Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la actualidad ha vuelto a tomar un gran auge.
Los inicios del Camino
Los orígenes del culto a Santiago en la Hispania romana son desconocidos, pero parece ser que en el año 812 se encontraron reliquias atribuidas al apóstol cuya fama se extiende por la Europa cristiana a finales del siglo IX, con un aumento considerable de peregrinos ya en el siglo XI.
Al parecer, el rey Alfonso II de Asturias, mandó construir una iglesia en el lugar que, según cuenta la leyenda, reposan los restos del apóstol Santiago. A partir del siglo XV, esta iglesia se convirtió en uno de los principales centros de peregrinación de la Cristiandad y dio origen al Camino de Santiago.
Aproximadamente a partir de 921 con el hallazgo de las supuestas reliquias del apóstol y con el beneplácito de Carlomagno, que quería defender sus fronteras de invasiones árabes, Compostela se convertirá progresivamente en un centro de peregrinaje que recibirá su impulso definitivo durante la primera mitad del siglo XI. Muy pronto, la noticia se extiende por toda la Europa cristiana y los peregrinos comienzan a llegar al lugar del sepulcro, el denominado Campus Stellae, que degenerará en el término Compostela.
El número de peregrinos aumenta extraordinariamente a partir del siglo X, cuando la población europea logra salir del aislamiento de épocas anteriores e inicia una serie de contactos e intercambios (culturales, artísticos, comerciales, arquitectónicos, etc) que, en el campo religioso, llevarán a hacer de la peregrinación la forma más difundida de devoción.
Después del siglo XIV se produjeron muchas convulsiones sociales en Europa que desvían a los peregrinos potenciales hacia otros destinos. El Camino de Santiago pierde el esplendor de los siglos anteriores. El silgo XV tampoco ayudó a su revitalización, plagado de acontecimientos desagradables en el viejo continente: guerras, hambre, peste, malas cosechas, sequías...Aun así, muchos creyentes seguían acudiendo hasta la tumba del apóstol para cumplimentar su penitencia pero, año tras año, pero el Camino fue cayendo en el olvido.
Los diversos caminos
El estado de conservación, uso y estudio de cada una de las rutas conocidas históricamente varía notablemente entre todas ellas, si bien hay una predisposición general a hacer de ellas un instrumento cultural, turístico, deportivo y religioso que colabora al mantenimiento, restauración y enriquecimiento de los lugares por los que discurren las distintas rutas.
Se trata además de un camino vivo al que van sumándose otras rutas que los nuevos y modernos peregrinos van forjando cada año, aprovechando los trazados históricos a los que añaden nuevas rutas de singular encanto.
Desde los cuatro puntos cardinales llegan las rutas de peregrinación a Santiago de Compostela. Desde el norte, el Camino de los Ingleses debe su nombre a que los puertos de Ferrol y La Coruña eran los escogidos mayoritariamente por los peregrinos procedentes de las Islas Británicas para iniciar el camino a pie por tierras gallegas.
Escadinavos, flamencos, ingleses, escoceses, irlandeses y galeses viajaban por mar hasta Ferrol y A Coruña, puntos de inicio de este camino dual, marítimo y terrestre, que puede iniciarse en ambas ciudades y cuyos trazados se unen en Bruma, a 50 kilómetros de Santiago, donde se unen las dos variantes del Camino Inglés.
Desde el sur, los Caminos de Interior y Costeros de los Portugueses son la prolongación gallega de las rutas seguidas por los peregrinos del país vecino.
Desde el oeste, la Ruta Marítima, o de la Ría de Arosa, es la única que permite hacer la mayor parte del trayecto sobre el agua, pues se adentra hasta Padrón (La Coruña) y va desde el mar por la Ría de Arosa para remontar el curso del río Ulla. Según la tradición es esta ruta la que emplearon los discípulos del Apóstol para llevar su cuerpo hasta tierras compostelanas cuando llegó por vía marítima desde Jerusalén.
Desde el este, el Camino de Santiago Francés, considerada la ruta principal (es el Camino por antonomasia) por ser en ella donde van confluyendo la mayor parte de los recorridos de peregrinación tanto nacionales como europeos.
Los alemanes septentrionales y los peregrinos del norte de Europa entraban en Francia a través del camino lemovicense. Los alemanes del sur, los suizos, los austríacos y los peregrinos de Europa central (Bohemia, Moravia, Eslovaquia, Hungría, Polonia), de Europa del este y sureste se valían del camino podense atravesando Suiza. En los alrededores de Alpes el Camino era muy complejo y se iba simplificando conforme las rutas se acercaban a Francia o a Suiza.
Además, existe otra ruta que parte de la capital compostelana para llevar a los peregrinos a las mágicas comarcas de Finisterre, lugar del que toma el nombre el camino: Camino de Santiago a Fisterra.
Las ?rutas? españolas
Los caminos por los que llegan los fieles a Santiago son muy numerosos, no solo desde distintos puntos de Europa, sino de España.
La Ruta Franco-Navarra lo hace a través del puerto de Roncesvalles (Naarra) procedente de San Juan de Pie de Puerto, donde confluyen varias de las rutas más importantes de Francia. Se considera la ruta principal y es tratada como Camino de Santiago Francés.
La Ruta Franco-Aragonesa, a través de Somport (Huesca) procedente de Toulouse. El recorrido discurre por Huesca, Zaragoza y Navarra.
Desde las regiones más occidentales de Francia, los peregrinos entran en España por Irún (Guipúzcoa) y en su recorrido van uniéndose a aquéllos que comienzan la ruta en cualquier puerto de la cornisa cantábrica, procedentes tanto de las comarcas próximas como de cualquiera de los existentes en Europa Septemtrional que desembarcaran en ellos. Son numerosas las conexiones que esta ruta tiene con el Camino de Santiago Francés en su amplio trayecto de más de 800 km, dando lugar a distintas rutas alternativas desde el País Vasco, Palencia, León, Asturias, etc.
Los Caminos de Santiago de la Vía de la Plata son un conjunto de rutas jacobeas que tienen como eje central la histórica ruta comercial conocida como Vía de la Plata, de la que siguen el trazado en la práctica totalidad de la misma, aunque al llegar a Astorga (León) abandonan la ruta comercial para continuar hacia Santiago de Compostela por el Camino de Santiago Francés. Enlaza con Sevilla, Zamora, Mérida, Campo de Gibraltar, Huelva, Antequera, etc.
Los Caminos de Santiago del Ebro tiene su origen en Tortosa (Tarragona), ciudad desde la que se dirige hacia Santiago de Compostela circulando paralela al cauce del Ebro que le da nombre hasta unirse con el Camino de Santiago Francés en la ciudad de Logroño. A lo largo de su recorrido va recibiendo las afluencias de los peregrinos que proceden de otras comarcas de Cataluña, el norte de la Comunidad Valenciana y el sur de Aragón.
De las distintas regiones de Castilla parten rutas que conducen a los peregrinos a la ciudad de Santiago de Compostela a través del Camino Francés. Estas rutas tienen la característica especial de que, al discurrir por el centro de la Península Ibérica sirven de enlace entre otros caminos que conducen a la ciudad del Apóstol: La Ruta Jacobea de Madrid que entronca con la ruta francesa en la ciudad leonesa de Sahagún; El Camino de Santiago desde Alcalá de Henares, la cual Segovia enlaza con la ruta de Madrid; El Camino de Santiago desde Palencia; La Ruta Jacobea de la Lana que aprovecha el trazado de las rutas comerciales que le dan nombre; Los Caminos desde Guadalajara; La Ruta Jacobea de Soria es un trazado que comunica el Camino del Ebro en Gallur (Zaragoza) con la Ruta de la Lana en Santo Domingo de Silos (Burgos) pasando por la ciudad que le da nombre. .
El Camí de Sant Jaume o Camino de Santiago Catalán es un grupo de rutas que tradicionalmente son seguidas por los habitantes de esta región geográfica, así como de los procedentes de los países mediterráneos que desembarcaban en sus puertos o cruzaban la frontera hispano-francesa por sus regiones más orientales. Aunque el trazado está señalizado y documentado desde Barcelona, muchas de las asociaciones de peregrinos catalanas decidieron tomar como punto de origen el Monasterio de Montserrat, para encaminarse desde allí hacia el Camino de los Franceses.
Desde el Mediterráneo suroriental parten los conocidos como Caminos de Levante, que surcan la Península Ibérica desde el sentido noroccidental hasta alcanzar la Ruta Jacobea de la Plata.
Las ciudades de Valencia, Alicante y Cartagena son los orígenes de las rutas históricas, pero otras localidades, como Lorca (Murcia) o Huercal-Overa (Almería), cuentan con cierta documentación de recientes peregrinaciones en épocas actuales.
Las Rutas Jacobeas Mozárabes son una red de senderos utilizados por los peregrinos andaluces después de la Reconquista para llegar a Santiago de Compostela. Se considera ruta principal o Camino de Santiago Mozárabe el que partiendo de Gramada y alcanza la Ruta Jacobea de la Plata en Mérida después de pasar por Córdoba. Desde esta última ciudad y desde la jienense localidad de Alcaudete (Jaén) parten las Rutas Mozárabes por Toledo que, tras unirse en Ciudad Real llegan hasta Toledo, pudiendo alcanzarse desde aquí la Ruta de Madrid; La Ruta Jacobea Mozárabe desde Málaga lleva a los peregrinos desde la capital de la Costa del Sol hasta la localidad cordobesa de Castro del Río, donde enlaza con la ruta principal; Por su parte, es en Granada donde termina la Ruta Jacobea desde Almería.
El Camino moderno
Tras diversas iniciativas modernas, sin mucho éxito, para revitalizar el Camino de Samtiago, fue en el Año Santo Compostelano de 1993 cuando el gobierno autónomo gallego decidió potenciar su valor enfocado a un recurso turístico, abriéndolo a personas con el perfil del peregrino religioso tradicional; de este modo se lanzó una gran campaña de publicidad para el Jacobeo de ese año: Xacobeo 93.
Gracias a este plan se restauraron tramos de la ruta y las infraestructuras para peregrinos. Se logró la colaboración de las comunidades autónomas por las que atraviesa el Camino en España. Desde entonces, hacer el recorrido a pie, en bicicleta o a caballo es un destino popular que reúne lo religioso, espiritual, deportivo, cultural, económico, etc., tal y como ha venido ocurriendo desde el principio a través de los siglos.
Desde 1993 la mayor parte de las rutas han sido incluidas en la relación de bienes de la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad.