La vida a veces nos da segundas oportunidades, ocasiones de renovarnos y de renacer como un ave fénix de las cenizas, brillando más que nunca y marcando un camino en la historia. Precisamente eso fue lo que le ocurrió a la hermosa ciudad de Ålesund en 1904.
De madrugada el silencio de la noche de los fiordos fue roto por una alarma avisando de que una fábrica de conservas estaba en llamas y no había manera de detener el incendio. En menos de 24 horas 850 casas se quemaron hasta los cimientos y más 10.000 personas quedaron sin hogar.
Los habitantes de Ålesund, fuertes y avezados como todos aquellos que deben luchar contra la adversidad y los reveses de la historia, reconstruyeron sus casas de nuevo en el corto periodo de tres años. Esta vez en vez de levantar casas de madera como todo pueblo tradicional noruego, eligieron como material la piedra. El estilo que entonces triunfaba en el norte de Europa era el Jugendstil, un nombre propio para otra denominación del Art Noveau.
El resultado que hoy podemos ver y disfrutar es una conjunción singular de unidad y variedad, con construcciones modestas pero ricas en ornamentos como los caballetes o las torrecillas típicas de las iglesias de madera medievales, las stavkirken y una fuerza arquitectónica que rememora el pasado vikingo, con sinuosas y suaves formas que recuerdan las olas del mar, convirtiendo a Ålesund en el ejemplo de su época más completo y armonioso de Escandinavia.
Encontramos tesoros por todo el centro de la ciudad, el denominado Jugendstil Senteret, aunque los más llamativos son la antigua farmacia con un precioso e intacto interior y prácticamente todas las casas de las calles Apotekergata y Kirkegata.
El colorido, la situación privilegiada y pintoresca de las casas del puerto que parecen emerger de las aguas como la diosa Venus, completan el recorrido arquitectónico por la ciudad.
Pasear por Ålesund también significa vivir el mar, su olor, su frescura y su historia, ya que la ciudad es la base de la mayor flota bacaladera de Noruega. Varias tiendas de recuerdos de buena calidad se esparcen por el paseo del puerto y no está de más detenerse a probar un bocadillo de arenque con una buena cerveza noruega.
Son nada menos que 418 escalones los que ascienden por el monte Aksla pero al llegar arriba y contemplar la vista que se tiene de la ciudad de Ålesund nos damos cuenta de que el esfuerzo ha valido la pena.
Y eso que hasta la cima se puede llegar gracias a un pequeño tren o al autobús hop on-hop off, como parte de un pequeño recorrido turístico que nos muestra lo más hermoso de esta ciudad noruega.
Pero nosotros, decididos, bajamos del barco y nos propusimos el reto de llegar hasta arriba por nuestros propios medios, o mejor por nuestros propios pies. Así que recorrimos el entramado de calles que va desde el muelle de cruceros hasta la base del monte, donde encontramos un pequeño y delicioso parque y sin pensarlo dos veces tomamos aire y empezamos a subir. Aunque el camino está bien preparado y es totalmente seguro hay espacios bastante estrechos donde se pone a prueba nuestra educación, pidiendo permiso a los que van más despacio o simplemente esperando a que los que bajan se echen un poco a un lado para no detenernos y llegar rápido a la cima.
Durante el recorrido encontramos varios apartaderos habilitados como maravillosos miradores, pero nosotros queríamos llegar a lo alto y descansar de la subida, sabiendo que nos esperaba un espectáculo único que brillaría con todo su colorido bajo el sol del Norte.
Una vez arriba quedamos impresionados y enamorados de las vistas que nos ofrecía la ciudad de Alesund, las montañas y las islas de los alrededores. Fueron tan sólo 15 minutos de subida a todo lo que daban nuestras piernas y nuestros pulmones, pero puedo asegurar que vi cumplido mi sueño tantas veces visto en las fotos de las redes o en las revistas , de ver Ålesund desde una perspectiva única y diferente.
La vida en la región de Sunnmre era dura y llena de dificultades. El suelo rocoso era difícil de trabajar y daba poco fruto para el esfuerzo y el tiempo que se gastaba en labrarlo, por ello mucha gente combinaba las labores de cosecha con las de pesca para poder subsistir.
Es por eso que las viviendas que vamos a ver estaban habitadas sobre todo por granjeros y pescadores y eran meramente funcionales.
Mientras paseamos por el parque observamos casas que fueron trasladadas aquí, en piezas o enteras sobre un camión, desde varios puntos de la región, como Alesund y que pertenecieron a zapateros, comerciantes de alcohol, carpinteros, herreros, fabricantes de barcos y un largo etcétera de profesiones y quehaceres.
Más de 50 construcciones tradicionales desperdigadas por el enorme y encantador parque nos dan una idea muy completa sobre la manera de vivir de los habitantes de la región. Gracias a la cuidada recreación de los interiores, no es difícil imaginar cómo podría ser un día en la vida de aquellos que entre los siglos XVIII al XX poblaron una zona que es tan bella en verano como dura en invierno.
Almacenes, escuelas, una iglesia con un precioso camposanto, viviendas de modestos pescadores o prósperos campesinos, se levantan en estas 120 hectáreas de exposición viva, levantadas en piedra o en madera, grandes y pequeñas, de tejados limpios o cubiertos de musgo y hierba para aislarlas del frío. Todas son un vivo ejemplo del tesón y la lucha de los noruegos por aclimatarse a un clima adverso e intentar obtener lo mejor que podía darles la Naturaleza.
Mención aparte merece la colección de 40 barcos históricos que también atesora el museo. Los barcos eran importantes para pescar y como medio de transporte entre los pueblos, por lo que se ha intentado ( y logrado) reunir una importantísima muestra que engloba réplicas de barcos de pesca, drakkars vikingos y un buque mercante que está datado nada menos que en el año 1.000.
Aparte de visitar las casas y el museo de barcos, recomiendo pasear por la multitud de senderos que recorre el parque para disfrutar de un entorno maravilloso, lleno de paz y naturaleza viva que complementarán la visita a éste lugar único y alejado de los puntos más visitados de la ciudad de Ålesund.
La mayoría de los visitantes que llegan a Ålesund ya sea en la escala de un crucero o como punto de visita de un circuito en coche o en autobús, se desviven por subir al mirador del monte Aksla, que como hemos visto es espectacular y no puede dejar de visitarse, pero tan sólo unos pocos se deciden a aventurarse al otro lado de la ciudad, aquel que mira hacia el oeste. Y es una pena, porque si bien el objetivo sería acercarse al pequeño parque de Storhaugen y subir la pequeña colina que se eleva en su centro para ver la panorámica de 360 grados que aunque menos impresionante es deliciosa, el recorrido hasta que llegamos a él no desmerece para nada al resto de la ciudad.
Es fácil llegar hasta él partiendo de la la conocida farmacia del centro y tomando la calle Kirkegata. Durante el recorrido salen a nuestro encuentro valiosos ejemplos de esa arquitectura, la Jugendstil, por la que es tan famosa la ciudad. Edificios de viviendas, que bajo sus ventanas y balcones cerrados albergan tiendas, salas de arte, librerías o pequeños restaurantes.
Al llegar al cruce con Aspegata debemos tomar a nuestra derecha, y el desvío no tiene pérdida, ya que nos encontraremos de frente con otra de las preciosas atracciones de Alesund, su iglesia. Se remonta a 1909 y por dentro es una joya llena de frescos y vidrieras que hacen alusión a la navegación, la pesca y la vida en el Mar del Norte. Los jardines llenos de hermosos tulipanes contrastan con el color ocre de la piedra, y le restan frialdad y seriedad a un edificio que también refleja la dureza de la vida en estos pagos noruegos a principios del siglo pasado.
Y por fin, al llegar a lo más alto de la calle y tomar a la izquierda la estrecha Markvegen encontramos el parque. Un último trecho de empinado sendero y llegamos a a cima. Desde ella podemos observar una panorámica diferente de la ciudad y sobre todo de las tierras emergidas de Godya, Valderya y Ellingsya.
Vale la pena acercarse hasta aquí para escapar de las rutas habituales y conocer la tranquila vida de la hermosa Alesund.