Los aires del mar se apoderaron de toda la corte de Don Manuel; rey que reinó un pueblo de marinos y de marineros. Las mejores conquistas y las rutas se multiplicaban bajo el trono de este hombre singular, un aire de navegante impregnó hasta el último rincón del imperio luso y precisamente fue Os lusiadas
la obra que culminó y firmó el gran imperio marino. Bajo su reinado con sabor a sal se pusieron en pie dos monumentos singulares que miraban a ese río que se une con el mar en esa capital bella y única con su sabor tan especial y donde el fado recorre los viejos rincones haciéndote a veces llorar.
Cuando se visita Los Jerónimos hay que hacerlo desde la lejanía para irse familiarizando con el impresionante templo y dándonos cuenta que tiene forma de barco, marino tenía que ser. Desglosa los personajes de Os Lusiadas en su fachada como si fuesen las páginas de un libro, del libro, de su libro hecho piedra. Dentro en la oscuridad de su claustro duerme el poeta, el que amó tanto a su tierra, allí donde se le rinde culto con sabor a mármol.
Es impresionante, no se puede dejar de pensar en esta palabra cada vez que mira y se remira y se vuelve una a encontrar con Los Jerónimos frente a los ojos. Y precisamente para sentirme más alucinada con su visión, siempre lo hago desde lejos y me voy acercando poco a poco, un pequeño engaño visual para que nunca se olvide las dimensiones del Monasterio hecho gloria del arte manuelino.
Singularmente el arte manuelino no se considera como tal, ha dejado las formas del renacimiento y un poco de aire del gótico con sus oscuridades, pero al rey que embelleció la capital de los navegantes había que rendirse culto de alguna forma; es como siempre se ha calificado a los dos monumentos, tanto Jerónimos como Belem como manuelinos. Las puertas del renacimiento están cerca sin embargo es una gloria eterna que tenía que tener nombre propio porque casualmente no se encuentra en otro sitio, solo en Lisboa, la que llora lágrimas de río.
Las influencias del arte marroquí traído por los lusitanos que trabajaban en las defensas del país se hace notar y también la inspiración de la India. Vemos en Los Jerónimos este beso artístico diseñado por Boitac y continuado por Juan Castillo y con la colaboración de Torralva y Jerónimo Ruäo. Y esa fachada nos transmite la influencia náutica y los motivos inspirados en los temas indianos. Sus cimientos pertenecen a la hernita Ermida do Restelo, fundada por Enrique el Navegante donde Vasco de Gama pasó la noche en oración con sus hombres antes de partir para las Indias. Y es precisamente el regreso del gran navegante a Lisboa por el que el rey Don Manuel inicia la obra del gran Monasterio en 1502, casi un siglo tardó en terminarse, bajo los planos de Diego de Boitaca y costeado por el 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, si quitamos la pimienta, la canela y el clavo que iban directamente a la Corona. Otra curiosidad más.
En lo que es su Portada Meridional obra de Juan del Castillo, podemos observar la influencia del gótico aún en vigor. Está dividida en dos partes dándole entrada por dos puertas al templo. Los bajorrelieves destacan la vida de San Jerónimo y los escudos de los reyes de Portugal. La Virgen de Belem custodia el lugar desde su altar en piedra mientras tiene en la parte superior una ventana de medio punto.
En la Portada Occidental diseñada por Boitac los estilos góticos y renacimientos se mezclan para dar fondo a la estatua del Rey Don Manuel y a su esposa María.
Y recorrida la gran nave hacemos entrada en el templo para sumergirnos en una las naves más bellas del mundo en piedra. Y digo bien una nave porque simplemente consta de una nave con una bóveda de crucero que fue diseñada por Del Castillo en 1527. Los adornos muy propios del estilo manuelino adornan el interior de una manera casi frenética, ocupándolo todo. En la capilla Mayor diseñada por Diego Torralva se coloca un retablo del siglo XVIII haciendo mención a la vida de Jesús. En esta capilla se encuentran las tumbas del rey Don Manuel y de su esposa que es sostenida por leones.
a Sacristía también obra de Juan Castillo al más puro estilo manuelino, vemos como la columna central sirve de apoyo a todo el complejo y sirve también como museo con cuadros de San Jerónimo, todos ellos con firmas portuguesas. Y sumido en la inmensidad de la nave central están las tumbas de Vasco de Gama y de Luís de Camões
Abandonamos la Iglesia para entrar en un lugar mágico, el claustro considerado también como uno de los más bellos del mundo. Esta situado en la parte norte del monasterio y es obra conjunta de tres arquitectos: Boitac puso los primeros cimientos de los pisos bajos con claro acento manuelino; después vino Castillo que levantó las bóvedas y los pisos superiores en estilo plateresco y por último Torralva levantó los dos pisos últimos en estilo clasicista. Un detalle a observar en la repetición de la letra M por todas partes y en todos los ángulos. Quizás todo un homenaje al hombre que hizo posible el milagro. Una visita obligada ya que estamos en la primera planta es el coro del templo con sillería del XVI.
Después nos perdemos en la inmensidad de los jardines al final de los cuales la nave de piedra sigue posada en su término de trayecto: Lisboa navegadora¡¡..
DAMADENEGRO
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