Por suerte tengo todo más o menos organizado y la residencia reservada. Eso de buscar alojamiento una vez llegase no me hacía ni pizca de gracia (dormir en la calle por no encontrar piso no entra dentro de lo de vivir una experiencia diferente), así que he optado por la residencia que ofrece la universidad, muy cerca del campus y parece que bastante bien organizada, básicamente como un piso compartido pero con dormitorios cerrados.
La odisea del verano ha sido qué co**nes meter en la maleta. He hecho maletas para quince días e incluso un mes, pero cinco meses son palabras mayores. Si por mi fuera habría metido cada cacharrito de mi cuarto en un saco gigante y lo habría mandado todo a tierras inglesas, pero me ha tocado hacer selección. Así, casi sin quererlo me sumo al armario cápsula otoño-invierno y os cuento un poco más detenidamente el equipaje que me va a acompañar en esta aventura. Me gustaría haber hecho más fotos pero el tiempo no me ha dado para mucho, ¡las tareas se multiplican estos dias!
Ropa: En Belfast hace frío. Y llueve a saco. No he contado las prendas que llevo, pero básicamente lo importante es un abrigo pelusito y muchos jerséis de lana. De calazado he cogido tres pares incluidos los puestos (todo cómodo y apto para días lluviosos), unas chanclas (nunca se sabe con que duchas puedes encontrarte) y las zapas de casa. Ah, y cómo no también la ropa interior.
Sábanas y toallas: La almohada y la colcha me las compro allí. Podía haber hecho igual con las toallas y sábanas, pero ya que caben no están de más.
Aseo: Poca cosa, botecitos pequeños de champú y gel para el primer día, algo de maquillaje, el secador de pelo, un peine y el cepillo de dientes.
Bolsos/mochilas: Una mochila grandota para clase y dos bolsos (uno pequeño y otro mediano). Además llevaré puesta una mini-mochila.
El ordenador y la cámara: En la maleta de mano, porque como se pierda la grande... ¡ains, qué pupa! Con esto van incluidos pendrives y accesorios, y, por supuesto, sus respectivos cargadores.
Chuminadas varias: Podría hacer una lista interminable. La agenda, un cuaderno, una carpeta con dibujos, fotos y papeles bonitos, unos altavoces (igual se me ha ido la pinza), el paraguas, un par de estuches con pinturas, pinceles, lápices, grapadora y bolígrafos, un mini diccionario, un set de costura, unos cuantos washis, una caja de galletas, un libro, adaptador de enchufe, fotos de carné, una baraja de cartas, un posavasos...
Aún no he terminado de meter todo, pero tal y como esta ahora (casi terminada) mi imprecisa báscula de casa marca unos veinte kilos para la maleta grande, así que ando sin miedo de pasarme de los 23 que permite Vueling (aunque me cuesta mover el cachivache). Con la peque no creo que haya problema, llevo papeles del erasmus, la cámara, el portátil y alguna cosa más. Ahora, el truco para quitarse peso es viajar cual cebolla: tengo pensado ir con jersey, fular y cazadora. A una mala, si veo que me va a dar un chungo de calor meteré la cazadora en la maleta de mano antes de subir al avión.
Bueno, hasta aquí mi ultimo post made in Spain, esta semana voy a estar un poco al margen del blog (daré la lata por las redes sociales) y el día veinte vuelvo con el proyecto de la A a la Z. Espero poder ir contando mis andaduras por aquí y que mi querido maletón viaje sin percances. Ahora os dejo la palabra, las sugerencias de qué más meter en la maleta son bienvenidas, así como las sugerencias de qué sacar (;
¡Pasad una buena semana!