Ya hace años que la palabra ¨street art¨ se usa mucho, pero en realidad no me despierta demasiada simpatía, creo que hay demasiada imagen etiquetada en el mundo. Como empecé pintar en la calle sin saber el gran movimiento que estaba habiendo, para mí era solo para disfrutar. Porque pintar en la calle me encanta, disfruto mucho haciéndolo. Después se convirtió en una puerta para conocer más el mundo. El objetivo de mis murales es el de comunicarme con la gente y la sociedad, un medio para conocer las culturas y el mundo.
¿Cómo te iniciaste en el street art?
Nunca pensé ¨voy a empezar a hacer street art¨ porque, para empezar, ni siquiera conocía esa palabra. Sí que pinto en la calle, pero también pinto cuadros en el estudio y hago varias cosas más. Empecé a pintar murales en Barcelona después de llegar de Japón en 2009, en un espectáculo de arte, música, teatro, baile, circo... en el que participé. Allí ,con otros chicos que pintaban murales y graffitis, hicimos Live Painting. Esa fue casi la primera vez que conocí a gente que pintaba con spray porque en Japón apenas conocía esa cultura.
¿Crees que se valora adecuadamente el arte callejero?
Hace años que sí que hay gran movimiento de arte del mural. Hay muchas artistas que pintan en la calle y también público al que le gusta encontrar este arte en su ciudad. Habrá quien diga que es una moda, quizá, pero está pasando en todo el mundo.
Cada uno puede valorar este arte desde diferentes puntos de vista, pero especialmente me gusta saber que los vecinos o la gente que ve este mural cada día está a gusto con él y les gusta. Como está en el espacio público, el mural tiene que convivir con la comunidad. Puede ser que no siempre acertemos, pero al menos me gusta intentar que los vecinos puedan sentir valor para su día y día.
También hay otra cosa, y es la gente que separa ¨arte¨ y ¨arte de la calle¨, que marca una diferencia entre estas cosas. Pero, para mí, si te gusta o si una cosa te emociona, no existe diferencia entre si está en la calle, en una galería o en un museo.
¿Qué intentas trasmitir con tus obras?
Alegría, sorpresa, puede ser un poquito o mucho, pero siempre espero que la gente sienta energía positiva mirando mi obra. También depende de la persona que lo vea, uno siempre puede imaginar o descubrir cosas libremente.
¿Qué importancia tiene la ciudad o el barrio donde está situada la obra con la obra misma?
Me gusta que haya una buena fusión con la ciudad/barrio y los murales, por eso es mejor que la creación del mural sea orgánica, para que los vecinos no se asusten. Porque si un día, de repente, aparece una grúa y gente desconocida y empieza pintar un mural en su barrio, puede sorprenderles. Por eso es importante que haya buena comunicación entre la comunidad y el proyecto, los vecinos y los artistas.
Siempre hay muchas opiniones, pero por mi parte, siempre intento conocer el barrio y la gente, para entendernos y acercarnos. Muchas veces disfrutamos mucho hablando con ellos, aunque a veces por cuestiones de idioma no nos entendamos bien. Pero si estamos aquí cada día trabajando, podemos intercambiar emociones y sentimientos, así la obra final se impregna también con estos momentos del proceso.
¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Planteas un diseño previo antes de transformarlo a gran escala?
¡Método de trabajo! Por supuesto que intento hacerlo lo mejor posible y, a la vez, disfrutar de la libre expresión y de la comunicación con la comunidad… Pero muchas veces pinto de forma improvisada, así que no puedo controlar el 100%, pero esa es la parte divertida de mi creación. Como disfruto estando en el sitio donde pinto (aunque a veces sufro de calor, frío, bichos, mal olor, etc…) cada sitio me da una inspiración diferente. Así puedo adaptar e ir cambiando mis dibujos.
Pero cuando el tamaño de mural es bastante grande creo que es mejor tener alguna idea antes, para tener equilibrio en el mural. Cada vez es un nuevo reto y, aunque a veces no es fácil, lo disfruto.
¿Qué importancia tiene la alteración del espacio público en la nueva construcción de las ciudades?
La comunicación. Cuando hay una nueva construcción, puede ser que al principio sea difícil conocer el ambiente del barrio. Me gusta pintar un sitio en el que haya cultura y se note la vida de cada uno de sus habitantes.
Pintar murales siempre puedes relacionarlo con el mundo de construcción y el cambio en la urbanización. Cuando incluimos estos conceptos, tenemos que intentar que sea su lado positivo. El mural es una cosa efímera y la ciudad siempre está cambiando de forma también. Por eso, dentro de este cambio, me gusta saber más sobre las personas que viven y cómo se relacionan con el espacio.
¿Te gusta que la gente, del barrio o la ciudad, participe en tus piezas?
Sí, me gusta colaborar con la gente, escuchar sus opiniones y preguntas, porque es una cosa natural. Varias veces hice los proyectos participativos con Zosen Bandido, en los que participaban sobre todo los niños y es genial porque los niños tienen una imaginación sin límite, y siempre te sorprenden. Es bonito hacer un mural recibiendo inspiración de ellos y mezclándolo con nuestro estilo. Así el mural es parte de todos: ellos sienten que sus ideas están dentro y pueden sentir que creamos la obra entre todos.
Descubrimos la inspiración, orígenes y procesos de las obras callejeras de esta artista callejera adicta al color
Mina Hamada es una artista japonesa nacida en EEUU cuyas obras destacan por dos cosas: el tamaño y el color. Sí, porque Mina se dedica a hacer murales y a intervenir el espacio público con sus obras. Lo que más le gusta de su trabajo es poder conectar con la gente de la ciudad o el barrio en el que va a “colocar” su siguiente obra y disfruta mucho sintiéndose parte del espacio que poco después se quedará una pequeña parte de ella. Los colores y las formas geométricas son los elementos que más destacan de esta artista del mural callejero, pero cada una de sus obras esconde mucho más. Hablamos con ella sobre su inspiración, sus proyectos y su historia. Te puede interesar:
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Mina Hamada