La antigua Atenas era muy pequeña comparada con la extensa metrópolis actual, por tanto, resulta muy sencillo visitar el centro histórico y las principales atracciones y monumentos. Hay muchas joyas que se pueden descubrir paseando y como se puede ir caminando desde el centro a la mayor parte de los museos y monumentos, visitar la ciudad a pie resulta la mejor opción. Si se viaja en verano es mejor visitar los recintos arqueológicos a primera hora de la mañana y pasar las horas más calurosas en los museos, disfrutando del arte, la historia y el aire acondicionado. Si se visita la Acrópolis es mejor hacerlo más tarde, cuando el calor ha disminuido y se evitará las hordas masivas de turistas en busca de la foto de su vida.
Y precisamente por la Acrópolis empezamos.
A mediados del siglo V a.c., Pericles convenció a los atenienses para empezar un ambicioso y renovador programa de edificación en Atenas, que hoy representa los logros históricos y políticos de toda Grecia.
Las obras transformaron la Acrópolis; se levantaron tres templos y una monumental entrada. El teatro de Dionisios, en la ladera sur, se construyó en el siglo IV A.C. y el de Herodes Atico en el II A.C.
Templete de Asclepio
También conocido como Odeón de Herodes Ático, fue restaurado en 1955 y hoy acoge conciertos al aire libre y representaciones teatrales.
Ya arriba acerquémonos al Pórtico de las Cariátides, con sus famosas columnas de forma femenina.
Las que se ven hoy son copias, pero cuatro de las figuras originales se encuentran hoy en el nuevo museo arqueológico.
Y llegamos al Partenon, uno de los edificios más famosos del mundo, que se empezó a construir en el 447 a.c. Lo diseñaron los arquitectos Calícrates e Ictinos para albergar una gigantesca estatua de Atenea Partenos ( virgen) de 12 metros esculpida por Fidias. Tras nueve años de edificación de consagró a la diosa en el 438 a.c.
Aparte del proceso de restauración que parece no tener fin, la colina tiene poco más que ver, así que recomiendo recorrerla y disfrutar de las vistas de la ciudad, como el Estadio Olímpico.
La colina de Lykavittós
La Catedral
La colina Filopapo
o el Ágora
Nos acercamos al templo de Zeus Olímpico, el más grande de Grecia, ya que sobrepasa al mismísimo Partenón.
Las obras empezaron en el siglo VI a.c. durante el reinado del tirano Pisístratos, quien al parecer inició la construcción del edificio para ganarse el favor de su pueblo. Aunque las obras parecían no acabar, finalmente llegaron a su conclusión 650 años después de su inicio. Casi nada...
El emperador romano Adriano lo dedicó a Zeus Olímpico durante el festival panhelénico del 132d.c. en su segunda visita a Atenas. También mandó a colocar una estatua del dios con incrustaciones de oro y marfil en el interior, una copia de la original de Fidias en Olimpia. Junto a ella colocó una gigantesca estatua suya, aunque no se conserva ninguna de las dos...
Solo quedan 15 de las 104 columnas corintias originales, cada una de 17 metros de altura, pero son suficientes para mostrar el enorme tamaño del templo, que aproximadamente medía 96 metros de largo por 40 de ancho. En el 174 a.c. un arquitecto romano añadió capiteles coríntios a las sencillas columnas dóricas originales.
El templo está junto al arco de Adriano que marcaba el límite entre la ciudad antigua y la nueva Atenas de Adriano.