La cinta se trata de un remake de uno de los slasher más violentos de los 80, del mismo nombre, dirigido por William Lustig. Esta vez es Franck Khalfoun quien se pone a los mandos de la nave, de producción francesa, tras haber dirigido dos películas americanas: Parking 2 (2007) y A un paso de la muerte (2009, con Cuba Gooding Jr. y Harvey Keitel).
En ella nos cuentan la historia de Frank (Elijah Wood) un joven solitario que trabaja en un taller de restauración de maniquíes. Pese a su aspecto inofensivo, un turbulento pasado le atormenta, desembocando en una psicopatía que no escatima en barbarie, pues Frank se dedica a quedar con chicas a las que asesina brutalmente para después cortarles la cabellera y pegarla en sus maniquíes. De esta manera el protagonista dice ?quedárselas? para siempre. Hasta que en un momento dado conoce a una fotógrafa, Anna (Nora Arnezeder), con la que entabla una amistad que parece ir más allá de sus oscuras necesidades.
Elijah Wood nos sorprende con una actuación perturbadora que recuerda en parte a la frialdad de Kevin, el despiadado asesino que interpretó en Sin City, pero de una manera más frágil e inestable. El actor demuestra sus habilidades soportando prácticamente todo el peso de la película, con conversaciones consigo mismo, mostrando la macabra bipolaridad de su personaje.
Por otro lado Anna resulta el complemento adecuado. Con una ejecución correcta, la francesa actúa convincentemente como contraparte y estímulo para Frank, para que brote finalmente la cuestión de la cinta: ¿Es el maníaco capaz de humanizarse?. Lamentablemente eso se vislumbra de forma demasiado tenue, y la película cae ligeramente en la violencia visceral (pero al fin y al cabo, es gore). No obstante su duración (90 min.) hace que la película no termine por cansar ni aburrir con el sangriento espectáculo.
El desenlace no deja indiferente. Termina de forma abrupta, haciéndole justicia a su estilo, y con Elijah Wood teniendo alucinaciones. A través de una acertada metáfora, consigue voltear la filia del psicópata en su contra, siendo sus maniquíes quienes se lo quedan a él para siempre.
Finalmente en cuanto al estilismo sucio, sencillo e independiente, cabe destacar quizá uno de los puntos más atractivos del film, que la desmarca de la original: la cámara subjetiva. Toda la cinta, a excepción de unos pocos planos, está rodada en plano subjetivo. Esta particularidad ayuda sobremanera a reinventar la película, dándole una imagen y estética novedosas respecto a la original, y además facilita la intrusión del espectador en el personaje. Poder ver como Frank ve, permite sentir con más precisión la historia de este joven trastornado. De esta forma se aporta un punto de vista distinto de la original y pretende quizá comprender los motivos, la crudeza y las emociones del protagonista. Por último los sonidos y ciertos aspectos del montaje (cuando Frank entra en crisis durante ciertos momentos de la película aparecen unos sonidos agudos y estridentes, y el plano se deforma) favorecen a la sensación desconcertante e inquietante de cómo el personaje ve el mundo.
En una frase: Gore con un punto de vista diferente, más reflexivo.Alejandro Famos