la herida abierta,
vuelve el horror y la tristeza.
Mis ojos se vuelven
dos gotas de agua,
y mi boca proclama
la desesperanza
Quiero que la noche
se lleve mi tristeza,
no quiero la luna
ni las estrellas.
No quiero que el día
me traiga tu recuerdo,
lo asesinaré con el silencio.
Maldigo las horas
que pasé contigo,
maldigo las cartas
y los suspiros.
Voy a rendirme
ante esta vida,
que sigue clavándose
en mi pobre herida