La pintura en la calle nació en el siglo XV en Italia. Los Madonnaris eran artistas que vivían en la calle y por su gran devoción pintaban vírgenes en cualquier superficie urbana, así conseguían algunas monedas de los transeúntes para vivir.
Actualmente, estos magníficos pintores utilizan perspectivas deformadas para crear imágenes en relieve, si los vemos desde determinados puntos de vista. Viendo fotografías y vídeos de este arte es difícil distinguir si son reales o no.
Estos dibujos o murales en el suelo, que tienen el objetivo de crear efectos impresionantes y llamativos suelen realizarse con ceras o pinturas más manejables que los esprais que se emplean para pintar grafitis en las paredes.
Uno de los principales representantes de esta corriente es Kurt Wenner, un californiano que a los 16 años ya pintó su primer mural. Antes de viajar a Roma para estudiar a los grandes maestros (de ahí su inclinación neoclásica), trabajó para la NASA como ilustrador científico.
Otro de los genios de esta técnica es Julian Beever, un británico que con tizas de colores, realiza estos denominados 'dibujos anamórficos' que crean ilusiones ópticas. Sus dibujos en todo tipo de pavimentos desafían las leyes de la perspectiva y sorprenden a todos los que se acercan a ver sus obras.
Lo malo de estas creaciones es que forman parte del arte efímero, y que el tiempo se encarga siempre de eliminarlas. Pero sus artistas lo defienden al compararlo con la música, argumentando que a pesar de finalizar, siempre nos llevamos algún recuerdo como ocurre cuando asistimos a un concierto.