La Bella y La Bestia como relato tiene sus orígenes en varias adaptaciones de un cuento popular europeo realizadas entre los siglos XVI y XVIII. Sin embargo, la publicación que sentaría en 1756 las bases para el resto de interpretaciones modernas parece ser obra de cierta institutriz francesa llamada Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
El mismo director de la adaptación que nos ocupa se refirió a su perenne condición temporal y a su compromiso hacia la misma durante la promoción del film. En palabras de Christophe Gans (Silent Hill, 2006): "Aunque seré fiel a la narración de este inmortal cuento de hadas, manteniendo el tiempo y los personajes como en el original, sorprenderé al público creando un universo completamente nuevo jamás experimentado antes, con imágenes de una calidad sin precedentes."
Por suerte o por desgracia, nuestra referencia más inmediata e incluso la que la Muestra SyFy aparentemente ha querido reforzar (pues emitieron la cinta la misma mañana del estreno de esta versión) es la película de 1991 producida por Walt Disney y dirigida por Gary Trousdale y Kirk Wise, un indiscutible clásico y una de las tres películas de animación nominadas al Óscar a la mejor película. Este precedente sienta sin duda terribles expectativas para cualquier posterior revisión, y hace que nuestras ilusiones hacia la cinta protagonizada por Vincent Cassel y Léa Seydoux se diluyan bajo, por ejemplo, el constante y excesivo torrente de efectos especiales.
Es remarcable para bien, la conseguida fotografía ?aunque digitalizada en demasía- la cual muestra un gran abanico de coloridos escenarios y planos del castillo encantado. Dicho trabajo corre a cargo de Christophe Beaucarne, director de foto en la aclamada Mr. Nobody. Con un Eduardo Noriega discreto ?pero cumplidor- en el papel de Perducas (el Gastón de Disney), la cinta trata de llevarnos por un sendero más adulto hacia el conocido final. Sin embargo la cinta no consigue sorprender y en muchas ocasiones resulta aburrida. Además, tiene ciertos errores que le restan, como el intento de introducir un adorable elemento infantil mediante las criaturas encantadas del castillo (perros antes del hechizo) que no acaba de cuajar. Ni siquiera parece estar decidido en el guión, pues nunca terminan por interactuar en la historia con los protagonistas.
Por otro lado se llega a echar en falta hasta a los divertidos Lumiere y Din Don de la versión animada, para aportar un toque más cómico y desenfadado puesto que la seriedad y solemnidad que intentan plasmar nunca llega realmente al espectador, no transmite. De esta manera el propósito de la película queda en agua de borrajas puesto que no parece alcanzar al público adulto pero tampoco parece que vaya a tener cabida ante una audiencia más infantil.
Definitivamente es una película cuya única pretensión parece la de conseguir algún galardón referido a los efectos digitales o a nivel de maquillaje y vestuario, con su barroca puesta en escena y estética abigarrada.
En una frase: Esta nueva Bella y Bestia, como el vino, demuestra que lo nuevo no siempre es lo mejor.
Alejandro Famos