cosa, Men in Black, Batman, Joes apartament… el film acaba siendo una grata sorpresa que no se corta un pelo a la hora de mostrarse violenta ante el público con un estilo muy tarantinesco.
Como punto negativo, pues... Sin decaer del todo, pierde una parte de la frescura inicial, cuando en la segunda mitad de la historia, ésta se centra en una denuncia al cambio climático. Acaba siendo tan redundante que parece venir directamente de la asociación Greenpeace. Pero en términos generales, la película es fresca, dinámica y bastante risible gracias a unos personajes que, creo, están muy bien definidos y la química que desprenden entre ellos aflora con naturalidad y simpatía. Creo que su tono gangsta, su humor negro y su incontestable violencia, bien merecen una buena oportunidad.