Introducción
Si ya le habéis echado un vistazo a mi biblioteca, y si no lo habéis hecho os animo a hacerlo haciendo clic aquí, sabréis que el libro Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady, forma parte de la misma y, además, tiene un asterístico (*). Según mi propia definición: «Los títulos con un asterisco son aquellos que han contribuido en mayor medida a transformar mi vida y a hacerme crecer como persona».
Este libro lo descubrí hace tiempo, por casualidad, pero no fue hasta hace unos meses que no lo leí por primera vez.
Me encontraba atravesando un bache y encontré un post de una bloguera que abordaba el tema que a mí me perturbaba en ese momento. «Dios los cría (en este caso, nunca mejor dicho), y ellos se juntan». En uno de los comentarios, una de las lectoras le recomendaba la obra: «Dios vuelve en una Harley».
Nunca olvidé el título, quizá por lo llamativo y curioso, pero no me animaba a leerlo. No sé bien el motivo. Quizá me repelía la palabra «Dios» porque me inducía a creer que el libro iba a estar cargado de dogmas, de indicaciones para llevar una vida moralmente aceptable… Hay que ver la cantidad de pensamientos limitantes que tenía, y tengo, aunque en menor medida. Podéis saber más sobre la persona que escribe estas líneas en: «51 cosas sobre mí».
Pasaron dos años y, estando inmersa en otro de mis pozos (así es la vida), un día, recordé el título. Me hice con el libro, pero no penséis que empecé a leerlo enseguida, aún tuvo que pasar algún tiempo.
Mi primera sorpresa, cuando me decidí a abrirlo, fue que era muy corto: 80 páginas. Pensé: bueno, si es un rollo, el mal trago se pasará rápido. Llamadme tonta, pero me «sabe fatal» dejar un libro a medias. Es como si le traicionara o algo similar. Ay, así soy yo…
Lo siguiente que me llamó la atención fue el tipo de narración: era estilo novela, una chica contando lo que le pasaba, sus problemas. No sé qué me esperaba, ¿quizá un libro de catecismo? Y la verdad es que la lectura me resultó gratamente amena y dinámica.
Si tuviera que resumir la obra en una frase sería, como he dicho al inicio:
Pequeño manual para llevar una vida sencilla y plena.
En él, Dios, encarnado en la figura de un apuesto motorista llamado Joe, tiene la misión de entregar una «lista de mandamientos personalizada» a cada persona, en este caso a Cristine, la protagonista, y guiarla hasta que los interiorice y encuentre la paz interior. Una vez cumplido su cometido, pasa a otra persona.
Realmente, las recomendaciones que le da a la chica son útiles para todo el mundo. A mí, personalmente, me han servido, y me sirven mucho. Por eso, paso a comentar algunos aspectos.
Análisis del libro
Traspasa tus muros
El primer consejo que Joe ofrece es: «No levantes muros, aprende a traspasarlos».Hace referencia a esos «muros» que nos impiden creer en ciertas cuestiones. Muros que mantienen a raya a la gente, que impiden que nos hagan daño, pero que mantienen el miedo encerrado. Muros que también impiden «ver lo que es real».
Derrumbarlos sería demasiado trabajoso, así que el motorista explica que es más sencillo saltarlos. Funcionar a pesar de ellos. Concentrarse en superarlos por muy aterrador que resulte, si se quiere que la vida tenga algún sentido. Ignorarlos. Y puntualiza que, la parte difícil, es aprender a no construir más.
Yo soy tú y tú eres yo
Una frase que Joe siempre repite es: «Yo soy tú y tú eres yo». Además, añade: «estamos conectados para siempre y nunca te voy a abandonar, por mucho que intentes desterrarme de tu vida».El primer enunciado me ha hecho cambiar mi forma de entender y de relacionarme con el concepto de Dios, Fuerza Superior… Él (o Ello) soy yo, y yo soy Él. Es complicado explicarlo con palabras, pero me sugiere una conexión entre mi Ser y mis actos y el Universo.
La segunda parte, «nunca te voy a abandonar», me hace, simplemente, sentirme arropada.
Vive cada momento de la vida
«Vive cada momento de tu vida, pues todos son preciosos y no debes malgastarlos».Cuando Cristine se da cuenta de que está aquí, en este mundo, para aprender, no para reconcomerse con el sufrimiento del pasado, entonces, poco a poco, empieza a convertirse en lo que ella denomina, «experta de las pequeñas cosas»: especialista en observar los colores del atardecer, los mecanismos que hacen que se cure una herida, lo verde que se ponen las plantas cuando las riegas…
Cada día se fija más y en más cosas, y aprende una frase que yo, últimamente, utilizo mucho:
«Las mejores cosas de la vida son gratis».
Si os dais cuenta, lleva implícito, aunque no se exprese como tal, el concepto de mindfulness.
Cuida de una misma
«Cuida de ti misma ante todo y sobre todo, pues tú eres y yo y yo soy tú, y cuando cuidas de ti, cuidas de mí. Juntos nos cuidamos el uno al otro».Uno de los beneficios que me ha traído la meditación, podéis ver éste y otros haciendo clic aquí, es que cada vez me quiero más y mejor. Soy menos perfeccionista y autoexigente, y he cambiado el modo en el que me hablo a mí misma.
Lo he conseguido observándome. Estando atenta a cada uno de los comentarios que me hacía a mí misma. Me sorprendió la cantidad de veces que me decía a mí misma «tonta» a lo largo del día por cada pequeño error que cometía. Así que empecé a anotar mentalmente cuando esto sucedía, pero no me regañaba (no iba a echar más leña al fuego), sino, simplemente, me daba cuenta. Con el tiempo, ya no es que casi no me insulte, sino que, además, me felicito por cada cosa que hago bien, pero miro al espejo y me sonrío con cariño, y me digo frases de apoyo y aliento, entre otros.
Disminuye tus posesiones materiales
«No me hacían falta las cosas materiales, sino descubrir mi verdadera personalidad».Otra de las cuestiones que se abordan el libro es la del minimalismo, aunque, realmente, en ningún momento se emplea ese término. Quizá porque el libro es de los años ´90, si no me equivoco, y el concepto, aunque existía, aún no estaba de moda.
De manera muy resumida, Joe le sugiere a Cristine que se mude a un apartamento muchísimo más pequeño (el piso sería más barato), porque así podrá trabajar a media jornada y podría dedicar el tiempo libre a… vivir/disfrutar.
La cuestión es que entonces, la protagonista, se encuentra con el problema de la falta de espacio, y es entonces cuando debe aprender y aceptar que necesita muchísimas menos cosas de las que tiene.
Ya haré otro post en el que os explicaré, mi proceso para convertirme en una persona minimalista (no extrema).
Renuncia al ego
«… y dejarás sitio solo a la felicidad».Uff, el ego. Para explicaros en profundidad el concepto tendría que dedicar una entrada entera a ello, y lo haré, pero ahora mismo os resumo, y adelanto, que es ese pequeño diablillo que todos tenemos instalados dentro de nosotros, al que le encanta el drama y el conflicto. Es, ese mismo pequeño demonio que no sabe que la realidad es neutra (ni buena ni mala), pero que él interpreta a su antojo, y nos envenena la mente recordándonos la «mala» contestación de nuestro compañero, nos susurra lo «mal» que nos quedan esos vaqueros cuando pasamos por delante del espejo, nos dice que es mejor seguir en una relación/trabajo/casa que ya no nos aporta, porque algo nuevo y distinto seguro que sería peor o incluso peligroso, etc.
Como Joe le dice a Cristine cuando consigue librarse de su ego: «Ahora te queda espacio para crecer. Ahora hay espacio para la nueva tú».
Conócete y aceptate
«Cuando sepas quién y qué eres, con todos tus defectos y cualidades, entonces no tendrás que gastar tiempo y energía tratando de ser distinta».Como pudisteis leer en «51 cosas sobre mí», gracias a la meditación y al trabajo que estoy haciendo de autoconocimiento y aceptación:
50. Día a día voy comprendiendo mejor quién soy y qué quiero.
51. Cada día me quiero y valoro más. Tengo clarísimo que me merezco de lo bueno lo mejor.
Por eso me encantan dos reflexiones de la protagonista:
Ya casi no usaba maquillaje salvo una crema porque mi cara resplandecía con una cálida luminosidad y mi mirada reflejaba la satisfacción de un alma en paz.
Por fin puedo relajarme, mostrarme tal y como soy y quererme a mí misma por ello.
Refuerza la seguridad en ti misma
Finalmente, y muy relacionado con el anterior, está el concepto de «seguridad en uno mismo».Joe le dice a Cristine: «¿Por qué aludes a alguna carencia tuya como la responsable de la conducta caprichosa de otra persona?».
¿Quién no ha pensado alguna vez que, por ejemplo, no ha conseguido tal trabajo porque no era el candidato adecuado o que una relación no había funcionado porque había algo «mal» en uno mismo? Yo, la primera. Pero, aunque es cierto que debemos trabajar cada día en crecer como personas y tratar de ser la mejor versión de nosotros mismos, también lo es que somos Seres bellos perfectamente imperfectos y que muy probablemente…
«Estemos haciendo lo correcto con la persona/situación incorrecta».
Reflexión final
Madre mía, antes de empezar a hacer esta reseña pensé que tendría poco que decir y, como siempre, al final el torrente de palabras se ha apoderado de mí y he terminando, además de analizando el libro Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady, entremezclándolo con mis experiencias personales.
Sea como fuere, espero que todo ello os aporte algo de valor a vuestras vidas o, al menos, os haga reflexionar sobre alguno de los aspectos que he tratado.
Sin duda, es una obra de cabecera que vale la pena releer de vez en cuando (yo ya lo he hecho dos veces en los últimos meses), para recordarnos cómo llevar una vida sencilla y plena.
Finalmente, me gustaría saber ¿cuáles son esas pequeñas cosas que os hacen felices?, ¿soléis felicitaros por los pequeños logros del día a día?, ¿cómo lleváis el tema de acumular posesiones?
Os animo a seguir mi día a día y mis viajes en Instagram @soylorenasolis
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